El sistema electoral está blindado y es inaceptable

esta blindadoEl sistema electoral está blindado y el ciudadano no conoce quien es su representante político, sencillamente porque no lo tiene. Los diputados representan a quien les incluyó en la lista y están comprometidos con la disciplina de voto. Ningún ciudadano puede exponer sus puntos de vista ni hacer propuestas porque no tiene a quien dirigirse con el compromiso de ser atendido. Y si no hay representación no puede haber participación.

El Gobierno central, los gobiernos autonómicos, los diputados o senadores, los partidos políticos…etc.,  no tienen comunicación directa con los ciudadanos y por lo tanto desconocen lo que piensan. Solo les interesa lo que dicen las encuestas y los resultados electorales cada cuatro años sobre las listas y programas que presentan los partidos cocinados a espaldas del pueblo. El sistema vigente garantiza que uno de los dos partidos mayoritarios, en este momento el partido Popular, gobierne durante cuatro años sin participación ni representación ciudadana aglutinando los tres poderes del Estado. Ambos partidos están satisfechos con repartirse el poder alternando sus mandatos según los resultados.

La situación está blindada y es imposible que los dos partidos mayoritarios se pongan de acuerdo para reformar la ley electoral para que haya verdadera representación política y para que cualquiera que lo desee pueda participar a través de su representante. Tampoco es posible que se pongan de acuerdo para reformar la Constitución y garantizar una separación de poderes actualmente inexistente. Tampoco para otras actuaciones necesarias para garantizar la sostenibilidad del Estado hoy amenazada.

Es increíble que nadie levante la voz para denunciar este déficit democrático. Muchos hablan de la regeneración democrática sin reparar en que la única forma de que haya representación y participación es con el sistema mayoritario de circunscripción uninominal que es el que está vigente en los países democráticos desarrollados. Lamentablemente cada vez que se comenta públicamente sobre el sistema electoral se alzan voces pidiendo la proporcionalidad entre votos y escaños, que es todavía peor que lo existente, o las listas abiertas que ya fracasaron en la segunda república y que las tenemos en el Senado sin que sirvan para nada. La presión ciudadana tendría que concentrarse en exigir el sistema electoral con circunscripciones uninominales porque lo demás vendrá por añadidura.

Octavo aniversario de los atentados terroristas del 11-M

Dudas sobre el 11-MHoy se cumple el octavo aniversario de los atentados terroristas del 11-M que acabaron con la vida de 192 personas y dieron un vuelco electoral, lo que con o sin fundamento da margen para la especulación y la sospecha, sobre todo por el empeño en establecer la versión oficial en vez de dejar que la verdad se abriera camino por sí sola. Recuerdo que entonces un amigo me señalaba que estamos artos de ver en las películas el enfoque ortodoxo de considerar como principal sospechoso del crimen a quien resulta beneficiado.

Para un ciudadano que sea objetivo, hay dudas sobre los atentados que todavía no se han aclarado. El escenario de la tragedia se liquidó en dos días con la destrucción de los trenes, pero ahora, ocho años después aparece uno de ellos. La urgencia con la que se limpio el escenario recuerda al ”fregado¨ de los marqueses de Urquijo tras su asesinato. Parece que también se ocultaron pruebas de los explosivos, a tenor de los testimonios en la causa, con el resultado de excluir un determinado componente que hubiera ampliado la lista de posibles autores.

Los ejecutores materiales, supuestos extremistas islámicos, evitaron suicidarse en el intento, a diferencia de como suelen hacerlo en el 99% de sus atentados, lo que hubiera sido mucho más sencillo, pero sin embargo decidieron suicidarse conjuntamente en fecha posterior. De los sujetos que fueron imputados una parte considerable resulta que eran confidentes de la policía y los que están en la cárcel son personas de escasa entidad que desconocen quien inspiró la actuación.

Son indicios que hacen a muchos ciudadanos dudar de la versión oficial. Convendría dar luz a toda la información disponible y a los testimonios de las personas relacionadas con el suceso para disipar todas las dudas.

