Reforma de la ley electoral

ley electoralHay un debate público continuo sobre los problemas que aquejan a nuestra sociedad y sobre las reformas que deberían acometerse, pero nadie propone la reforma más importante, previa a todas las demás, que es una reforma de la ley electoral en la línea de lo que existe en las democracias occidentales más desarrolladas: Francia, EEUU, Reino Unido, Japón, Alemania, Canadá, Nueva Zelanda,….etc.

En España estamos sometidos a la hegemonía de los dos grandes partidos políticos que son quienes deciden quienes tienen que representar al pueblo. La intervención de un ciudadano se limita a votar a un partido cada cuatro años. Si desea proponer algo o simplemente transmitir sus opiniones sobre las materias que se debaten en el Parlamento o en su ayuntamiento, no tiene un representante con nombre y apellidos a quien dirigirse. Y si pretende dirigirse al partido que votó, puede que no consiga encontrar adonde dirigirse, y si lo consigue ni siquiera le acusen recibo o le contesten sin entrar en el tema. Solo queda el recurso de la calle.

La consecuencia de esta carencia democrática fundamental es que el poder político hace y deshace a su antojo de acuerdo con sus intereses. La estructura del Estado crece en tamaño, complejidad y coste cada vez más, y para financiarla hay una presión impositiva creciente que gravita principalmente sobre la clase media. Los políticos gastan más de lo que permiten los presupuestos y la deuda del Estado crece cada vez más hipotecando a las generaciones venideras. Y lo peor es que esa concentración de poder sin contestación posible ha generado que se «institucionalice» la corrupción y que haya un sobre-coste de comisiones en las obras y contratos del Estado, que se hayan hecho obras innecesarias, que hayan «quebrado» varias cajas de ahorro, ….etc. Lo peor es que esta situación es insostenible para la economía de los ciudadanos pero los dos grandes partidos no están dispuestos a cambiarla.

La reforma de la ley electoral adoptando circunscripciones uninominales permitiría que cada ciudadano tenga claro quien le representa en el Congreso o en el ayuntamiento y pueda participar dirigiéndose a él tanto como desee, aunque también puede optar por inhibirse y confiar en que un partido político se ocupe de representarle. El sistema basado en circunscripciones uninominales, en las que se vota a un solo candidato y no a una lista de nombres, permite la participación de los ciudadanos y devuelve la soberanía al pueblo. Tiene además la ventaja de que cualquier interés minoritario puede ser objeto de atención. Por añadidura, suele producir amplias mayorías, con lo que el partido mayoritario no tiene que «comprar» votos de grupos políticos oportunistas.

Por supuesto esta reforma de la ley electoral tendría que venir acompañada de la eliminación de subvenciones con dinero público a los partidos políticos, y de paso a los sindicatos y patronales. Y también de la supresión del Senado, que es innecesario. Sin embargo podría incorporar un mayor número de diputados para que cada uno de ellos represente a un número razonable de ciudadanos.