Viajes interestelares

Cumpliéndose ya 50 años desde que Gagarin hizo el primer viaje orbital sobre la Tierra estamos muy lejos tan solo de pensar que algún día sean posibles los viajes interestelares, porque la inmensidad del universo contrasta patéticamente con la fragilidad y la corta vida de los seres vivos.

Nuestro sistema solar tiene más de 4.600 millones de años, pero el “homo sapiens” solo tiene unos 160.000 años de antigüedad y no aprendió a cultivar la tierra hasta hace unos 7000 años. Nos separan de Jesucristo tan solo 64 generaciones y cuando nacieron nuestros abuelos o bisabuelos todavía se creía que el futuro del Universo estaba determinado por leyes matemáticas.

Hace menos de cien años se formuló la mecánica cuántica, teoría de lo infinitamente pequeño que se ha comprobado que gobierna el comportamiento de los transistores y de los circuitos integrados, componentes esenciales de los aparatos electrónicos, y es la base de la química y de la biología moderna. La estructura helicoidal del ADN se formuló hace tan sólo 58 años y parece que hemos abierto el cauce para entender la programación de la vida humana.

El progreso de la inteligencia  humana en las dos últimas generaciones es notable y estamos a punto de clonar seres humanos y de artificializar funciones fisiológicas con nanorobots, pero no tenemos ni idea de que estamos haciendo en el Universo ni cual será nuestro futuro. La Tierra desaparecerá algún día, pero antes las condiciones ambientales harán imposible la vida humana, por lo que o bien la humanidad se extinguirá entonces o bien habremos emigrado hacia otro confín del Universo. Lo malo es que los viajes espaciales parecen imposibles pues para llegar a la estrella más cercana a nosotros, la Alfa del Centauro, la luz tarda cuatro años viajando a 300.000 Km. por segundo.

Hay en teoría dos fórmulas para los viajes espaciales lejanos: o bien transcurren múltiples generaciones durante el viaje y llegan algunos descendientes, o lo que viaja es solo información y lo hace a la velocidad de la luz. La primera posibilidad es bastante absurda porque no parece útil al Universo trasplantar la vida humana de unas estrellas a otras cuando puede generarla en cualquier parte como sucedió en la Tierra.

Queda la segunda posibilidad que parece la más lógica. El ser humano es al fin y al cabo un soporte biológico que alberga la información para manejar el cuerpo, para almacenar la experiencia vivida, parea alojar su libre albedrío y para agrupar en el subconsciente la conducta automática, las emociones y los sentimientos. El contenido es pura información y no cabe duda de que la tecnología se desarrollará hasta el punto de poder transmitirlo a la velocidad de la luz. El continente no será necesario transmitirlo porque se puede reconstruir en cualquier parte a partir del código genético que también es pura información.

Los viajes interestelares consistirían en una externalización de toda la información que caracteriza el conocimiento de las personas para poder darles a su llegada otro cuerpo fabricado con su mismo código genético, es decir un clon, y continuar con su vida como cuando partieron de la Tierra. Teniendo en cuenta que la vida humana se alargará considerablemente, habrá margen para viajar en nuestra galaxia dando continuidad a nuestra aventura humana. Si no fuera así no puede entenderse que hacemos aquí.

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