El Modelo de conocimiento

Mode le conocimientoEl modelo de conocimiento es la gran obra de nuestro cerebro que alberga valores, criterios, principios, datos y procedimientos de todo lo que conocemos. Tiene una estructura de espacio y tiempo en la que situamos las personas e instituciones con las que nos relacionamos y la información de nuestras actividades y de las cosas que suceden con los detalles que puedan afectarnos.

El modelo de conocimiento es el compendio de nuestra historia, un archivo vivo a nuestra disposición que siempre estamos enriqueciendo. Es la crónica del mundo escrita en el cerebro, con nuestras verdades y nuestras leyes, versión única de la realidad que está vigente en nuestro pensamiento. Es una obra que vamos componiendo con el conocimiento adquirido y con los sentimientos. Una obra que tiene nuestro propio diseño e incorpora nuestros errores y nuestros aciertos. Unas partes del modelo son sólidas y firmes como vigas o columnas que sustentan el peso de nuestros recuerdos, mientras que otras son moldeables porque todavía las estamos revisando o porque se refieren a cosas desconocidas o que situamos en el futuro.

Nuestro modelo de conocimiento tiene rasgos particulares que le dan personalidad, igual que una obra arquitectónica tiene su fachada. Son rasgos de identidad que no pasan inadvertidos y suelen producir atracción o rechazo en otras personas. Pero también tiene partes más ocultas que albergan dudas, temores, preocupaciones y recelos. La amplitud y extensión que el modelo de conocimiento puede llegar a tener depende de la solidez y consistencia de nuestros criterios, y del equilibrio y armonía entre nuestras ideas, emociones y conceptos.

Si el modelo de conocimiento esté bien fundamentado y es consistente, flexible, y tiene armonía y equilibrio, siempre nos estaremos enriqueciendo con la experiencia y con el pensamiento. Entonces estaremos abiertos a nuevas experiencias y a nuevas ideas, y daremos menos importancia a las cosas materiales, a tener poder, o a fracasar o tener éxito, porque habremos conseguido tener un activo de valor incalculable que no puede medirse con dinero. Es un capital que vamos amasando muy despacio pero que no se deprecia con el tiempo. Sólo tiene jurisdicción en el interior de nuestra mente, aunque influye en las demás personas a través de nuestras relaciones personales, igual que también recoge influencias externas.

Quienes valoran en exceso lo que saben, se cierran a aprender y a evolucionar sin darse demasiada cuenta y no les queda otra trayectoria que envejecer y consumir sus reservas con cierta rapidez. Quienes están dispuestos a aprender y a superarse no se vinculan demasiado a sus propias ideas, sino que dejan que cuiden de sí mismas y se defiendan con su propia fuerza. De esta forma, las enseñanzas extraídas de la experiencia alimentan el mundo interior sin condicionarlo, que es como únicamente se puede tener libertad de pensamiento.

Tenemos que administrar el modelo de conocimiento como la única riqueza que tenemos, con la responsabilidad de fiscalizarlo y contribuir a la sociedad con nuestros mejores esfuerzos. Es la gran obra de nuestro cerebro que va a perdurar como un grano de arena en la noche de los tiempos.

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