Democracia interna en partidos políticos y sindicatos

democraciaEn el sistema electoral vigente, en el que los ciudadanos no tienen representante político ni cauces de participación, la soberanía popular está delegada en los partidos políticos, que a su vez la delegan en sus líderes. Es paradójico que haya quienes están preocupados por la democracia interna de los partidos para elegir a sus líderes y sin embargo no les preocupe la falta de democracia representativa y participativa.

Es en la práctica imposible que haya democracia interna en organizaciones que están subvencionadas por el Estado. En ellas la soberanía reside en el presupuesto y en quienes lo controlan que es un grupo inaccesible para los militantes de base. Los congresos en los que se encumbra al líder son ceremonias litúrgicas para legitimar los que ya está cocinado, aunque pueda haber dos opciones para elegir, ambas equivalentes. Ningún candidato puede surgir al margen del poder si se requiere para ello un número elevado de avales de representantes del aparato de control.

En los sindicatos sucede lo mismo, pero además emplean el dinero público para actuaciones que no cuentan con la mayoría popular. Por ejemplo, la reforma laboral decidida por el Gobierno puede ser mejor o peor, pero está avalada hace tres meses con mayoría absoluta. Los dos grandes sindicatos, juntos como si fueran solo uno como antaño, deciden que no hay que reformar nada y lanzan a la calle su ejercito de liberados y afines sin saber si realmente representan a la clase trabajadora y a los parados. No se si la reforma es buena o mala, pero no entiendo como los mismos que movilizan hoy la calle estaban tan contentos con que la mayoría de contratos laborales de los dos últimos años sean eventuales y puedan prorrogarse indefinidamente.

La verdadera democracia interna de una organización depende de que sean sus integrantes quienes la sufraguen. Si un partido político o un sindicato se financiara exclusivamente con las aportaciones de sus miembros, éstos tendrían buen cuidado en hacer valer sus derechos. Si a pesar de todo no consiguen que haya democracia interna, sería su problema y no un problema público si cada ciudadano tuviera su representante político y pudiera a través de él tener participación.

La llave de la regeneración democrática

llaveEn los meses previos a las pasadas elecciones generales se ha hablado mucho de la reforma de la ley electoral y de la regeneración democrática. Los partidos políticos minoritarios planteaban la proporcionalidad de votos y escaños e incluso la circunscripción única, sin duda porque conseguirían mas diputados. Los partidos mayoritarios no han mostrado entusiasmo por cambiar el sistema electoral, aunque algunos de sus representantes indicaban, vagamente, que los ciudadanos deben de estar más cerca de sus administradores, con referencia a la posible ampliación del número de circunscripciones electorales. Evidentemente les interesa dejar las cosas como están.

La visión de la clase política se reduce a que los ciudadanos nos limitemos a votar a un partido cada cuatro años, es decir que deleguemos la soberanía popular en los partidos políticos. A ningún político le preocupa que no haya representación democrática de los ciudadanos y que en consecuencia no puedan participar. De nada sirven las opiniones de los ciudadanos, ni de las asociaciones de ciudadanos, si no existen cauces para someterlas a consideración para ser democráticamente adoptadas o rechazadas.

En una verdadera democracia la ley electoral tiene que garantizar algo tan simple como que cada ciudadano tenga un representante concreto a quien dirigirse, tanto a título individual como a través de asociaciones ciudadanas. Esto abriría el canal de la participación ciudadana hoy inexistente. La reforma de la ley electoral introduciendo las circunscripciones uninominales es la llave de la regeneración democrática y sin esta llave no se puede abrir la puerta del progreso. Es lo que hay en Alemania, Reino Unido, Francia, EEUU y otros países, pero nuestros políticos de la transición prefirieron “inventar la pólvora” antes de copiar los sistemas que tienen éxito en el mundo.

