Los nuevos parquímetros

parquimetroLos nuevos parquímetros instalados en Madrid eran innecesarios y nos están complicando y encareciendo el aparcamiento. Los parquímetros anteriores funcionaban razonablemente bien y todos nos habíamos acostumbrado a utilizarlos, para lo que bastaba echar las monedas según el tiempo de aparcamiento deseado de acuerdo con la tabla informativa de tiempos de aparcamiento y precios. Se puede decir que cumplían su función a satisfacción de los usuarios y que la recaudación llegaba correctamente al Ayuntamiento.

Los nuevos parquímetros parece que son en número menos que los anteriores, por lo menos yo ya he ido en un par de ocasiones a parquímetros cuya localización conocía y me los he encontrado mas lejos. Además ya me ha sucedido varias veces que he tenido que volver al coche otra vez para ver la matrícula ya que no tengo el hábito de memorizarlas. Tampoco entiendo la injerencia de que el Ayuntamiento controle las matriculas de quienes aparcan y tampoco me parece razonable que las matrículas antiguas paguen más con el cuento de la contaminación. Yo tengo un coche con 32 años de uso y estoy seguro de que contamina menos que el coche oficial de la Alcaldesa pues circulo muy poco con él.

La operación de los nuevos parquímetros es más complicada y entretenida que la de los anteriores y además uno no sabe hasta cuanto dinero echar pues no indican la información pertinente que los anteriores si ofrecían. Pero lo peor es que los nuevos parquímetros han supuesto una inversión innecesaria que pagaremos los contribuyentes o los usuarios. Iniciativas como esta pueden entenderse cuando sobra el dinero, pero no cuando en el país todavía estamos gastando mas dinero del que tenemos y la deuda sigue creciendo.

Hay que ajustar los gastos

Ajustar los gastosNo cabe duda de que hay que ajustar los gastos. Vaya por delante que me parece fuera de lugar que cualquier ciudadano, grupo social, sindicato, partido político, institución de cualquier clase, …etc. opine de economía casi siempre de forma negativa con vehemencia y mucho menos que se consideren con credenciales suficientes como para imponer sus ideas. Además es aburrido, pues en todas las tertulias, radios, televisiones, bares, sedes sociales,…etc., están continuamente sobre el tema. Y no digamos las manifestaciones que hay que aguantar casi a diario.

Por un lado, no se puede perder de vista que hay un Gobierno elegido democráticamente, que tiene además la mayoría absoluta, quien se supone tiene que ocuparse de estas cosas y que está en la mejor posición y tiene la mejor información para saber lo que hay que hacer. Pero por otro lado, la ciudadanía se siente atrapada por cuatro años de legislatura sin poder hacer otra cosa que esperar a la siguiente convocatoria electoral. Se echa en falta que como resultado de las elecciones cada ciudadano tenga un representante político a quien poder dirigirse cuando lo considere oportuno. Si así fuera, todo este debate inútil actual se canalizaría a través de los representantes, quienes tendrían que apoyar en el Parlamento lo que opinan los representados en lugar de obedecer a su partido. Nos hemos referido a esto en numerosas ocasiones.

Dicho esto, y aun sabiendo que solo cabe confiar en que quienes tienen el poder acierten en las decisiones presupuestarias, no está de más señalar que cuando en una empresa hay que hacer ajustes para salir de los números rojos, es práctica general no confiar nunca en que la solución venga de planificar un aumento de ingresos. En un plan empresarial para salir de una crisis lo que hay que ajustar son los gastos, que es el único enfoque que aceptan los inversores. Si además crecen los ingresos, mejor que mejor, pero sin confiar en que ocurra. Supongo que esta doctrina será también aplicable al Estado, pero no se ve con claridad que se esté aplicando.

Las subvenciones al cine son residuos del pasado

subvenciones al cineCon un criterio objetivo, desprovisto de ideología y de preferencias personales, no se puede entender porque hay que destinar subvenciones al cine. Es evidente que se trata de residuos del pasado, de la época de la economía dirigida, para impulsar el desarrollo de una industria cinematográfica. Ahora la industria ya está desarrollada y cosecha éxitos internacionales. Los actores y comparsas van de certamén en certamén luciendo sobre las alfombras smokings y trajes largos de Guzzi, Armani…etc. en un show permanente de lujo y «glamour».

