A quien votar

En los países occidentales realmente democráticos es muy fácil decidir a quien votar. Solo hay que decidir quien es la persona que te inspira más confianza para que te represente de entre los candidatos que optan a ser elegidos. Quien resulte elegido puede militar en un partido o en otro, y también puede ser independiente, pero, a nivel global, el partido dominante agrupa un conjunto de diputados que han pasado uno a uno por el filtro de tener la confianza de la mayoría de sus representados. Además la relación entre representantes y representados no se acaba al depositar la papeleta en la urna sino que puede ser tan frecuente como cada ciudadano desee.

Esta forma de representación está basada en circunscripciones unipersonales, es decir, en circunscripciones electorales en las que se elige un solo diputado, con lo que cada diputado electo tiene la confianza de sus electores. Este sistema esta vigente en Francia, Alemania, Reino Unido, EEUU, Japón, Canadá, Nueva Zelanda….., pero no lo está en nuestro país donde el diputado electo solo ha pasado el filtro de tener la confianza de quien le puso en una lista de candidatos que se elige en bloque, porque en nuestro país no se vota a un representante sino a un partido político. Y la consecuencia es que ningún ciudadano tiene representante y ningún diputado tiene ciudadanos que representar. Todo se «cuece» en los partidos políticos a espaldas de los ciudadanos.

Por esto en nuestro país es muy importante decidir bien a quien votar, es decir, a que partido votar, porque a partir de ahí ya no hay participación posible para influir en las decisiones de los diputados ya que no se puede hablar con ellos, ni por consiguiente influir en ellos, que además, en cualquier caso, se pliegan a la disciplina de voto que les impone su partido. Digamos que en la legislatura los ciudadanos ya no cuentan para nada y las decisiones las impone a su gusto el partido dominante, sin que los partidos de la oposición tampoco puedan influir en ellas con criterios contrastados con ciudadanos a los que representen porque éstos no existen.

Por esto, es muy importante elegir bien a quien votar. Si votas a uno de los dos grandes partidos que están consolidados y han tenido prolongados periodos de gobierno, estarás apostando por tener estabilidad en las cuestiones mas esenciales y por estar en la órbita de la Unión Europea, aunque uno y otro pongan mas o menos acento en algunas de las cuestiones y aunque hayan cometido errores en el pasado. Garantizar una cierta continuidad es en estos momentos importante para consolidar el crecimiento económico. Votar opciones minoritarias que no han tenido experiencia de gobierno tiene mayor riesgo aunque algunas de ellas estén bastante consolidadas y dejen saber claramente su orientación. De las opciones separatistas, se sabe lo que proponen pero esconden sus verdaderos propósitos personales, que en el caso de la mayor de estas opciones están destapando varios procesos judicial actualmente en marcha.

La opción de votar a un partido nuevo que no ha tenido experiencia de gobierno, y por lo tanto no ha mostrado en la práctica como gobierna, supone un acto de fe y de sintonía con todo lo que dicen, porque no tienen todavía estructura ni equipo suficientes para ofrecer un programa coherente que este a la altura de los valores de la Europa occidental. De lo que puede deducirse de como se manifiestan los líderes de este nuevo partido, parece que anteponen la ideología a la economía y que sus ideas están en la órbita de la extrema izquierda, lo que puede tener sus partidarios, pero es un cambio radical de inciertas consecuencias en relación con las tres pasadas décadas. El hecho de ser recién llegados y aspirar a engrosar todavía más el excesivamente amplio elenco de políticos, supone que en el caso de gobernar habría que abrir hueco a costa de los ciudadanos a toda una nueva generación de partidarios, amigos y familiares en cargos de la administración y empresas públicas como sucedió con los partidos que han gobernado.

Decidir a quien votar guiados por el legitimo rechazo a los abusos cometidos por miembros de la clase política y elegir a un nuevo partido por el hecho de que es nuevo y no tenga historia, supone ignorar que en caso de haber estado en la política hubieran tenido también sus casos de corrupción, como por cierto algunos medios de comunicación empiezan a airear. No en vano los casos de corrupción se han dado en todas las formaciones que han gobernado en algún territorio y han ejercido su poder. La irritación de los ciudadanos, que eficazmente ha sabido canalizar el nuevo partido, está sirviendo para que se adopten nuevas medidas para combatir la corrupción, pero nada realmente efectivo se conseguirá si no empezamos por la base raiz de la democracia que es el sistema electoral con circunscripciones unipersonales que está vigente en las principales democracias occidentales. Yo por mi parte estoy dispuesto a decidir a quien votar si un partido propone como piedra angular de su programa la adopción de dicho sistema electoral.

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