La memoria

La memoria es como un semillero en el que sembramos continuamente recuerdos para que germinen ideas en el pensamiento. En ella residen los datos e imágenes que percibimos coloreados por nuestras emociones y sentimientos.

Es la siembra y recolección de las cosechas, influye el tipo de tierra y la meteorología, pero es la semilla la que determina la calidad. Igual en nuestra mente, es la calidad de la información que asimilamos la base determinante para desarrollar conocimiento.

Pero los recuerdos son piezas de información que con el tiempo se van desvaneciendo y pierden eficacia a medida que el significado que contienen se transforma en conocimiento. Olvidamos los recuerdos y liberamos zonas de memoria dejando sitio para registrar nuevas experiencias, un continuo reciclaje que añade nuevos eslabones a la cadena de producción de las ideas.

Si retenemos en exceso los recuerdos en la memoria, tenemos menos capacidad para alojar nuevas imágenes y se hace más lento el ritmo de maduración de las ideas. Estamos entonces llenos de recuerdos, muchos de ellos ya inútiles porque no aportan enseñanza, y se debilita la capacidad de razonar saturada por residuos de información que envuelven el pensamiento.

Pero si olvidamos demasiado pronto los recuerdos, desechamos información útil y no asimilamos todo lo que se deriva de la experiencia. El olvido prematuro deja lagunas en el modelo de conocimiento y empobrece la generación de ideas. Entonces aprendemos menos de lo que podríamos y tendremos conocimientos más elementales y sólo podremos resolver sobre las cosas más sencillas o sobre la superficie de los problemas.

No obstante, conviene olvidar rápidamente los recuerdos que son demasiado dramáticos para digerirlos, para que se enquisten y yazcan encapsulados en la memoria sin que desparramen su excesivo contenido emocional. Son venenos que corroen el modelo de conocimiento que hay que neutralizar con el olvido igual que enterramos los residuos radioactivos.

También hay experiencias que pueden hacer daño y sin embargo las memorizamos aunque generen preocupaciones que ponen a prueba nuestro equilibrio emocional. En la realidad de la vida tanto los recuerdos “buenos” como los “malos” proporcionan la información necesaria para contrastar las ideas.

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