Recién llegados al Universo

La inmensidad del Universo nos invita a pensar que estamos recién llegados al Universo y no estamos solos y tiene que haber otros planetas habitados por seres inteligentes aunque todavía no tengamos indicios que lo confirmen. No sabemos si el Universo está programado para que aparezcan seres inteligentes en los planetas cuando su estado de evolución cumpla las condiciones necesarias para ello, pero nada nos indica que la aparición de seres humanos en la Tierra sea una excepción.

Tampoco sabemos si los seres inteligentes son un mero decorado del orden universal o si cumplen alguna misión más o menos trascendente en la evolución del Universo. En cualquier caso, la aparición de los seres humanos inteligentes en el planeta Tierra es muy reciente y hasta ahora todo ha funcionado sin su concurso. Sabemos que la Tierra evolucionará y dejará en algún momento de tener las condiciones necesarias para albergar seres vivos y entonces probablemente todo continuará igual que antes de haber existido los seres humanos.

De momento acabamos de llegar y nuestra influencia es apenas inexistente. Hay consenso entre los científicos de que el Universo tiene unos 13.700 millones de años de vida y dentro de él nuestro sistema solar es bastante más joven con una edad aproximada de 4600 millones de años. Poco después surgió nuestro planeta Tierra y hubo de transcurrir casi todo ese tiempo hasta que se establecieron en África nuestros antepasados los homínidos hace unos 6  millones de años.

El homo sapiens data de tan solo hace 160.000 años y hubieron de transcurrir 100.000 años hasta que nos dejaran rastro de su arte prehistórico y de sus utensilios de caza y pesca. Hasta el periodo Neolítico no aprendieron los seres humanos a cultivar la tierra y desarrollar la agricultura y hace tan solo unos 5000 años de que tenemos vestigio de la escritura. Los seres humanos empezaron a escribir algo hace tan solo 160 generaciones y desde el comienzo de la era cristiana, que nos parece lejano en la profundidad de la historia, han transcurrido tan solo 64 generaciones.

Los nuevos hitos importantes del desarrollo de la humanidad: electricidad, energía atómica, electrónica, cibernética, genética…etc., que nos pueden hacer pensar que nuestra existencia tiene alguna finalidad en el orden universal, han ocurrido en los últimos 150 años, tan solo hace cinco generaciones, más o menos desde que nacieron nuestros tatarabuelos.

En fin, que acabamos de llegar y no sabemos cuál será nuestro papel a partir de ahora. Nos esperan grandes cambios porque desde hace un siglo la ciencia y la tecnología tiene desarrollos exponenciales, pero seguimos en la duda de si somos un simple decorado local del planeta Tierra o si en algún momento entraremos en contacto con  otros mundos y seremos parte de otras dimensiones. Hasta ahora solo podemos hacer al respecto prospecciones mentales y espirituales.

Subvenciones escandalosas

El PSOE y el PP recibieron 70 millones € de subvención en 2010, pero esta cantidad se incrementará este año un 33% hasta 131 millones € debido a los 26,5 millones € asignados a los gastos de propaganda electoral de las pasadas elecciones de mayo, y otro porcentaje similar por las elecciones del próximo noviembre.

El contribuyente paga 276,86 € por cada concejal electo, 0,55 € por cada voto municipal, 0,83 € por cada voto en las elecciones generales, 21,633,33 por cada escaño y 0,22 € por cada elector para las elecciones municipales y 0,22 € por elector para las generales. A cambio de estas elevadas cifras de gasto electoral el contribuyente recibirá muy poco. No está pagando una representación política, pues nada puede opinar ni hacer llegar a su inexistente representante político en los próximos cuatro años. Un alto precio para una adhesión incondicional.

Dado que no se eligen personas sino partidos políticos, la propaganda electoral es la venta de la marca, sea PSOE, PP u otras, y poco o nada importa el programa electoral porque es un paquete que hay que aceptar en su conjunto y desentenderse de él los próximos cuatro años en los que los partidos lo aplicarán o lo ignorarán según les convenga en cada momento sin que los ciudadanos puedan influir.

Para vender la marca, el precio a pagar por una campaña de dos semanas es demasiado. Los mítines son reuniones internas de partidarios y no sirven para nada útil. Los viajes, carteles, buzoneos y mailings generan gastos que son innecesarios y poco hacen para mejorar el perfil de las marcas. Bastarían los debates electorales que las televisiones pueden ofrecer sin gasto adicional para el contribuyente. La convocatoria electoral no es la fiesta de la democracia como dicen muchos políticos cursis. Sería en todo caso la fiesta de la partitocracia y para eso lo razonable es que la paguen ellos, es decir sus afiliados.

Si tuviéramos una democracia representativa y cada grupo de ciudadanos eligiera a la persona que quieren que les represente, no haría falta gastar dinero público en vender la marca. La promoción sería una cuestión local de cada circunscripción electoral y no habría que hacerla una vez cada cuatro años sino que sería un proceso continuo derivado de la relación de los electores de cada circunscripción con su representante y con los aspirantes a serlo en el futuro.