Parece ser que este año el cine recibe en nuestro país unos sesenta millones de euros de subvención. Este dinero, según declaraciones de expertos, se destina en buena parte a subvencionar producciones que en muchos casos no pasan de ser proyectadas en una sala una o dos veces, lo suficiente para cumplir con las bases estipuladas. También parece que se destina a pagar galas de alfombra roja a la élite de la industria del cine, que en el pasado más reciente correspondía haciendo propaganda a sus protectores.

Ahora siguen recibiendo subvenciones, aunque menos, pero continúan por inercia haciendo propaganda política, ahora a contrapelo, con lo que ponen en bandeja la decisión de eliminar subvenciones y dejar que sea el mercado quien apoye la industria cinematográfica según la calidad de sus producciones. De todo esto, lo que menos entiendo es que se utilice el nombre de Goya, que era un pintor que nada tiene que ver con el cine, para galardonar a los actores y directores que destacan.

Fundaciones innecesarias con dinero público

Fundaciones innecesariasEstos días uno de los dos grandes partidos políticos ha destituido al director de una de sus fundaciones, financiada con dinero público, por embolsarse miles de euros por columnas periodísticas que él mismo proporcionaba a la fundación bajo seudónimo. Toda la prensa destaca esta pillería, pero nadie comenta la mayor de para que narices los ciudadanos tenemos que pagar con dinero público la existencia y funcionamiento de dicha fundación.

Echando un vistazo en la web a las fundaciones de los partidos políticos uno saca la conclusión, que muy posiblemente sea acertada, de que no sirven para otra cosa que para hacer propaganda y colocar a  allegados, familiares y amiguetes de los dirigentes. Además, las fundaciones crecen hacia abajo y al menos una de ellas aglutina a tres institutos que dependen también de las subvenciones de los presupuestos del Estado.

El jefe del sujeto destituido por la pillería antes comentada, se apresuró a indicar que era todo legal, lo que cabe interpretar que si las columnas periodísticas las hubiera facturado un amigo suyo, en lugar de él mismo bajo seudónimo, todo estaría bien hecho y el sujeto hubiera seguido en su puesto. No se le pasó por la cabeza que las fundaciones de los partidos como el suyo no aportan nada relevante al bien común y lo que hacen no justifica dedicar dinero público a su financiación.

La cuestión ética no hay que empezar por aplicarla a pillerías ocasionales, sino a la cuestión mayor de malgasto del dinero público en fundaciones innecesarias de las que se benefician personas del entorno de los dirigentes de los partidos políticos.

Las subvenciones incondicionales generan corrupción

subvencionesLas subvenciones a partidos políticos, a sindicatos y a patronales, son subvenciones incondicionales que una vez recibidas las aplican a gastos a criterio de quienes las reciben sin ningún control posterior de cuál ha sido su uso o su rendimiento. Cuando se concede una subvención a una asociación con objetivos concretos determinados, siempre queda el recurso de analizar la obra realizada para ver en qué medida la subvención ha sido eficiente para el interés común. Pero un partido político solo tiene como objetivo obtener una cuota de poder político a través de las elecciones.

El dinero recibido lo emplea el partido político a su conveniencia, sin tener que responder de su uso ni tener que demostrar que producen un rendimiento para el interés común. Nadie ajeno a la administración de ese dinero controla como se utiliza y hay por tanto una amplia libertad en su manejo, lo que deja una puerta abierta a la corrupción. Además, la cuantía de las subvenciones no tiene techo, ya que los partidos políticos se endeudan y después en la práctica la mayoría no devuelven los préstamos.

Algún político ha propuesto estos días que cada partido político tenga un servicio de «asuntos internos» para controlar el buen uso del dinero público que reciben, pero el mejor control sería que los partidos políticos vivieran de las cuotas de sus afiliados, quienes ya se encargarían por la cuenta que les trae de controlar la administración de sus aportaciones.

Transparencia del gasto

transparencia del gastoAntes de generalizarse el uso de la informática veíamos la escena del Ministro de Hacienda de turno llegando al Congreso con un cargamento de documentos para someter los presupuestos a aprobación. Ahora el ministro enseña simplemente un «pen-drive» en el se supone incluye toda la información. Si en efecto la contabilidad del Estado está totalmente computarizada, podría subirse a la nube y ponerla a disposición de los ciudadanos para que haya transparencia en el gasto público. Con ello los ciudadanos que así lo deseen estarían en condiciones de analizar los presupuestos y de conocer como se gastan el dinero los administradores del erario público.

