Procesar los recuerdos

Procesar los recuerdosDurante el sueño el cerebro se concentra en procesar los recuerdos grabados en la memoria. Los músculos están relajados y el organismo reposa en silencio sin actividad ni pensamiento consciente. Durante el sueño visualizamos imágenes ficticias como si fueran reales y las estuvieran captando nuestros sentidos. Unas veces son sueños placenteros, otras pesadillas, pero casi siempre son escenas en las que no nos involucramos demasiado ni nos provocan reacciones emocionales. En ocasiones, recordamos haber tenido sueños espeluznantes que soportamos sin sufrimiento, mientras que otras veces son pesadillas no justificadas por el episodio soñado.

En la etapa más activa del sueño abrimos los ojos y los movemos como cuando estamos despiertos. Pero el movimiento en este caso es muy rápido y las escenas se suceden a gran velocidad como sí rebobináramos los recuerdos de la memoria. No hay una edad determinada para el sueño, y todos soñamos todas las noches, función sin la que una persona no puede seguir viviendo por mucho tiempo. Sin embargo, cuando tenemos menos edad soñamos más, o al menos así nos lo parece, e incluso recordamos más lo que soñamos. Hay sueños clásicos que todos tenemos de forma más o menos parecida como caer al vacío, o volar, experiencia tan fascinante que cuesta descartarla al despertar.

Lo normal es que un sueño conserve todos sus matices en nuestra conciencia sólo algunos instantes. Después queda una leve referencia que ni tan siquiera nos es posible contar. Sólo algunos sueños muy concretos, o muy repetitivos, dejan en nosotros un recuerdo que conservamos y podemos describir. Un episodio soñado puede ser absurdo o difícil de encajar en una escena real, lo que muchos tratan de explicar atribuyéndole un contenido simbólico que nos quiere expresar o anunciar cosas. La interpretación de los sueños ha sido materia de estudio y todavía entretiene y hace perder el tiempo a mucha gente. Porque la función fundamental del sueño es el aprendizaje subconsciente resultante de procesar los recuerdos de las experiencias vividas, extraer de ellas conocimiento abstracto y fabricar reflejos y reacciones automáticas que enriquecen nuestra inteligencia emocional.

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