No hay representación política

En democracia se supone que hay representación política, que  el poder reside en el pueblo y que las leyes emanan de la voluntad colectiva de los ciudadanos, voluntad que por razones prácticas tiene necesariamente que expresarse de forma indirecta a través de representantes, salvo convocatorias plebiscitarias ocasionales para decisiones muy concretas. La forma de articular la representación de los intereses de cada ciudadano es crucial para que en la práctica el sistema sea realmente democrático o favorezca que se instale una oligarquía en el poder.

En España, el ciudadano tiene que votar en las elecciones generales por una de las listas de candidatos que ofrecen los partidos políticos, listas que han sido confeccionadas por los propios partidos. Este sistema supone que los ciudadanos delegan su soberanía en los partidos políticos, lo que atenta contra el derecho de ser independiente de cualquier partido político y de no sentirse representado por ninguno de ellos. De hecho, es habitual considerar que todos los partidos políticos tienen algunas propuestas acertadas y otras que no lo son. Con la delegación de la soberanía popular en los partidos políticos os ciudadanos no tienen otra participación que depositar la papeleta del voto cada cuatro años. Durante la legislatura solo pueden expresar sus puntos de vista manifestándose en la calle, lo que es inoperante hacer de forma individual y por eso suele estar también controlado por grupos políticos.

En el Reino Unido, por ejemplo, cada ciudadano sabe quién es su representante político, que es el que resultó más votado en su circunscripción electoral, la cual es una circunscripción uninominal que elige a un solo diputado. Una vez elegido, el diputado sabe que en su circunscripción tiene electores de diferentes ideas políticas a los que tiene que representar y mantiene frecuentes contactos con los que estén interesados. Es allí frecuente que un ciudadano tenga el teléfono de su representante y que le contacte, y también es frecuente que el diputado establezca contacto con sus electores. Lo mismo ocurre en otros países auténticamente democráticos como Francia, Alemania, EEUU, Nueva Zelanda, Canadá, Japón….etc.

En España el ciudadano no sabe a quién puede dirigirse si quiere hacer una propuesta personal o comunicar su punto de vista sobre las cuestiones de interés social y desde luego nadie trata de contactar con él para darle la oportunidad de participar. Ninguno de los diputados electos siente la necesidad de pulsar las opiniones de sus electores porque no son éstos los que le eligen, ya que debe su elección a la persona de su partido que le incluyó en la lista en una posición de prioridad. La representación política es legítima en cuanto que es acorde con la ley, pero no lo es en realidad en cuanto que no es una representación cierta, genuina y verdadera. Pasa lo mismo en las elecciones locales de Ayuntamientos y Comunidades, instituciones en las que todavía tendría más sentido encauzar la participación ciudadana. Si alguien detecta un problema concretos en su barrio  no puede planteárselo a su representante municipal porque no existe, y si se dirijo al Alcalde recibe una contestación evasiva “automática” de alguien de su organización, lo que he podido comprobar personalmente.

Reforma de la ley electoral

ley electoralHay un debate público continuo sobre los problemas que aquejan a nuestra sociedad y sobre las reformas que deberían acometerse, pero nadie propone la reforma más importante, previa a todas las demás, que es una reforma de la ley electoral en la línea de lo que existe en las democracias occidentales más desarrolladas: Francia, EEUU, Reino Unido, Japón, Alemania, Canadá, Nueva Zelanda,….etc.

En España estamos sometidos a la hegemonía de los dos grandes partidos políticos que son quienes deciden quienes tienen que representar al pueblo. La intervención de un ciudadano se limita a votar a un partido cada cuatro años. Si desea proponer algo o simplemente transmitir sus opiniones sobre las materias que se debaten en el Parlamento o en su ayuntamiento, no tiene un representante con nombre y apellidos a quien dirigirse. Y si pretende dirigirse al partido que votó, puede que no consiga encontrar adonde dirigirse, y si lo consigue ni siquiera le acusen recibo o le contesten sin entrar en el tema. Solo queda el recurso de la calle.

