Energía nuclear sin ideología

En un país como el nuestro en el que la dependencia energética del exterior es casi total y el recibo de la luz crece viene creciendo estos últimos años más de dos dígitos, el uso de la energía nuclear tiene más ventajas que inconvenientes. Se abandonó por los problemas de terrorismo en la central de Lemóniz, aunque el abandono se justificase como cuestión ideológica.

Sin embargo, los mismos políticos que condenaron a la energía nuclear no dudaron en comprar dicha energía a Francia, país que produce el 85% de su electricidad en centrales nucleares. España ha venido importando energía eléctrica de Francia desde hace muchos años hasta el año 2010 en el que la producción de electricidad de las centrales hidroeléctricas fue excepcionalmente alta. Francia tiene unos 80 reactores nucleares, todos ellos tan cercanos a nuestro país que a los efectos de posibles accidentes es como si estuvieran en España.

En realidad, la energía nuclear no forma parte de la política energética porque se tarda más de 10 años en construir una central nuclear y mientras tanto el partido en el poder tiene que cargar con la  impopularidad de la decisión, cosa que los propios políticos han generado. Electoralmente se sale del calendario y no interesa. Mientras, los ciudadanos pagamos cada vez más cara la luz cuando la energía nuclear es mucho más barata y además tenemos reservas de uranio.

La excesiva dependencia energética del exterior, el precio creciente del petróleo y la insuficiencia y el elevado precio de las energías renovables, cuyas subvenciones representan el 22% del recibo de la luz, aconsejan reabrir el debate de la energía nuclear. La economía del país y de los ciudadanos se podrían beneficiar en el futuro de una energía más barata y más independiente.

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