Debería de ser posible el consenso sobre esta orientación de la ley electoral, porque no hay argumentos razonables para rechazar este principio básico de representación y participación. La única oportunidad de conseguirlo es que el esfuerzo ciudadano de opinar en los medios y en las demás tribunas al alcance, se concentrara en clamar por esta reforma.  Y si los partidos políticos no se ponen de acuerdo en articular la representación y la participación ciudadana, menos aún lo harán sobre otras opiniones de reformas que tienen colores políticos.

Oportunidad para la democracia real

Amplios sectores de la ciudadanía, instituciones, partidos políticos e incluso manifestaciones callejeras han reclamado reformar la ley electoral, se supone que para tener una democracia real. Sin embargo lo hacen en general sin concretar lo que quieren modificar y sin argumentos. Lo poco que se vislumbra es la defensa de intereses partidistas, sin que nadie reclame la participación ciudadana.

Izquierda Unida defiende la proporcionalidad de votos y escaños, aplicando el cociente Hare en lugar de la regla D´Hondt, propuesta que también defiende el movimiento 15M y figura también en el programa de UPyD. Está claro que está modificación les favorece porque les otorga algunos diputados más aunque sigan siendo minoritarios. Más escaños, mas cargos para sus miembros y más oportunidades de “vender” caros sus votos en ocasiones puntuales.

Algún miembro notable del Partido Popular apunta la idea de circunscripciones más reducidas y de “acercar” los electores a sus representantes e incluso de listas abiertas, pero en el programa de dicho partido nada se concreta al respecto. El PSOE parece estar cómodo con la situación actual pues no hay indicios de propuesta de reforma por su parte. No obstante todos los partidos citan la reforma de la ley electoral como idea general, algunos indicando que es una respuesta al clamor popular del 15-M.

Sin embargo nadie plantea la cuestión fundamental de que no son los partidos políticos los que tienen que estar representados sino los ciudadanos. Nadie considera que el ciudadano tiene derecho a estar representado de forma directa sin tener que dar un “cheque en blanco” a un partido político cada cuatro años para que el partido defienda las cuestiones que le interesan al margen de la voluntad real de sus votantes.

La proporcionalidad entre votos y escaños con las circunscripciones actuales no solo no cambia significativamente la situación de partidocracia sino que la complica mucho más porque diluye las mayorías. Con la proporcionalidad, la formación y mantenimiento de los gobiernos depende todavía más de minorías dedicadas a “vender” sus votos, cuando sin embargo los ciudadanos en su conjunto siempre optan por una determinada mayoría.

En la verdadera democracia representativa basada en circunscripciones uninominales, el respeto a las minorías es una preocupación constante a tener en cuenta en cada acto parlamentario y puede ser defendida por cada representante, entre otras cosas porque el diputado también representa a las minorías de su circunscripción. Las minorías no resultan mejor representadas porque ocasionalmente se negocien favores “vendiendo” el apoyo parlamentario cuando tiene la oportunidad de ser decisorio.

La reforma electoral tiene que adoptar el sistema mayoritario de circunscripción uninominal, que es el que funciona en EEUU, Francia, Alemania, Reino Unido y otros países, porque es el único realmente representativo, porque permite la participación, y porque conduce a mayorías sólidas, pero siempre amenazadas si no funcionan a satisfacción de los ciudadanos, sin que por ello dejen de estar representadas las minorías.

Once eme

Dudas sobre el 11-MLas bombas que explotaron el once eme en los trenes hace ya varios años y que acabaron con la vida de 192 personas dieron un vuelco electoral llevando al PSOE al poder. Hoy el diario El Mundo publica una entrevista con el testigo que reconoció a uno de los imputados y nuevamente se pone en duda la versión oficial. Desde el principio se empeñaron en establecer la versión oficial en vez de dejar que la verdad se abriera camino por sí sola, lo que hace sospechar que se haya hecho un apaño, no se sabe si para ocultar la verdad o por puro paternalismo piadoso.

