Vivir con pensamiento positivo

pensamiento positivoLos medios de comunicación difunden el pesimismo nacional, las protestas de los profesionales, los funcionarios, los autónomos, los asalariados, los parados, los empresarios, los sindicatos…etc. Parece que todo es negro y que estamos condenados al fracaso. Casi todo es pensamiento negativo y el pensamiento positivo en general brilla por su ausencia. A todos los que protestan les transportaría al tiempo de sus abuelos a vivir como vivían ellos y a meditar sobre lo poco que han contribuido ellos al bienestar actual y sobre el país «de alpargata» que teníamos en tiempos no muy lejanos. Y no digamos si hubieran nacido en ciertos países subdesarrollados.

Una cosa es discrepar de las decisiones, proponer soluciones alternativas, oponerse a ciertas medidas, …etc, y otra es el radicalismo negativo de que todo es un desastre y que los demás tienen la culpa de todo. Los derechos que todos estos protestantes creen tener, no se por que motivo, sería imposible satisfacerlos incluso por el Rey Midas o por el tío Gilito, sencillamente porque ya no es ni siquiera una cuestión de dinero. El pensamiento negativo es una espiral que genera pobreza, amplifica los problemas y hace difícil que prosperen las posibles soluciones, que seguro que las hay.

Es complicado decirles a quienes les desahucian de su casa o a los millones de parados que tengan pensamiento positivo,  pero también es cierto que incluso en las situaciones más difíciles es bueno tener esperanza en las propias fuerzas o en conseguir las ayudas necesarias, y ambas cosas son muy difíciles con un ambiente tan negativo como el que nos envuelve. También es cierto que para ser optimista y mentalizarse de forma positiva tendría que ser posible la participación ciudadana, lo que no permite la ley electoral vigente. Con una ley electoral basada en circunscripciones uninominales, los ciudadanos tendrían un cauce natural de participación y no tendrían que estar siempre reclamando en la calle.

Con pensamiento positivo viviríamos de otra manera, quizás de la misma forma, pero sin mortificarnos, ni por ello volver la cara los problemas. Los políticos que administran el país y los que están en la oposición, deberían velar por la satisfacción de los ciudadanos, y desde luego no pretender beneficios imposibles fuera del marco legal. Y desde luego deberían ponerse de acuerdo unos y otros aparcando los intereses electorales. Mucho nos quejamos de Alemania, pero ellos han seguido este camino y el éxito está a la vista.

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