Si se financian subvenciones como por ejemplo la de hacer excavaciones en Argentina para buscar huesos de dinosaurios, a la que se refirió el otro día un ministro, los ciudadanos podríamos por lo menos mostrar nuestra desaprobación. También podríamos reaccionar sobre el dinero que pagamos a los políticos y lo que nos cuestan organismos inútiles como el Senado, el Consejo de Estado, e incluso el Tribunal Constitucional, que ya tenemos un Tribunal Supremo. No tendríamos que conformarnos con las noticias del Tribunal de Cuentas con tres años de retraso. Tampoco tendríamos que ver con asombro una noticia de hoy de que los diputados se niegan a publicar cuanto les pagamos los ciudadanos.

Claro que aunque hubiera transparencia del gasto público y tuviéramos la información pertinente, no tenemos donde expresar nuestra opinión porque no hay representación política ni hay cauces de participación ciudadana diferentes de votar a un partido cada cuatro años o lanzarse a hacer algaradas en la calle. Además de transparencia del gasto público sería necesario adoptar un sistema electoral basado en circunscripciones uninominales como el que está vigente en las principales democracias occidentales.

Referendum sobre subvenciones

referendum sobre subvencionesLa Presidenta del partido Popular de Madrid propuso ayer un referéndum sobre subvenciones a los sindicatos, pero puestos a convocar un referéndum habría que incluir en la pregunta las subvenciones a los partidos políticos y a las patronales. Como reciben cuantiosas subvenciones no necesitan concentrarse en defender los derechos de los trabajadores ni que estos se afilien. Administran sobre todo su propio «negocio» y se dedican a las «batallas» ideológicas a favor o en contra del Gobierno, según quien gobierne. A los trabajadores y sobre todo a los parados, que los zurzan. Lo mismo sucede con las patronales, que deberían vivir exclusivamente de sus representados y no del dinero de los ciudadanos,  dinero que pasa desapercibido en su caso porque no generan algarabías en la calle.

También debería preguntarse a los ciudadanos si están de acuerdo en subvencionar a los partidos políticos, que reciben  grandes cantidades de dinero público, y además gastan todavía más endeudándose con los bancos y gestionando la condonación de las deudas, a saber a cambio de que favores. La ley electoral les garantiza que son ellos quienes administran a su criterio la soberanía popular y con dinero fácil y con los poderes del Estado en sus manos, el partido que gobierna es una maquinaria de poder que antepone sus intereses al de los ciudadanos. Unas veces manda uno y otras el otro, pero ambos están de acuerdo en mantener el sistema que les garantiza tener poder y dinero.

Si tuvieran que limitarse a vivir de las cuotas de sus afiliados, se centrarían mas en gestionar el bien común y menos en gestionar ideologías. Si además hubiera un sistema electoral como el que tienen las principales democracias occidentales, estarían mas cerca de los ciudadanos y tendrían que ajustarse a lo que ellos desean en lugar de atender en primer lugar sus intereses. Además, se desactivaría el negocio de quienes manipulan a la gente con propaganda separatista para incrementar su poder económico y poder lucrarse a sus anchas con proyectos inútiles, adjudicaciones a dedo, cobro de comisiones y sueldos millonarios para familiares y amiguetes.

 

Economía, ideología y separatismo

economia, ideologia y separatismoEconomía, ideología y separatismo son prioridades que al parecer son irreconciliables.

La derecha gobernante tiene como prioridad la economía, es decir, equilibrar los presupuestos y reducir el déficit y la deuda, para recuperar la credibilidad y volver al crecimiento, aunque sea a costa de severas restricciones en el gasto social y de que se produzcan continuas movilizaciones ciudadanas.

La izquierda en la oposición tiene como prioridad la ideología, es decir, gastar todo lo necesario para mantener los beneficios sociales y oponerse a todo lo que haga la derecha promoviendo movilizaciones ciudadanas, aunque no esté claro de dónde puede salir el dinero necesario ni como escapar de la agobiante espiral de la deuda.

Los separatistas tienen como prioridad explotar la cuestión identitaria de separase del Estado para incrementar su poder económico local en beneficio propio, aunque sea a costa de estar en continuo enfrentamiento con el Estado y empobrecer a los ciudadanos.

Los políticos se muestran incapaces de conciliar estas tres tendencias y de atender en primer lugar al bien común, y el ciudadano, que se supone es «el cliente», no puede expresar sus deseos porque no tiene representante político a quien dirigirse.

