Democracia interna en partidos políticos y sindicatos

democraciaEn el sistema electoral vigente, en el que los ciudadanos no tienen representante político ni cauces de participación, la soberanía popular está delegada en los partidos políticos, que a su vez la delegan en sus líderes. Es paradójico que haya quienes están preocupados por la democracia interna de los partidos para elegir a sus líderes y sin embargo no les preocupe la falta de democracia representativa y participativa.

Es en la práctica imposible que haya democracia interna en organizaciones que están subvencionadas por el Estado. En ellas la soberanía reside en el presupuesto y en quienes lo controlan que es un grupo inaccesible para los militantes de base. Los congresos en los que se encumbra al líder son ceremonias litúrgicas para legitimar los que ya está cocinado, aunque pueda haber dos opciones para elegir, ambas equivalentes. Ningún candidato puede surgir al margen del poder si se requiere para ello un número elevado de avales de representantes del aparato de control.

En los sindicatos sucede lo mismo, pero además emplean el dinero público para actuaciones que no cuentan con la mayoría popular. Por ejemplo, la reforma laboral decidida por el Gobierno puede ser mejor o peor, pero está avalada hace tres meses con mayoría absoluta. Los dos grandes sindicatos, juntos como si fueran solo uno como antaño, deciden que no hay que reformar nada y lanzan a la calle su ejercito de liberados y afines sin saber si realmente representan a la clase trabajadora y a los parados. No se si la reforma es buena o mala, pero no entiendo como los mismos que movilizan hoy la calle estaban tan contentos con que la mayoría de contratos laborales de los dos últimos años sean eventuales y puedan prorrogarse indefinidamente.

La verdadera democracia interna de una organización depende de que sean sus integrantes quienes la sufraguen. Si un partido político o un sindicato se financiara exclusivamente con las aportaciones de sus miembros, éstos tendrían buen cuidado en hacer valer sus derechos. Si a pesar de todo no consiguen que haya democracia interna, sería su problema y no un problema público si cada ciudadano tuviera su representante político y pudiera a través de él tener participación.

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