Quimera catalana

quimera catalanaTarradellas pensó que se trataba de una quimera catalana la invitación que le hizo el Sr. Casinello, enviado del presidente Suarez, para regresar a Cataluña como presidente de la Generalitat. Incluso cuando llegó el avión que le iba a trasladar a España, todavía pensaba que era una quimera catalana.

Llegó al Palacio de la Moncloa a encontrarse con Suarez y, ya despierto del sueño de la quimera catalana, le pidió una reunión «a solas» en la que le indicó que tenían que permanecer aislados cuatro horas porque tenía que dar la imagen de que estaba negociando. Suarez me comentó que durante ese tiempo le estuvo contando toda su vida y que no pudo evitar dar cabezadas. La primera declaración de Tarradellas al salir de la reunión fue que había sido la «negociación» más difícil de su vida.

Tarradellas asumió dignamente como realidad lo que hasta entonces le parecía una quimera catalana. No llenó su cabeza de mayores fantasías, porque no era un hombre entrometido, bullicioso y de poco provecho, es decir, no era un mequetrefe, y conocía perfectamente hasta donde podía llegar.

Unos treinta y cinco años después, viene el actual presidente de la Generalitat al mismo Palacio de la Moncloa a «negociar», supongo que también «a solas», la nueva quimera catalana. Puestos a imaginar, pienso que puede ser una larga presentación cuya breve síntesis metafórica podría ser:

Si quieres que te la meta – a estilo de Cataluña – abre la boca sin dientes

– que ahí te va el dedo sin uña.

La respuesta no la puedo ni imaginar a pesar de haber vivido cuatro años en Galicia.

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