La velocidad de la luz es solo una barrera

Hasta hace poco más de cien años el tiempo era un concepto absoluto y la distancia era independiente del tiempo. Pero desde que Einstein publicó su famoso artículo en 1905 y surgió la teoría de la relatividad dejó de existir para la ciencia el tiempo absoluto. Las leyes de la ciencia, y la velocidad de la luz, han de ser las mismas para todos los observadores con independencia de cuál sea su posición y velocidad, y cada observador tiene su propia medida del tiempo que es la que marca el reloj que con él se desplaza.

La definición del metro como unidad de longitud fue por mucho tiempo “la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre” pero ha ido cambiando. En 1927 pasó a ser “la distancia entre dos marcas de una barra de platino iridiado que se conserva en París” y posteriormente en 1960 el metro pasó a ser algo tan sofisticado como “la longitud correspondiente a 1.650.763,73 oscilaciones en el vacio de la radiación emitida por el salto cuántico de un electrón entre 2p10 y 5d5 del átomo de Kriptón-86″.

Por entonces, concretamente hasta 1967, la unidad de tiempo, es decir el segundo, tenía su propia definición independiente de la distancia: ”la ochenta y seis mil cuatrocientosava parte de la duración que tuvo el día solar medio entre los años 1750 y 1890″. Desde entonces, esta definición cambió radicalmente a “la duración de 9 192 631 770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo del átomo de Cesio (133Cs), a una temperatura de 0 grados Kelvin”. Todavía el tiempo y la distancia tenían definiciones independientes.

Desde 1983 la distancia se subordina al tiempo y el metro pasa a ser “la distancia recorrida por la luz en el vacío en 1/299.792.458 segundos“. A estas definiciones se incorpora por lo tanto la constante de la velocidad de la luz que constituye para la ciencia actual un límite superior que no puede sobrepasarse.

En realidad, la teoría de la relatividad no dice que esta velocidad sea insuperable sino que para que un objeto con masa pudiera superarla requeriría una energía infinita. Es más bien una barrera que impide que cualquier partícula pueda aumentar su velocidad y llegue a pasar a través de ella. En teoría, podrían existir partículas que siempre se hayan movido a velocidades superiores a la de la luz y no hayan tenido por tanto que superar esta barrera, aunque dichas partículas virtuales, denominadas “taquiones” nunca hasta ahora han sido detectadas y la mayoría de los investigadores no creen en su existencia.

La barrera de la velocidad de la luz tampoco puede sobrepasarse sin violar el principio de causalidad, aunque este principio se sustenta simplemente en el hecho de que nunca se hayan detectado efectos anteriores a sus causas. Ciertamente la relación causa-efecto es para los seres humanos un postulado consustancial con la capacidad de entendimiento. En años recientes se han reportado experimentos en los que parece haberse superado la barrera de la luz pero los resultados han podido explicarse por la teoría clásica de la propagación de ondas. Hace poco se han detectado neutrinos que parecen haber superado esa barrera, lo que está por confirmar.

La velocidad de la luz es hoy por hoy una constante y constituye un límite que no puede sobrepasarse, aunque para el pensamiento resulte una caprichosa particularidad de la naturaleza. Cabe preguntarse si todo este cambio de definiciones del tiempo y de la distancia ha terminado o la cuestión seguirá evolucionando tan radicalmente como lo ha hecho en los últimos cien años. Todavía queda mucho futuro para poner a prueba la barrera de la velocidad de la luz.

Ajuste económico y político al margen de las ideologías

Hay líderes políticos y sindicales que califican las medidas de ajuste económico como política de derechas, mezclando intencionadamente las cuestiones económicas con las ideológicas. Defienden el gasto excesivo, como si los déficits se disolvieran con el tiempo como si fueran simples recuerdos y cuestionan la buena administración porque dicen que es de derechas.

Ignoran, o niegan, que un déficit alto es malo para cualquier posición ideológica porque implica mayor endeudamiento, desconfianza, encarecimiento del dinero, paro,…etc., que acaba por lastar el crecimiento, incrementar la presión fiscal y deteriorar la calidad de vida, presiones que afectan principalmente a los más desfavorecidos, que son a los que parece que dirigen sus palabras.

El Gobierno va haciendo ajustes con cuentagotas porque no quiere defraudar más de la cuenta a todas esas personas e instituciones que ha estado alimentando de declaraciones y medidas demagógicas en los años recientes. Los sindicatos, que siguen estando subvencionados desde la dictadura, tienen un ejército de liberados preparados para salir a la calle cuando se lo ordenen, lo que hace difícil que el Gobierno se atreva a hacer la reforma laboral que necesita la economía y desde luego los parados.

También resulta difícil contener el gasto innecesario que se propaga a lo ancho de las autonomías y del aparato del estado y de las empresas públicas, que han crecido en las tres pasadas décadas hasta el punto de multiplicar por cuatro o cinco el número de funcionarios. Para estos ajustes lo mejor sería que los dos principales partidos se pusieran de acuerdo y actuaran conjuntamente. Son programas de ajuste que en la vida de cualquier empresa tienen lugar cada cierto tiempo.

