Nueva aristocracia de los políticos

aristocracia de los politicosVivimos como vasallos de la nueva aristocracia de los políticos. Los líderes políticos tienen en teoría la vocación de servir a los demás, pero luchan por tener poder y por aumentarlo lo más posible y en realidad muchos de ellos sirven ante todo sus propios intereses. Les votamos por su comunicación mediática y sus principales argumentos son la imagen y la palabra. Dicen lo que la gente a la que se dirigen quiere escuchar, sabiendo que las promesas se diluyen y la memoria histórica es efímera y manipulable.

Las elecciones sirven para otorgar poder a personas que buscan el poder. Nadie presta dinero por sintonía emocional pero sin embargo designamos a los que organizan nuestra vida y manejan nuestro dinero por adhesión a su imagen. Los líderes políticos son elegidos democráticamente lo que no garantiza que vayan a tener un comportamiento democrático, pues la realidad está plagada de abusos de poder y de enriquecimientos ilícitos.

En épocas antiguas el dinero y el poder caminaban juntos y los señores feudales cobraban impuestos y manejaban las finanzas a su antojo y conveniencia. Servían al pueblo lo estrictamente necesario para que no se sublevara o para no gastar demasiado en reprimir el descontento social. La sociedad occidental fue evolucionando entre guerra y guerra, aumentando la presión del pueblo sobre la clase dirigente y se fueron creando instituciones que asumían el poder y el dinero de los señores feudales.

Entonces surgió la democracia como forma de gobierno, rescatada de épocas antiguas olvidadas. Después, la revolución industrial propició concentraciones proletarias de cuyo poder de coacción surgieron impulsos revolucionarios de reivindicación social. Las ideas de reparto de la riqueza, de justicia social, de que la soberanía reside en el pueblo, o de asumir el Estado en mayor o menor medida los medios de producción, han impulsado importantes transformaciones sociales.

Ahora, la convivencia democrática requiere que los que mandan sean elegidos por los ciudadanos. Pero el poder sigue siendo ejercido por personas concretas que tienen impulsos y motivaciones en esencia similares a las de los señores feudales de antaño, aunque hoy haya leyes e instituciones que velan por la paz, la libertad y la justicia. Los que mandan siguen siendo humanos y ya no son señores de horca y cuchillo, al menos en el mundo occidental, y no cometen los excesos de épocas pasadas, pero es porque no pueden y no porque la naturaleza humana haya mejorado.

Sigue habiendo sangre azul, pero ya no corre por las venas, sino que se conquista en la lucha por el poder, aunque se dan también muchos casos de transmisión del poder de padres a hijos. Es la aristocracia de los partidos políticos la que decide quien es el «heredero» tras un proceso de confrontación entre facciones y grupos de presión al estilo de las antiguas intrigas palaciegas. El “heredero” adquiere compromisos para repartir la tarta del poder, o eso es al menos lo que esperan quienes han contribuido a encumbrarle. Y de hecho la mano del poder reparte prebendas a sus fieles. Y si las cuentas del Estado se desbordan y no son suficientes para pagar los excesos del poder político, se recauda mas dinero del pueblo tal y como ocurría en épocas medievales. Es la nueva aristocracia de los políticos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *