Votar con criterio

Es importante votar con criterio, porque en nuestro país la única participación política de un ciudadano es votar cada cuatro años. Una vez echada la papeleta en la urna, el ciudadano ya no tiene posibilidad de opinar porque no tiene con quien comunicarse ni quien le represente ya que los diputados solo representan a quien les puso en la lista.

Votar con criterio es dejar de lado los impulsos emocionales y tratar de encontrar una razón que prevalezca sobre las demás para elegir la papeleta de uno u otro partido, aunque como decían en Italia haya que «taparse la nariz», lo que, dadas las noticias de abusos cometidos por miembros de la clase política, quizás haya que hacer en cualquier caso sea cual sea la opción elegida.

Votar con criterio ideológico no es en mi opinión prioritario ya que todos los partidos políticos no extremistas defienden suficientemente la libertad, la justicia social, la igualdad…etc, y muchas veces, cuando un partido hace bandera por alguna causa ideológica concreta, después es incapaz de implementarla cuando está en el poder, porque una cosa es prometer algo y otra cumplir la promesa. Además, las cuestiones ideológicas de largo alcance deberían contar con amplias mayorías, es decir ser consensuadas por los partidos mayoritarios.

Votar con criterio económico tiene su razón de ser porque la principal tarea de los gobernantes es administrar el bien común y procurar el buen uso del dinero público sin deficits presupuestario ni deuda que alcancen niveles problemáticos que amenacen el bienestar social futuro. Sin embargo, este criterio es mas bien excluyente, no para elegir un partido sino para descartarlo. Y la prueba de fuego no reside en el programa electoral sino en su quehacer histórico cuando estuvo en el poder.

Votar con criterio de valoración de las experiencias pasadas tiene el sentido de que «por los hechos los conoceréis» y no cabe duda de que es una buena forma de elegir. No obstante «cada uno habla de la feria según le va en ella» y para basar el voto en este criterio hay tener en cuenta datos objetivos y dejar a un lado que las circunstancias personales hayan sido buenas o malas. En la medida en la que se imponga la subjetividad se pasa a votar con criterio emocional. Igual que es votar con criterio emocional votar a partidos que no hayan tenido experiencia de gobierno.

Votar con criterio analizando el programa electoral de cada partido es poco útil, aunque puede servir para descartar a los partidos que propongan metas utópicas o manifiestamente subversivas del stau quo de un país como el nuestro que tiene los estándares de la Unión Europea. Los programas electorales de los principales partidos siempre plantean objetivos que en su conjunto son más o menos razonables, lo que ocurre es que una vez conquistado el poder consideran que el programa es revisable según las circunstancias y no se ciñen a él.

Votar con criterio emocional es votar sin reflexión en base a la conexión emocional con una opción política, sea por adhesión emocional a un líder carismático o por la influencia del entorno social frecuentado. En nuestro país, a falta de poder votar a una persona que te represente, hay una tendencia perversa al voto emocional, y los partidos tratan de hecho de excitar la vena emocional de los ciudadanos en sus actos electorales. Los mas frikis cultivan exclusivamente la vía emocional y la centran en descalificar e insultar a sus adversarios.

En los principales países democráticos en los que hay circunscripciones unipersonales (Francia, EEUU, Alemania, Reino Unido, Japón, Nueva Zelanda, Canadá,..), votar con criterio es votar a la persona que te ofrece mas confianza de que va a defender el bien común, con independencia de a que partido pertenece si es el caso, y quien resulte elegido es un representante con quien se puede participar tanto como se desee. En nuestro país, no elegimos representantes y por tanto la «confianza» hay que depositarla en un partido por cuatro años, por lo que los impulsos emocionales implican alto riesgo.

Diputado con dedicación exclusiva

Diputados durmiendoEl problema para el diputado con dedicación exclusiva que propone el Sr. Sanchez es que cuando esta en su circunscripción no representa a nadie y no tiene nada que hacer. Su única función es la de acudir al Parlamento y votar según le indica su jefe de filas.

Si en vez de ser elegido por el jefe de su partido para entrar en la lista hubiera sido elegido por los ciudadanos de su circunscripción (circunscripción uninominal como en casi todos los países occidentales) cada ciudadano sabría quien le representa y cada diputado sabría quienes son sus representados y entonces habría autentica representación y los diputados tendrían que tener dedicación exclusiva con independencia de que lo exijan o no las normas.

Si tuviéramos el sistema electoral que está vigente en los principales países occidentales, el ciudadano votaría a un candidato concreto que puede ser presentado por un partido o puede, en algunos casos, ser independiente. El partido ya no puede presentar un candidato anónimo pero fiel al partido porque corre el riesgo de que no lo elijan. Tiene más bien que presentar un candidato que tenga aceptación entre los electores. El candidato elegido es el representante de todos los electores de su circunscripción, tanto si le han votado como si no, y sus representados pueden establecer contacto con ellos tanto como deseen a lo largo de la legislatura y serán reelegidos la próxima vez en la medida en que hagan bien su trabajo de representar a los ciudadanos de su circunscripción.

Este sistema de circunscripciones uninominales, también denominado sistema mayoritario, tiene además la ventaja de que produce en la practica amplias mayorías y no unos resultados precarios de los que se aprovechan grupos marginales “vendiendo” caros sus escaños para completar una mayoría que no ha salido de las urnas. Además, aunque haya una mayoría holgada, los intereses minoritarios pueden ser defendidos día a día participando a través de los representantes políticos que tendrán en cada caso que defender las posiciones que plantean sus representados por encima de la disciplina de partido.

Lo que parece increíble es que el Sr. Sanchez aborde el tema del diputado con dedicación exclusiva, que no tiene nada que hacer porque solo le representa a él, y no se ocupe de que el sistema electoral sea objeto de debate público cuando es una base fundamental para que haya una autentica democracia.

Las dos grietas de la Constitución

ConstitucionEl sistema electoral y la separación de poderes son las dos grietas de la Constitución por donde se escapa la democracia. Con el sistema electoral actual el ciudadano no tiene un representante político al que dirigirse y por lo tanto no puede participar durante la legislatura y sin representación ni participación no hay una autentica democracia. La soberanía popular no reside en los ciudadanos sino en los partidos políticos, cuyos líderes son los que deciden las listas de quienes por su fidelidad merecen ser diputados. El ciudadano se tiene que limitar a echar una papeleta en la urna cada cuatro años para elegir la lista precocinada que menos rechazo le produce.

El sistema electoral en el que la soberanía reside en los ciudadanos y en el que hay auténtica representación y participación es el sistema de circunscripciones uninominales en el que se elige un diputado por cada circunscripción. El diputado elegido es el representante político de los ciudadanos residentes en la circunscripción y a él pueden dirigirse siempre que lo deseen, con lo que el diputado se verá obligado a representar lo que mayoritariamente opinan los ciudadanos que representa y no lo que le ordena el jefe de fila de su partido. No en vano es el sistema vigente en Francia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda,…etc. Además, este sistema produce amplias mayorías con lo que el partido mas votado no tiene que «comprar» votos a minorías oportunistas.

La otra grieta es la separación de poderes que es actualmente prácticamente inexistente ya que el partido que gobierna controla el poder ejecutivo y el legislativo, y tiene una considerable influencia en el poder judicial. El ciudadano que se molesta en pensar sobre estas cosas no entiende porque existiendo un Tribunal Supremo de larga y antigua tradición, se han creado el Tribunal Constitucional y el Consejo Superior del Poder Judicial, y mucho menos entiende que sus miembros sean nombrados por los partidos políticos y que incluso puedan ser ajenos a la carrera judicial.

Democracia en los partidos políticos

partidos politicosLa democracia en los partidos políticos de nuestro país es en la actualidad inexistente. Por esto, un grupo de ciudadanos acaba de hacer un manifiesto proponiendo una ley para democratizar los partidos políticos, se supone que para que puedan seguir teniendo el monopolio de representar a los ciudadanos, lo que los manifestantes parece que consideran normal. Y no está mal que los partidos políticos democraticen su funcionamiento y que sus líderes tengan mandatos limitados y sean elegidos en primarias, pero de poco sirve si no se aborda la anomalía de que los ciudadanos no tengan representantes concretos a los que dirigirse.

Un ciudadano debe de poder elegir entre limitarse a votar cada cuatro años, o participar en el desarrollo político él solo o en asociación con quienes desee, a través de un representante con nombre y apellidos que tenga la obligación e incluso el interés personal de atenderle. Esta representación y participación solo puede articularse si cada ciudadano vota en una circunscripción electoral en la que se elige a un representante concreto, con independencia de que los candidatos que se presentan a la elección en dicha circunscripción pertenezcan a uno u otro partido. Cada ciudadano puede optar de esta forma entre participar  a través de quien ha sido elegido o desentenderse hasta la próxima convocatoria.

Por muy democrático que sea el funcionamiento interno de los partidos políticos, con el sistema actual de listas de personas que no representan a los ciudadanos sino a los partidos y a sus órganos de gobierno, los ciudadanos estarán limitados a votar cada cuatro años una «marca» política como quien elige una fragancia, lo que no ocurre en las democracias occidentales de más éxito. Democracia interna de los partidos por supuesto también, pero la adecuada representación y participación política está «aguas arriba» y es prioritaria.

Pacto PP PSOE sobre el sistema electoral

pacto PP PSOEUn pacto PP PSOE sobre el sistema electoral parece posible y sería muy conveniente como eje fundamental de la regeneración democrática y de las reformas que necesita el país. Sería una oportunidad de que los ciudadanos estén legítimamente representados y que esa representación sea cierta, genuina y verdadera.

En los países más avanzados los electores votan en circunscripciones uninominales, de forma que cada ciudadano tiene un diputado concreto que le representa y cada diputado representa al conjunto de ciudadanos concretos que le han elegido por mayoría. Es el sistema que funciona en EEUU, Francia, Reino Unido, Alemania (para la mitad de la Cámara), Canadá, Nueva Zelanda, Australia y que estuvo vigente en Italia (en un 75%) hasta el año 2005.

Este sistema conviene a los ciudadanos, porque pueden estar en contacto con su representante tanto como deseen, hacer ver sus inquietudes y opiniones y participar individualmente o en grupo en el desarrollo legislativo. Cada diputado tiene obviamente que estar pendiente de sus electores y saber lo que opina la mayoría de ellos, lo que prevalece sobre la disciplina de partido. En lamentable contraste, hoy en nuestro país la única forma de opinar, aparte votar cada cuatro años, es la algarada callejera.

El sistema de circunscripciones uninominales conviene también al PP y PSOE porque si lo adoptaran, en las próximas elecciones uno de ellos alcanzaría la mayoría absoluta, cosa que con el sistema actual no se vislumbra. El que obtuviera la mayoría formaría un gobierno fuerte que no tendría que estar «comprando» votos, siempre que llevara al Parlamento propuestas que tuvieran aceptación mayoritaria de los diputados, toda vez que éstos representan a los ciudadanos y no a la persona que les puso en una lista.

El pacto PP PSOE sobre el sistema electoral evitaría el fraccionamiento del Parlamento en demasiados partidos y sus consiguientes componendas. Esto ha sucedido en Italia y se vislumbra que ocurra en nuestro país. PP y PSOE tienen entre ambos la mayoría necesaria para reformar el sistema electoral adoptando circunscripciones uninominales y si dejan pasar esta oportunidad quizás no la vuelvan a tener. Si además eliminan el Senado tanto mejor.

La ley electoral

La ley electoralla ley electoral es la piedra angular de la democracia y debe de servir para determinar quién es el representante político de cada ciudadano. El sistema electoral que han adoptado los países democráticos más desarrollados se basa en la circunscripción uninominal, es decir en la división del territorio en tantas circunscripciones electorales como representantes a elegir. Es la fórmula que se aplica en Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda, Japón y Alemania.

Con este sistema cada elector tiene su representante, que es quien ha sido elegido democráticamente en su circunscripción electoral para representar los intereses e inquietudes de la mayoría de sus electores por encima de los compromisos de su partido. Los ciudadanos pueden trasmitir sus inquietudes o proponer iniciativas concretas a sus representantes cada día de la legislatura. Sin embargo en España esto no es posible ya que el ciudadano español no elige a su representante político sino que vota la lista de un partido cuyos miembros solo representan a quien la hizo.

Votar a los partidos es en la práctica votar marcas, ya sea “derechas”, “izquierdas” o «independencia». La marca ganadora gobierna durante cuatro años sabiendo que los ciudadanos no tienen ninguna posibilidad de intervenir aparte de eventuales algaradas callejeras. Los partidos políticos mientras tanto disfrutan de dinero público para ser cada vez más poderosos y desarrollar sociedades y fundaciones para colocar a sus fieles. Es lamentable que en la transición política nos hayan endosado un sistema electoral radicalmente diferente al de las democracias más establecidas y mejor desarrolladas y hayan decretado que el ciudadano solo pueda en realidad elegir cada cuatro años entre “derechas”, “izquierdas” o «independencia».

La clase política, si verdaderamente defiende el interés común, debería replantearse el sistema electoral y ponerlo en línea con los países líderes en progreso, desarrollo y justicia social.

No a la proporcionalidad entre votos y escaños

proporcionalidadLa proporcionalidad entre votos y escaños favorece a los partidos políticos minoritarios con implantación a escala nacional. Por eso Izquierda Unida defiende la implantación del llamado cociente Hare, aduciendo que todos los votos han de tener el mismo valor. Esta propuesta la reivindicaba también el movimiento 15-M y la propone Unión del Progreso y Democracia porque está claro que les favorece. Los defensores de la proporcionalidad entre votos y escaños parten del supuesto viciado de que son los partidos políticos y no los ciudadanos quienes han de estar representados en el Parlamento. Entienden que los ciudadanos tienen que limitarse a votar a los partidos políticos cada cuatro años para delegarles la soberanía popular para que impere la partidocracia.

Muy al contrario, la soberanía popular en una verdadera democracia reside en los ciudadanos y no puede delegarse, y son los ciudadanos y no los partidos quienes tienen que estar adecuadamente representados. Y si no hay una representación cierta, genuina y verdadera, la democracia no es legítima aunque sea conforme con las leyes. Si de verdad queremos vivir en democracia, la ley electoral tiene que adoptar el sistema mayoritario de circunscripción uninominal, que es el que funciona en EEUU, Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda,….etc, porque es el único con el que cada ciudadano tiene su representante y puede a través de él participar en la vida política si lo desea.

Además, el sistema de circunscripciones uninominales  conduce a mayorías sólidas sin que por ello dejen de estar representadas las minorías ciudadanas. Éstas últimas están mejor representadas caso a caso a través del diputado de cada circunscripción que por una minoría parlamentaria dispuesta a “vender” sus votos cuando puedan ser decisorios. En Italia tenemos la prueba del fraccionamiento entre partidos, la ausencia de representación política del ciudadano, y las dificultades de gobernabilidad a causa del abandono del sistema mayoritario (al 75%) y la adopción del sistema proporcional que propició el Sr. Berlusconi en 2005.

Si además de tener circunscripciones uninominales eligiéramos en directo al jefe del poder ejecutivo y se legislara la independencia del poder judicial, estaríamos en el camino del verdadero progreso porque todo lo demás vendría por añadidura.

El mito de las listas abiertas

listas abiertasCada vez que alguien cuestiona el sistema electoral se abre paso el mito de las listas abiertas. Hacen creer a la gente que las listas abiertas son la solución para la regeneración democrática, pero nadie apunta que las listas abiertas ya fracasaron en la 2ª República y que las listas abiertas no dejan de ser unas listas «cocinadas» por la cúpula de cada partido. Aunque los ciudadanos puedan cambiar el orden de los candidatos en las listas, los integrantes de las listas siguen representando a los partidos políticos y cada ciudadano sigue sin tener un representante concreto.

Si para lo que se pretende que sirvan las listas abiertas es para tachar a un nombre que no nos gusta, que es quizás la parte morbosa que puede hacer algo atractiva la idea, sería preferible el voto en contra a la totalidad de la lista, lo que se ajusta más a la realidad de que el ciudadano suele votar al partido que considera menos malo. Pero no nos engañemos, las listas abiertas o no abiertas, por el mero hecho de ser listas con muchos nombres, suponen elegir partidos en lugar de elegir representantes. Impiden que cada ciudadano tenga un representante concreto y pueda a través de él participar, si lo desea, a lo largo de la legislatura.

El único sistema que garantiza la representación, la participación y la estabilidad del Gobierno es el mayoritario con circunscripciones uninominales. Es el sistema que funciona en las democracias occidentales: Reino Unido, Francia, Alemania, EEUU, Canadá, Japón, Nueva Zelanda,…etc, y es el que operaba en Italia (al 75%) hasta la reforma de 2005 y a la vista están los resultados. No se entiende porque no hay un consenso para adoptar este sistema pues además beneficia a los dos grandes partidos y a los dos núcleos regionales más importantes. Hablemos de un sistema que sea eficaz y dejemos de lado el mito de las listas abiertas que predica que todo siga igual.

Sistema electoral con circunscripciones unipersonales

tanto montaEn un sistema electoral con circunscripciones unipersonales el mapa electoral está segmentado en tantas circunscripciones como diputados a elegir. En cada circunscripción, cada partido político presenta su candidato y el elector vota a uno de ellos, bien sea porque es la persona en quien más confía o porque confía en el partido que le presenta. El candidato que resulta elegido diputado es el representante político de todos los electores de la circunscripción. Este sistema electoral tiene las siguientes ventajas:

REPRESENTACIÓN. Cada elector tiene un representante político y conoce su nombre y apellidos, su dirección postal, su número de teléfono, su e-mail, su whats app, ….etc, y puede dirigirse a él cada vez que lo desee.

PARTICIPACIÓN. Cada ciudadano puede participar día a día en el desarrollo legislativo a través de su representante con sus opiniones y propuestas y el diputado tendrá que defender las posiciones que estime que son mayoritarias en su circunscripción.

MAYORÍA. Este sistema suele producir amplias mayorías, con lo que hay una estabilidad en la legislatura y no se precisan acuerdos onerosos con pequeños partidos que obtienen beneficios derivados de un poder que no han conseguido en las urnas.

REGIONALISMO. Los sensibilidades regionales pueden aflorar en las urnas tanto como los ciudadanos deseen, dado que las circunscripciones siguen un orden geográfico.

MINORÍAS. Los intereses minoritarios de los ciudadanos están mejor representados a través de la participación día a día con cada representante político que delegando en un partido político cada cuatro años.

Este sistema electoral reduce considerablemente el poder absoluto actual de los partidos políticos y da más poder a los ciudadanos. No es una casualidad que sea el sistema que utilizan en las democracias auténticas como las de Reino Unido, Francia, Alemania, EEUU, Canadá, Nueva Zelanda ….etc. Este sistema es la piedra angular sobre la que debe edificarse la regeneración democrática.

Manifiesto del Foro de la Sociedad Civil

foro de la sociedad civilEl Manifiesto que acaba de publicar el Foro de la Sociedad Civil se centra en proponer las reformas más básicas  y urgentes de la Constitución y de la Ley Electoral, que en síntesis incluye:

  • La «sustitución del actual Estado Autonómico por un Estado Unitario, con un solo Gobierno, un único Parlamento Nacional y un Tribunal Supremo».
  • «La supresión del Senado».
  • Nuevo sistema electoral con «50 Diputados elegidos en listas de partido a escala nacional» y «300 Diputados elegidos en circunscripciones uninominales a través de un sistema mayoritario a doble vuelta».
  • «Eliminar las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales».

El Foro de la Sociedad Civil se concentra en lo que es realmente básico para abordar una nueva era de prosperidad y no cabe añadir mucho más al texto porque es casi perfecto y merece apoyo tal como es porque es la aportación más acertada de todas las expresadas en los últimos años. No obstante, en la hipótesis de que todavía fuera un texto abierto, cabría proponer las siguientes modificaciones:

  • Dejar clara la independencia del poder judicial
  • Elegir la totalidad de los diputados en circunscripciones uninominales.

Los 50 diputados elegidos en listas de partidos a escala nacional se supone sirven para defender los intereses minoritarios, pero los verdaderos intereses minoritarios que hay que defender son los de los ciudadanos, los cuales están mejor defendidos día a día con el diputado de cada circunscripción. Si toda la cámara fuera elegida en circunscripciones uninominales, podría incluso elevarse el número de diputados a 400 o 500 para que haya un representante político cada 60 o 70 mil ciudadanos.