Para un ciudadano neutral que piense un poco, la cosa ofrece muchas dudas que todavía no se han disipado. El escenario de la tragedia se liquidó en dos días con la destrucción de los trenes, algo así como el fregado que hicieron a los marqueses de Urquijo después de asesinarles. Entiendo que también se ocultaron pruebas de los explosivos, a tenor de los testimonios en la causa, con el resultado de excluir un determinado componente que hubiera ampliado el elenco de posibles autores.

Los ejecutores materiales, supuestos extremistas islámicos, evitaron suicidarse en el intento, como suelen hacerlo en el 99% de sus atentados, lo que hubiera sido mucho más sencillo, pero sin embargo decidieron suicidarse en comandita en fecha posterior. No sé si lo de la furgoneta con rastros islámicos está o no aclarado pero solo faltó que dejaran una chilaba. De los sujetos que fueron imputados una parte considerable resulta que eran confidentes de la policía y los que están en la cárcel son personas de escasa entidad que desconocen quien inspiró la actuación.

Son indicios que hacen dudar de la versión oficial. La cuestión de si la ETA estuvo involucrada resulta irrelevante, pero fue una cortina de humo que desvió la atención y descentró el enfoque ortodoxo de considerar sospechoso al beneficiario. Convendría dar más luz a la información disponible y a los testimonios de las personas relacionadas con el suceso para disipar todas las dudas.

Dividir Madrid en circunscripciones electorales

madrid circunscripcionesLa Presidenta de la Comunidad de Madrid habló el pasado 14 de junio de regeneración democrática y dijo que hay que acercar los ciudadanos a sus “representantes” políticos para lo que propuso dividir Madrid en 43 circunscripciones electorales. Ayer 29 de noviembre concretó la idea de dividir Madrid en 43 circunscripciones electorales para elegir 43 diputados de la Asamblea, aunque los restantes hasta 129 serían elegidos en una circunscripción única como actualmente.

La idea se basa en el sistema alemán, donde la mitad de la Cámara representa a los ciudadanos y se elige en circunscripciones uninominales y la otra mitad representa a los Estados federados. En el caso de Madrid, donde no hay regiones, la reforma podría ampliarse a la totalidad de la Cámara y elegir los 129 representantes en circunscripciones uninominales, o también podría aprovechar la reforma para reducir su número.

Acercar los diputados a quienes se supone que representan no sólo es una buena idea sino que es una reparación urgente que hay que hacer para que el sistema electoral no condicione la soberanía popular y haya una representación efectiva y los ciudadanos puedan participar en la actividad política cuando lo deseen y no sólo votando a un partido cada cuatro años avalando por dicho periodo de tiempo todas sus iniciativas.

Es oportuno comenzar por reformar el sistema electoral en la Comunidad de Madrid, donde hay una amplia mayoría que parece inclinarse por hacerlo más liberal y representativo. En paralelo, o después, tendría que extenderse a todo el país. Con ello se pondría la primera piedra de la regeneración democrática porque sin esta primera piedra  no se puede edificar nada más.

El calendario electoral

calendario

La cultura funcionarial y su picaresca contamina el calendario electoral español que no entiende de urgencias en las convocatorias electorales ni en los relevos. Parece que predomina el interés de que los salientes queden colocados, pongan en “orden” sus papeles y decreten subvenciones. En las pasadas elecciones municipales hubo denuncias de destrucción de documentos, habiéndose llegado incluso a la intervención judicial para impedirlo.

Las elecciones del 20 de noviembre se convocaron en junio, con varios meses de antelación, dejando al país con un gobierno interino para afrontar situaciones de máxima gravedad. No contentos con esto, el decreto de disolución de las Cortes del 17 de septiembre fija otro periodo adicional de interinidad determinando que las nuevas Cortes se constituyan el 13 de diciembre, es decir 23 días después de conocerse el resultado de las elecciones.

En el Reino Unido, por ejemplo, las elecciones son casi inmediatas una vez que se disuelve el Parlamento y los candidatos electos toman posesión dos o tres días después. Aparte del margen para la manipulación, los largos periodos de interinidad adormecen a la Administración del Estado que sigue una inercia funcionarial de continuidad en la rutina como si no hubiera cosas que rectificar y como si el tiempo pudiera dilatarse eternamente.

