El coñazo de la política

Congreso de los DiputadosLas discusiones interminables para formar el nuevo gobierno son un coñazo, término que la Real Academia de la Lengua define como cosa latosa, insoportable. Ello se debe al sistema electoral que nos endilgaron, que siendo proporcional (corregido por la ley D´Hont) no prevé una segunda vuelta entre los dos partidos más votados.

Si en vez del sistema de listas de candidatos elegidos por los líderes de los partidos hubieran optado por un sistema mayoritario, como en los países occidentales más relevantes, algún partido hubiera tenido la mayoría absoluta. Además cada diputado habría sido elegido por los ciudadanos de su circunscripción y habría una autentica democracia representativa. No ocurriría como ahora que el 90% de los diputados los eligen de hecho los líderes de los partidos y no los ciudadanos. Cada ciudadano sabría quien le representa y podría contactar con él cuanto deseara y por consiguiente las minorías estarían mejor representadas.

Pero este sistema que no determina quien debe gobernar ni prevé una segunda vuelta es lo que tenemos y todo depende de la voluntad de los partidos políticos y de sus líderes. El más votado parece lógico que sea el que gobierne pues aventaja al segundo en 51 diputados. Pero el segundo dice que no, a pesar de haber cosechado los peores resultados de su historia después de haber gobernado más de veinte años en los últimos treinta.

El tercero es muy radical y también dice que no, y el cuarto es muy minoritario y en la práctica también dice que no. Su posición es surrealista, es decir irracional o absurda: cuestiona al líder más votado, dice no a hacer un pacto, votará no a la investidura y solo admite la abstención en la segunda votación de investidura, lo que no resuelve.

Lo que puede pasar es que haya unas terceras elecciones, que sustituyan de hecho a la segunda vuelta, siendo los ciudadanos quienes decidan si quieren seguir con el mismo coñazo o se decantan por votar a quien tiene que gobernar. No sería una sorpresa que los partidos minoritarios siguieran perdiendo apoyo popular y que el partido mayoritario llegara a obtener la mayoría absoluta.

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