Sindicatos independientes del dinero público

dinero publicoLos tiempos de crisis nos hacen pensar en muchas cosas y nos obligan a revisar cuestiones que aunque fueran controvertidas estaban asumidas como normales. Una de ellas es la representación sindical de los trabajadores y la conveniencia de articularla con sindicatos independientes del dinero público. Hoy la representación está concentrada en dos sindicatos mayoritarios que en realidad operan como si fueran uno solo. Ambos sindicatos viven de subvenciones públicas y defienden más o menos lo mismo, incluso suelen expresar sus mensajes de forma conjunta. Para gran parte de los ciudadanos parecen la misma cosa.

Hay mucha gente que opina que los sindicatos no representan fielmente los intereses del conjunto de la población activa y que se ocupan más en defender los derechos de los que están trabajando, aunque dicha defensa contribuya a dificultar la contratación de los más jóvenes y contribuya también al cierre de negocios en situación de precariedad. Desde luego la posición de los sindicatos es opuesta a flexibilizar determinados aspectos de la contratación laboral que muchos economistas juzgan necesario para relanzar la economía.

Los sindicatos reciben dinero público con el que financian alrededor del 90% de sus presupuestos, cubriendo las cuotas de sus afiliados tan solo un 10%. Esta situación contrasta con la de Alemania, país en el que los sindicatos están sufragados por los afiliados y son independientes del dinero público. En Alemania los sindicatos tienen que defender de forma rigurosa el interés colectivo de sus miembros porque es la razón de ser de las contribuciones que éstos hacen y la forma de que continúen haciéndolas.

Aquí en nuestro país los sindicatos tienen la vida asegurada con dinero público y no tienen que profundizar demasiado en como representan a un colectivo que en realidad es un simple “accionista minoritario”. Tienen que escenificar enfrentamientos con el gobierno pero no pueden llegar muy lejos y desde luego defienden muy bien los intereses corporativos propios. Para ello cuentan con un “ejercito” de 57.000  liberados cuya principal misión es salir a la calle cuando les convoquen.

Especialmente negativo es el impacto de que hagan acuerdos de sector con las organizaciones patronales (con representatividad también discutible) para decidir sobre materias que un empresario debería de poder libremente pactar con sus trabajadores según las posibilidades reales de la marcha del negocio. La verdadera reforma laboral debe de empezar por que los sindicatos sean independientes y se financien con las aportaciones de sus afiliados. Una vez conseguido esto ya se preocuparán los sindicatos de contribuir de forma efectiva a defender a la colectividad que representan.

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