Democracia legítima con representación y participación

Vamos a votar el 20-N unos candidatos en su mayoría desconocidos que solo representarán a quienes les incluyeron en la lista, es decir a los jefes de sus partidos políticos. A partir de ahí nada podemos hacer hasta dentro de cuatro años porque los ciudadanos no tenemos cauces de representación y participación. El poder se concentra en uno de los dos partidos mayoritarios y tienen carta blanca durante cuatro años para hacer lo que les de la gana, como cuando el régimen era una dictadura. Solo ha cambiado la libertad individual, siempre que no “le toques las narices” a gente con poder político.

Casi todos los partidos plantean reformar la ley electoral, y le llaman reforma a tener listas abiertas o a establecer la proporcionalidad directa de votos y escaños en las listas, lo que no cambia la situación actual aunque mejore los intereses de los partidos minoritarios. Con la proporcionalidad siguen estando representados solo los partidos y no los ciudadanos. Las listas abiertas no solucionan casi nada y ya fracasaron en la segunda república.

La única reforma de la ley electoral que es imprescindible para la regeneración democrática es la que se basa en circunscripciones uninominales en las que se elige a un solo representante. Con este sistema, cada ciudadano tiene un diputado concreto que le representa y a él puede dirigir sus opiniones y propuestas en cada materia que desee, lo que sirve al diputado para valorar lo que sus representados esperan de su acción política y decantar su voto en el Parlamento por encima de la disciplina partidista. Las principales democracias occidentales tienen este sistema.

Esta participación incrementa su eficacia si los ciudadanos se agrupan y expresan sus voluntades a sus representantes. Los ciudadanos que quisieran delegar su soberanía en los partidos, simplemente votarían cada cuatro años y se inhibirían en las decisiones y materias debatidas en la legislatura, pero quienes consideren que no hay ningún partido que les representa al cien por cien en todas y cada una de las materias, tendrían abierto el cauce de participación tanto individual como a través de los colectivos sociales en los que quisiera integrarse.

Sistema electoral y soberanía popular

soberania popularSistema electoral y soberanía popular están íntimamente ligados. Salvo cuando se convoca un referéndum, el ciudadano solo puede participar en las decisiones políticas a través de un representante y precisamente para articular esa representación es para lo que se hacen elecciones. Y para que la representación sea legítima, aparte de ser legal, tiene que ser cierta, genuina y verdadera, y si la ley electoral no lo asegura, no hay democracia.

El sistema electoral que han adoptado los países democráticos más desarrollados se basa en la división del territorio en tantas circunscripciones electorales como representantes a elegir. Es la fórmula que se aplica en Francia, en Estados Unidos, en Reino Unido y en Alemania, en este último caso para elegir a la mitad de la Cámara.

Con este sistema cada elector tiene su representante, que es el que ha resultado elegido en su circunscripción. El representante elegido defiende los intereses e inquietudes de la mayoría de sus representados por encima de los compromisos de su partido. Los ciudadanos pueden hacer que su representante lleve al Parlamento iniciativas concretas o simplemente haga públicas en él sus inquietudes.

En España nada de esto es posible porque el ciudadano no vota a un representante sino a un partido. Votar a los partidos es como votar marcas, principalmente “derechas” o “izquierdas”, lo que solo sirve para hacer demagogia. Los programas de los partidos son paquetes “todo incluido” y el ciudadano no puede si lo desea hacer llegar su opinión sobre cada una de las iniciativas, lo que solo puede hacerse si tiene un representante político con nombre y apellidos.

Es lamentable que en la transición política se haya optado por llevar la contraria a las democracias más establecidas y mejor desarrolladas y se haya decretado que el ciudadano solo pueda en realidad elegir entre “derechas” o “izquierdas”. Si la clase política defiende verdaderamente el interés común debería replantearse el sistema electoral y ponerlo en línea con los países líderes en progreso, desarrollo y justicia social.