Las ideas, materia prima del conocimiento

materia primaLas ideas son la materia prima con la que construimos el conocimiento. Las extraemos de nuestra mente igual que se extraen las piedras de una cantera, y las pulimos y modelamos hasta que encontramos la relación que tienen con todo lo que conocemos y somos capaces de situarlas en el modelo.

Unas veces las ideas van creciendo poco a poco hasta que adquieren consistencia, como si fueran sedimentos que deposita la corriente del pensamiento. Otras veces son elaboraciones rudimentarias que llegan de aluvión a la conciencia y tenemos que contrastarlas y refinarlas hasta que sean como cantos rodados que puedan acompañar a nuestro pensamiento.

Muchas de las ideas las compartimos con la mayoría de la gente, como si en vez de crearlas las fuéramos descubriendo. Son ideas que permanecen intactas con el paso del tiempo y sirven de referencia a las corrientes colectivas de pensamiento. Son como rocas sólidas que dan base y fundamento. Otras ideas con las que nos comprometemos son las originales de nuestro propio diseño que vamos dejando en la vida como rastros de nuestra personalidad.

Hay algunas ideas que encierran peligro porque son como grietas en las que podemos quedar atrapados o como trampas de las que nos puede ser difícil salir. Igual que también hay ideas que hieren porque tienen bordes cortantes que desgarran el sentimiento. Hay ideas que aparentan tener solidez pero sin embargo están vacías y producen vértigo. Y hay una gran cantidad de pequeñas ideas que son como granos de arena que pueden bloquear el ánimo y dejar nuestro espíritu desierto.

A veces encontramos ideas valiosas que brillan como piedras preciosas, e ideas nobles ricas en conceptos. Son las más puras para enriquecer el conocimiento. Pero todas las ideas, incluidas las propias, tienen autonomía y pueden desafiar nuestros criterios. Si nos obligamos a defenderlas acabaremos siendo esclavos de ellas y nos convertimos en personas de ideas fijas.

En cambio, si dejamos que nuestras ideas se defiendan con su propia fuerza, podremos manifestarnos con libertad e independencia. Comprenderemos la importancia de que haya contraste y competencia entre las ideas y estaremos mejor preparados para valorar las que tienen más aceptación en la sociedad. Si las ideas más personales son respetadas y la gente las hace suyas, estamos contribuyendo a enriquecer la sociedad y damos más contenido a nuestra existencia.

El subvencionado cine español es mediocre

cineEl cine español ha producido películas de gran interés, pero son por desgracia una minoría. El hecho de que en nuestro país seamos mediocres haciendo cine no sería relevante si las películas las hicieran los empresarios a su riesgo y ventura. Allá cada cual con su dinero. Pero este no es el caso, porque las películas españolas  las pagamos en su mayor parte todos los contribuyentes. Es el momento de eliminar estas subvenciones.

El pasado año, la industria recaudó tan solo 67 millones de euros de ingresos mientras que las subvenciones ascendieron a 84 millones. Algunas películas tuvieron tan solo 50 espectadores, es decir como si el objetivo hubiera sido tan solo cobrar una subvención. Como contraprestación, la industria del cine subvencionado es agradecida con sus patrocinadores y rindieron servicios de propaganda política a costa del erario público.

En patético contraste, parece que la industria del cine es una historia de éxito a tenor de como lo celebran de gala en gala repartiendo premios rodeados de glamour. Y encima usurpan el nombre de Goya, quien nada tiene que ver con el cine. No se les cae la cara de vergüenza de que la cuota de mercado que alcanzan en nuestro país sea menor del 10% y esté cada año bajando.