La cuestión identitaria catalana

cuestion identitaria catalanaContinúan con la cuestión identitaria catalana, porque si se salieran con la suya, la cúpula del poder «levantaría» un negocio del que vivirían holgadamente todas sus sucesivas generaciones. Tenían una pista de que la cuestión identitaria catalana podría embelesar a los más jóvenes, aparte de a los «clientes» aborregados de poco juicio que se apuntan sin reflexionar a todo lo que sea protestar o manifestarse. Pero fue en la época de Aznar  cuando «vieron el cielo abierto» con la transferencia de las competencias de educación y sanidad. Entonces empezaron a manejar ingentes cantidades de dinero sin pasar por el rigor del control establecido durante muchas décadas en el gobierno central. El entreguismo de Zapatero aceptando «todo lo que venga de Cataluña» resultó decisivo para trazar planes más ambiciosos.

La fórmula era clara, por un lado a colocar y blindar a los familiares y amigos y a gastar todo lo que podían y más para trincar comisiones, que según dijo Maragall en sede parlamentaria no bajaban de un tres por ciento. Antes de llegar a un endeudamiento tan excesivo como previsible y tener sus emisiones de deuda la calificación de bonos basura, procedieron a crear empresas públicas con dinero del contribuyente para continuar endeudando a los ciudadanos con mayor opacidad. Por otro lado invirtieron masivas cantidades de dinero en la propaganda identitaria para manipular a la juventud y a los mas torpes y obtener amplio apoyo popular.

Ahora que están cortos de caja, no ellos por supuesto sino las cuentas públicas, tienen que ir a por todas y conquistar el resto de las competencias, aparte de poner el cazo y solicitar al Estado un anticipo urgente de 5.000 millones. Quieren independizarse para dejar de estar sometidos a control alguno sobre sus cuentas, que pasarían a estar en sus manos sin injerencias de tribunales de cuentas ni presupuestos centrales. Sería un desastre irreparable que sumiría en la pobreza a los ciudadanos que viven en Cataluña, pero entretanto se produciría un enriquecimiento todavía más masivo que los que se relatan en e-mails que están circulando por ahí.

Lo que sorprende es que la cuestión identitaria catalana embelese a la gente y tenga apoyo incondicional de un alto porcentaje de ciudadanos. Toda esa gente enfervorizada que apoya el independentismo bajo los colores de la bandera de Aragón (que tiene narices) serían los grandes perdedores si se produce la avería. Habrían dedicado gran parte de su vida a hacer «el caldo gordo» a la cúpula del poder, a estar permanentemente cabreados, protestando y llenos de pensamiento negativo, simplemente para nada, o mejor dicho para ser cada vez más pobres y hacer inmensamente ricos a unas cuantas familias poderosas.

La trampa del Euro

El euroCuando nació el Euro se sembró a la vez la trampa del Euro, porque la unión monetaria no previó un programa de convergencia de las políticas fiscales ni un banco central con un mandato amplio al estilo del que respalda al Dólar.

Los países más poderosos de la Unión Europea quizás lanzaron el proyecto sin tener muy claro que fuera a consolidarse a largo plazo con el diseño inicial, pero posiblemente consideraron que las complicaciones derivadas de la falta de concreción inicial las resolverían las leyes de la naturaleza en las que el pez grande se come al chico. La trampa del Euro atraparía en todo caso a los débiles y no en vano los países fuertes iniciaron la andadura incumpliendo los objetivos iniciales.

Entretanto en España los políticos se preocupaban de sus propios intereses sin advertir que el diseño del Estado tendría que modificarse para no caer en la trampa del Euro. Con una situación en la que la economía tenía que crecer un 2 por ciento como mínimo para generar empleo y cerrar las cuentas del Estado sin déficit, tarde o temprano nos veríamos abocados a caer en la trampa del Euro. El problema se aceleró con la inhibición de los gobernantes en hacer reformas y con el despilfarro y la corrupción.

Ahora se ha destapado la inestabilidad que podía haberse previsto desde el inicio y con la que los países más poderosos quizás ya contaban. Los países más poderosos se benefician de tener una deuda casi gratuita, mientras que los países débiles pagan intereses abusivos. Éstos solo tienen dos alternativas: salirse de la trampa del Euro hundiéndose en la pobreza, o ser ayudados y empobrecidos bajo la soberanía progresiva de los países más poderosos. Éstos están mientras tanto muy contentos explotando la trampa del Euro.