El problema para que se pongan de acuerdo es que no han parado de insultarse durante siete años. El reciente entendimiento para incluir el equilibrio presupuestario como precepto constitucional abre una puerta a la esperanza de que se entiendan. El país lo necesita para racionalizar la administración del conjunto del Estado y poner freno a los intereses bastardos disfrazados de reivindicaciones nacionalistas.

Un pacto de reforma de la ley electoral dividiendo el país en tantas circunscripciones como diputados, es decir eligiendo un diputado en cada una de ellas, abriría un nuevo periodo de gobiernos con amplias mayorías sin tener que comprar votos a partidos minoritarios oportunistas y sin que por ellos las minorías ciudadanas dejaran de estar amparadas. Sería además una nueva era de participación ciudadana en las tareas políticas, hoy tan imposible como lo era en la dictadura.

Memoria activa de recuerdos

La inteligencia emocional discrimina la información de las experiencias antes de que se incorpore a la memoria activa de recuerdos y emociones que alimentan el proceso de formación de las ideas y criterios. Es un mecanismo de protección que filtra la información y verifica que no es peligrosa para el modelo de conocimiento. La información que contradice radicalmente los esquemas mentales básicos es desechada y no pasa la frontera.

Este mecanismo de censura protege la memoria como si estuviera dentro de una fortaleza a la que sólo llega información útil para producir ideas que no violan conceptos básicos. Si la censura filtra en exceso, el pensamiento está más protegido de influencias externas pero las ideas son más elementales porque se desarrollan más al margen de la realidad.

Si la censura da prioridad a preservar la seguridad e integridad de los conceptos, asume que las ideas pueden perder actualidad y quedar sobrepasadas, sin demasiada inquietud por revisarlas. Si por el contrario la frontera es demasiado permeable y deja pasar la mayor parte de la información de las experiencias, aumenta la riqueza de contraste y el desarrollo de las ideas pero también la exposición a perder estabilidad.

En cuanto más permeable es la censura, la mente es más abierta y está más dispuesta a reconsiderarlo todo, pero también está menos segura de sus ideas. Para neutralizar el exceso de recuerdos y emociones no hay otro remedio que reducir la actividad, que es lo que normalmente se consigue con vacaciones, retiro, aislamiento, o en casos más extremos con una cura de sueño.

A medida que nuestra capacidad de razonar progresa y consolidamos conceptos y criterios, vamos también relajando la censura inconsciente porque va siendo más un freno que una protección. Las personas que consiguen tener un pensamiento equilibrado pueden llegar a desactivar por completo la censura sin mayores problemas, dejando al territorio de la memoria sin fronteras.

De todas formas la censura inconsciente no proporciona una protección total porque siempre deja algún cabo suelto, sobre todo el de la sugestión, que bordea y traspasa la frontera de la memoria como si conociera las claves de acceso. Es un efecto hipnótico que nos deja a merced de influencias externas, pero también es un vehículo para influir nosotros en otras personas. En cualquier caso, la censura inconsciente no es solo una protección sino también un mecanismo de regulación que nos ayuda a formar y enriquecer nuestro modelo de la realidad y a tener una mente equilibrada.

Ayudas y subvenciones en cascada

Ciertas ayudas y subvenciones del Estado son necesarias y si se sometieran a aprobación popular contarían con apoyo mayoritario, pero hay muchas otras que son innecesarias porque no añaden nada al bien común y son una carga improductiva para el contribuyente.

Las subvenciones a los partidos políticos son particularmente nocivas. Con el sistema partidista vigente, los ciudadanos tienen que delegar su soberanía en los partidos políticos y además pagarles todos sus gastos. Y lo peor es que no sabemos en qué se gastan el dinero público, porque no hay transparencia y porque los partidos conceden a su vez subvenciones y ayudas en cadena a grupos y asociaciones afines. Es inaceptable que los subvencionados concedan a su vez subvenciones con dinero ajeno, encubriendo además los fines, quizás porque son inconfesables.

Las subvenciones y ayudas a sindicatos y patronales son también prescindibles. No se entiende porque en Alemania los sindicatos se financian con las cuotas de sus miembros y en España los tiene que financiar al 90% el contribuyente. Así los sindicatos, en vez de ser meros representantes de sus afiliados, son básicamente “correas de transmisión” de intereses políticos.

Las subvenciones al cine son prescindibles y desproporcionadas. Tienen su razón de ser en que es un sector controlado por personas afines al gobierno, al que hacen propaganda política. Las ayudas concedidas y las películas producidas crecen mientras que los espectadores y la recaudación disminuye, despropósito que pagamos todos los ciudadanos, nos gusten o no nos gusten las películas que producen.

Las subvenciones no se detallan claramente en los programas de los partidos sino que son materia presupuestaria de cada año que pasa desapercibida para el ciudadano, sobre lo que nada puede hacer. Si cada ciudadano tuviera un representante político concreto (como sucede por ejemplo en Alemania, Francia, EEUU o el Reino Unido), habría un canal permanente de participación política por el que pedir explicaciones y hacer propuestas.