La consecuencia de esta carencia democrática fundamental es que el poder político hace y deshace a su antojo de acuerdo con sus intereses. La estructura del Estado crece en tamaño, complejidad y coste cada vez más, y para financiarla hay una presión impositiva creciente que gravita principalmente sobre la clase media. Los políticos gastan más de lo que permiten los presupuestos y la deuda del Estado crece cada vez más hipotecando a las generaciones venideras. Y lo peor es que esa concentración de poder sin contestación posible ha generado que se «institucionalice» la corrupción y que haya un sobre-coste de comisiones en las obras y contratos del Estado, que se hayan hecho obras innecesarias, que hayan «quebrado» varias cajas de ahorro, ….etc. Lo peor es que esta situación es insostenible para la economía de los ciudadanos pero los dos grandes partidos no están dispuestos a cambiarla.

La reforma de la ley electoral adoptando circunscripciones uninominales permitiría que cada ciudadano tenga claro quien le representa en el Congreso o en el ayuntamiento y pueda participar dirigiéndose a él tanto como desee, aunque también puede optar por inhibirse y confiar en que un partido político se ocupe de representarle. El sistema basado en circunscripciones uninominales, en las que se vota a un solo candidato y no a una lista de nombres, permite la participación de los ciudadanos y devuelve la soberanía al pueblo. Tiene además la ventaja de que cualquier interés minoritario puede ser objeto de atención. Por añadidura, suele producir amplias mayorías, con lo que el partido mayoritario no tiene que «comprar» votos de grupos políticos oportunistas.

Por supuesto esta reforma de la ley electoral tendría que venir acompañada de la eliminación de subvenciones con dinero público a los partidos políticos, y de paso a los sindicatos y patronales. Y también de la supresión del Senado, que es innecesario. Sin embargo podría incorporar un mayor número de diputados para que cada uno de ellos represente a un número razonable de ciudadanos.

Vox populi

Supongo que el nombre «Vox» del partido político recientemente creado expresa su vocación de que la vox populi este legítimamente representada en el Parlamento y pueda participar. En la situación actual esto no sucede porque los diputados solo representan a quien les incluyó en una lista, lo que es una de las dos grietas de la actual Constitución por donde se escapa la democracia. La participación ciudadana se limita a votar cada cuatro años a la lista de un partido, en muchísimos casos seleccionándolo por exclusión de todos los demás. Con esta delegación obligada de la soberanía popular en los partidos, un ciudadano solo puede participar a través de un partido aunque no le una nada a ninguno en concreto, y en la práctica es además imposible, porque no existen cauces para tal hipotética participación. Yo he intentado enviar sugerencias a los partidos través de sus páginas web y en unos casos no existe tal facilidad y en otros simplemente ni contestan.

Volviendo al caso de Vox, creo que en el manifiesto que publica en su pagina web debiera ser mucho más explicito en lo que se refiere a la ley electoral porque dicha ley es la piedra angular de la democracia. La propuesta que Vox hace es ambigua, porque, aunque defiende circunscripciones mas pequeñas, deja abierta la puerta de la proporcionalidad, quizás porque siendo un partido de reciente creación le sea muy difícil conseguir diputados si las circunscripciones son uninominales.

Las circunscripciones uninominales existen en las democracias mas importantes como son Reino Unido, Alemania, Francia, EEUU, Japón, Canada…etc, y no puede entenderse que en nuestro país se haya optado por ignorar lo que está vigente en los países occidentales de mayor éxito. Creo que el nuevo partido tiene que concretar más sobre la ley electoral, si es que defiende este sistema como ya lo hizo en una entrevista en televisión uno de sus miembros, el Sr. Camuñas, cuando era presidente del Foro de la Sociedad Civil. Los demás partidos no parece que se interesen por adoptar el sistema electoral que tienen las auténticas democracias.

Las dos grietas de la Constitución

ConstitucionEl sistema electoral y la separación de poderes son las dos grietas de la Constitución por donde se escapa la democracia. Con el sistema electoral actual el ciudadano no tiene un representante político al que dirigirse y por lo tanto no puede participar durante la legislatura y sin representación ni participación no hay una autentica democracia. La soberanía popular no reside en los ciudadanos sino en los partidos políticos, cuyos líderes son los que deciden las listas de quienes por su fidelidad merecen ser diputados. El ciudadano se tiene que limitar a echar una papeleta en la urna cada cuatro años para elegir la lista precocinada que menos rechazo le produce.

El sistema electoral en el que la soberanía reside en los ciudadanos y en el que hay auténtica representación y participación es el sistema de circunscripciones uninominales en el que se elige un diputado por cada circunscripción. El diputado elegido es el representante político de los ciudadanos residentes en la circunscripción y a él pueden dirigirse siempre que lo deseen, con lo que el diputado se verá obligado a representar lo que mayoritariamente opinan los ciudadanos que representa y no lo que le ordena el jefe de fila de su partido. No en vano es el sistema vigente en Francia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda,…etc. Además, este sistema produce amplias mayorías con lo que el partido mas votado no tiene que «comprar» votos a minorías oportunistas.

La otra grieta es la separación de poderes que es actualmente prácticamente inexistente ya que el partido que gobierna controla el poder ejecutivo y el legislativo, y tiene una considerable influencia en el poder judicial. El ciudadano que se molesta en pensar sobre estas cosas no entiende porque existiendo un Tribunal Supremo de larga y antigua tradición, se han creado el Tribunal Constitucional y el Consejo Superior del Poder Judicial, y mucho menos entiende que sus miembros sean nombrados por los partidos políticos y que incluso puedan ser ajenos a la carrera judicial.

Democracia en los partidos políticos

partidos politicosLa democracia en los partidos políticos de nuestro país es en la actualidad inexistente. Por esto, un grupo de ciudadanos acaba de hacer un manifiesto proponiendo una ley para democratizar los partidos políticos, se supone que para que puedan seguir teniendo el monopolio de representar a los ciudadanos, lo que los manifestantes parece que consideran normal. Y no está mal que los partidos políticos democraticen su funcionamiento y que sus líderes tengan mandatos limitados y sean elegidos en primarias, pero de poco sirve si no se aborda la anomalía de que los ciudadanos no tengan representantes concretos a los que dirigirse.

Un ciudadano debe de poder elegir entre limitarse a votar cada cuatro años, o participar en el desarrollo político él solo o en asociación con quienes desee, a través de un representante con nombre y apellidos que tenga la obligación e incluso el interés personal de atenderle. Esta representación y participación solo puede articularse si cada ciudadano vota en una circunscripción electoral en la que se elige a un representante concreto, con independencia de que los candidatos que se presentan a la elección en dicha circunscripción pertenezcan a uno u otro partido. Cada ciudadano puede optar de esta forma entre participar  a través de quien ha sido elegido o desentenderse hasta la próxima convocatoria.

Por muy democrático que sea el funcionamiento interno de los partidos políticos, con el sistema actual de listas de personas que no representan a los ciudadanos sino a los partidos y a sus órganos de gobierno, los ciudadanos estarán limitados a votar cada cuatro años una «marca» política como quien elige una fragancia, lo que no ocurre en las democracias occidentales de más éxito. Democracia interna de los partidos por supuesto también, pero la adecuada representación y participación política está «aguas arriba» y es prioritaria.

La ley electoral

La ley electoralla ley electoral es la piedra angular de la democracia y debe de servir para determinar quién es el representante político de cada ciudadano. El sistema electoral que han adoptado los países democráticos más desarrollados se basa en la circunscripción uninominal, es decir en la división del territorio en tantas circunscripciones electorales como representantes a elegir. Es la fórmula que se aplica en Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda, Japón y Alemania.

Con este sistema cada elector tiene su representante, que es quien ha sido elegido democráticamente en su circunscripción electoral para representar los intereses e inquietudes de la mayoría de sus electores por encima de los compromisos de su partido. Los ciudadanos pueden trasmitir sus inquietudes o proponer iniciativas concretas a sus representantes cada día de la legislatura. Sin embargo en España esto no es posible ya que el ciudadano español no elige a su representante político sino que vota la lista de un partido cuyos miembros solo representan a quien la hizo.

Votar a los partidos es en la práctica votar marcas, ya sea “derechas”, “izquierdas” o «independencia». La marca ganadora gobierna durante cuatro años sabiendo que los ciudadanos no tienen ninguna posibilidad de intervenir aparte de eventuales algaradas callejeras. Los partidos políticos mientras tanto disfrutan de dinero público para ser cada vez más poderosos y desarrollar sociedades y fundaciones para colocar a sus fieles. Es lamentable que en la transición política nos hayan endosado un sistema electoral radicalmente diferente al de las democracias más establecidas y mejor desarrolladas y hayan decretado que el ciudadano solo pueda en realidad elegir cada cuatro años entre “derechas”, “izquierdas” o «independencia».

La clase política, si verdaderamente defiende el interés común, debería replantearse el sistema electoral y ponerlo en línea con los países líderes en progreso, desarrollo y justicia social.

No a la proporcionalidad entre votos y escaños

proporcionalidadLa proporcionalidad entre votos y escaños favorece a los partidos políticos minoritarios con implantación a escala nacional. Por eso Izquierda Unida defiende la implantación del llamado cociente Hare, aduciendo que todos los votos han de tener el mismo valor. Esta propuesta la reivindicaba también el movimiento 15-M y la propone Unión del Progreso y Democracia porque está claro que les favorece. Los defensores de la proporcionalidad entre votos y escaños parten del supuesto viciado de que son los partidos políticos y no los ciudadanos quienes han de estar representados en el Parlamento. Entienden que los ciudadanos tienen que limitarse a votar a los partidos políticos cada cuatro años para delegarles la soberanía popular para que impere la partidocracia.

Muy al contrario, la soberanía popular en una verdadera democracia reside en los ciudadanos y no puede delegarse, y son los ciudadanos y no los partidos quienes tienen que estar adecuadamente representados. Y si no hay una representación cierta, genuina y verdadera, la democracia no es legítima aunque sea conforme con las leyes. Si de verdad queremos vivir en democracia, la ley electoral tiene que adoptar el sistema mayoritario de circunscripción uninominal, que es el que funciona en EEUU, Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda,….etc, porque es el único con el que cada ciudadano tiene su representante y puede a través de él participar en la vida política si lo desea.

Además, el sistema de circunscripciones uninominales  conduce a mayorías sólidas sin que por ello dejen de estar representadas las minorías ciudadanas. Éstas últimas están mejor representadas caso a caso a través del diputado de cada circunscripción que por una minoría parlamentaria dispuesta a “vender” sus votos cuando puedan ser decisorios. En Italia tenemos la prueba del fraccionamiento entre partidos, la ausencia de representación política del ciudadano, y las dificultades de gobernabilidad a causa del abandono del sistema mayoritario (al 75%) y la adopción del sistema proporcional que propició el Sr. Berlusconi en 2005.

Si además de tener circunscripciones uninominales eligiéramos en directo al jefe del poder ejecutivo y se legislara la independencia del poder judicial, estaríamos en el camino del verdadero progreso porque todo lo demás vendría por añadidura.

O buscas la solución o eres parte del problema

problemaO buscas la solución o eres parte del problema es una reflexión que cualquier persona que tenga responsabilidades debe siempre platearse. Es oportuno, especialmente en estos tiempos, para los responsables de las instituciones del Estado, partidos políticos, clase política, medios de comunicación, sindicatos, patronales, empresas y ciudadanos. Porque todas las noticias, comentarios y debates se ocupan casi exclusivamente en incidir sobre los detalles de los problemas, y en las continuas acusaciones de unos a otros, pero nadie plantea seriamente las soluciones que hay que aplicar. Y sin embargo los problemas básicos están suficientemente identificados para proceder a buscar soluciones.

Si los ciudadanos no tienen representante político ni cauces de participación, porque la soberanía reside en los partidos políticos,  habrá que devolver la soberanía a los ciudadanos. La sociedad debería estar debatiendo sobre un nuevo sistema electoral y no lo hace, y lo poco que se comenta se centra en el tópico de las listas abiertas. Casi nadie plantea adoptar el sistema de circunscripciones uninominales que es el que hay en las democracias occidentales relevantes. Si el poder judicial está controlado por los partidos y hay dos instancias supremas, habrá que discutir soluciones para su independencia y unidad. Si las leyes son tan permisivas que los delincuentes salen a la calle al día siguiente o los políticos y empresarios corruptos no van a la cárcel ni devuelven el dinero, habrá que discutir como endurecer las leyes. Si el Estado gasta más de lo que ingresa habrá que debatir la simplificación de sus estructuras. Si el Senado no sirve para nada habrá que plantearse suprimirlo. Y ….etc, etc, etc.

En lugar de discutir sobre las soluciones a aplicar, los políticos están peleándose unos con otros. Los unos para seguir gobernando sin abordar los cambios esenciales que habría que hacer,  los otros para la quimera de derribar un gobierno que tiene mayoría absoluta. Si discutieran sobre las soluciones con seriedad, sin demagogia, dejando aparte las rencillas y los intereses bastardos, probablemente tendrían unos y otros bastantes puntos de encuentro. Los medios de comunicación tendrían que ser más constructivos y dejar de dedicarse solo a «echar leña al fuego». O buscas la solución o eres parte del problema.

Bases democráticas en la Unión Europea

bases democraticasNo se entiende que en Europa los Estados Miembros hagan grandes esfuerzos en legislar la unidad monetaria, la unidad fiscal, la unidad bancaria…etc., y no se preocupen en absoluto de exigir que en el territorio de la Unión Europea existan las bases democráticas fundamentales sin las cuales no debería permitirse la integración ni la permanencia en el proyecto europeo.

Si un país no puede garantizar la separación de poderes no puede calificarse de democrático y esta carencia constituye una amenaza autocrática que no es compatible con el espíritu de unidad europea. Tampoco es compatible con el espíritu europeo que en un país no haya representación política de los ciudadanos ni cauces de participación en la actividad parlamentaria. Un país que obliga a que la soberanía popular esté delegada en los partidos políticos no cumple con las bases democráticas fundamentales que deberían ser exigibles a los países de la Unión.

Si la Unión Europea dedicara más atención a exigir estas bases democráticas fundamentales, en nuestro caso podríamos vernos obligados a legislar la separación de poderes y a adoptar un sistema electoral con circunscripciones uninominales, de forma que cada ciudadano supiera quién es su representante político y pudiera dirigirse a él siempre que lo desee. Si no lo exige la Unión Europea es casi imposible que lleguemos a tener las bases democráticas más elementales ya que no convienen a la clase dirigente porque sin ellas nos pueden seguir teniendo atrapados a los ciudadanos en un sistema autocrático disfrazado de democracia.

Manifiesto del Foro de la Sociedad Civil

foro de la sociedad civilEl Manifiesto que acaba de publicar el Foro de la Sociedad Civil se centra en proponer las reformas más básicas  y urgentes de la Constitución y de la Ley Electoral, que en síntesis incluye:

  • La «sustitución del actual Estado Autonómico por un Estado Unitario, con un solo Gobierno, un único Parlamento Nacional y un Tribunal Supremo».
  • «La supresión del Senado».
  • Nuevo sistema electoral con «50 Diputados elegidos en listas de partido a escala nacional» y «300 Diputados elegidos en circunscripciones uninominales a través de un sistema mayoritario a doble vuelta».
  • «Eliminar las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales».

El Foro de la Sociedad Civil se concentra en lo que es realmente básico para abordar una nueva era de prosperidad y no cabe añadir mucho más al texto porque es casi perfecto y merece apoyo tal como es porque es la aportación más acertada de todas las expresadas en los últimos años. No obstante, en la hipótesis de que todavía fuera un texto abierto, cabría proponer las siguientes modificaciones:

  • Dejar clara la independencia del poder judicial
  • Elegir la totalidad de los diputados en circunscripciones uninominales.

Los 50 diputados elegidos en listas de partidos a escala nacional se supone sirven para defender los intereses minoritarios, pero los verdaderos intereses minoritarios que hay que defender son los de los ciudadanos, los cuales están mejor defendidos día a día con el diputado de cada circunscripción. Si toda la cámara fuera elegida en circunscripciones uninominales, podría incluso elevarse el número de diputados a 400 o 500 para que haya un representante político cada 60 o 70 mil ciudadanos.