Pacto sobre el sistema electoral

pactoEl resultado de las elecciones europeas en España demuestra la urgente necesidad de un pacto sobre el sistema electoral entre PP y PSOE. Ambos partidos tuvieron ayer el 49% de los votos cuando hace cinco años, con similar abstención, alcanzaron el 81%. El sistema de listas con escrutinio proporcional para elegir eurodiputados permite que haya en el Parlamento Europeo algunas representaciones que no tienen cabida en los parlamentos de los principales países miembro en los que utilizan sistemas mayoritarios basados en circunscripciones uninominales. La representación de grupos marginales en Europa permite que se expresen propuestas de todo tipo sin que tengan una influencia significativa en las decisiones europeas.

El problema que tenemos en España es que también utilizamos el sistema de listas con escrutinio proporcional para el Parlamento nacional. En los países más avanzados los electores votan en circunscripciones uninominales, de forma que cada ciudadano tiene un diputado concreto que le representa y cada diputado representa al conjunto de ciudadanos concretos que le han elegido por mayoría. Es el sistema que funciona en EEUU, Francia, Reino Unido, Alemania (para la mitad de la Cámara), Canadá, Nueva Zelanda, Australia y que estuvo vigente en Italia (en un 75%) hasta el año 2005.

Este sistema conviene a los ciudadanos, porque con él pueden estar en contacto con su representante tanto como deseen, hacer ver sus inquietudes y opiniones y participar individualmente o en grupo en el desarrollo legislativo. Cada diputado tiene obviamente que estar pendiente de sus electores y saber lo que opina la mayoría de ellos, lo que prevalece sobre la disciplina de partido. En lamentable contraste, hoy en nuestro país la única forma de opinar, aparte de votar cada cuatro años, es la algarada callejera. El sistema de circunscripciones uninominales conviene también al PP y PSOE porque si lo adoptaran, en las próximas elecciones uno de ellos alcanzaría la mayoría absoluta, cosa que a la vista de los resultados de ayer con el sistema actual no se vislumbra. El que obtuviera la mayoría formaría un gobierno fuerte que no tendría que estar “comprando” votos, siempre que llevara al Parlamento propuestas que tuvieran aceptación mayoritaria de los diputados, toda vez que éstos representan a los ciudadanos y no a la persona que les puso en una lista.

Un pacto sobre el sistema electoral entre PP y PSOE evitaría el fraccionamiento del Parlamento en demasiados partidos y sus consiguientes componendas. Esto ha sucedido en Italia y ocurrirá en nuestro país si no se modifica la ley electoral. PP y PSOE tienen entre ambos la mayoría necesaria para un pacto sobre el sistema electoral adoptando circunscripciones uninominales y si dejan pasar esta oportunidad quizás no la vuelvan a tener. De paso podrían eliminar el Senado.

Eurodiputados

EurodiputadosLa elección de eurodiputados en España esta planteada por el partido en el gobierno como un plebiscito de lo bien que va todo y por el partido de la oposición como un plebiscito contra el machismo. De las cosas que se deciden en el Parlamento europeo y lo que cada partido propone nada se dice ni nada se debate y no es de extrañar que los ciudadanos españoles pasen del tema. No se como «viven» la elección de eurodiputados otros ciudadanos europeos pero no me extrañaría que fuera algo parecido porque las tareas que llevan a cabo los eurodiputados quedan algo lejos de las preocupaciones de la vida diaria.

Para la elección de eurodiputados se ha elegido en Europa el sistema de listas cerradas y el escrutinio proporcional. Seguramente es porque teniendo los principales países europeos en sus propios parlamentos sistemas mayoritarios basados en circunscripciones uninominales, consideran que la aplicación del sistema proporcional para elegir eurodiputados permite que haya en el Parlamento Europeo algunas de las representaciones de grupos minoritarios que el sistema mayoritario descarta en sus países. Consideran que es bueno que haya voces marginales en Europa y que se desahoguen con ello sus seguidores en la idea de que es pura retórica que tiene muy poca influencia en las decisiones europeas.

Los eurodiputados no representan a los ciudadanos sino a quienes les incluyen en las listas, listas que en el Reino Unido son 11, en Francia 8, en Italia 5, en Belgica 4… y en España solo una. Pero en los países que más peso tienen en Europa no importa demasiado porque hay representación y participación y la soberanía reside en los ciudadanos, a diferencia de España en donde no hay representación ni participación ciudadana y la soberanía reside en los partidos políticos.

Reducir gasto público

gasto publicoReducir gasto público es una necesidad en la que gran número de economistas están de acuerdo porque la presión fiscal es excesiva y sigue habiendo déficit, habiendo llegado la deuda a ser casi igual al PIB. Reducir gasto público permitiría también reducir el IRPF a la «golpeada» clase media, lo que se trasladaría a incrementar el consumo y los ingresos de IVA. Por el momento los ciudadanos no percibimos que se haya profundizado demasiado en reducir gasto público, aparte de las reducciones que dice la oposición se han producido en servicios básicos de sanidad y educación. La estructura del Estado sigue siendo excesiva, las empresas públicas innecesarias creadas en los últimos años siguen existiendo, las subvenciones que casi nadie haría con su dinero siguen prodigándose y sigue habiendo privilegios innecesarios.

Reducir gasto público es ciertamente necesario pero, aparte de los signos externos que llegan al conocimiento popular, el entendimiento de las reducciones concretas de gasto que pueden hacerse es materia complicada que solo pueden entender unos pocos expertos. La ley 22/2013 del pasado 23 de diciembre, que determina los presupuestos del Estado para el presente año, ocupa 528 páginas del Boletín Oficial y es un arcano para los muy iniciados. En el preámbulo indica que está dirigida «a todos los que la presente vieren y entendieren«, es decir a un muy reducido grupo de personas. Indica también que dicha ley ha sido aprobada por el Congreso y cabe preguntarse hasta que punto todos los diputados la «vieron y entendieron» habida cuenta de su complejidad y de que al fin y al cabo votan según les indique el jefe de fila. Los ciudadanos no pueden opinar porque no tienen un representante con nombre y apellidos a quien dirigirse. Y como todo queda a la voluntad del partido en el gobierno, no hay ningún esfuerzo para dar a conocer los presupuestos de forma que sea entendible para que los ciudadanos puedan «ver«, intenten «entender» y en su caso opinar.

Aparte del objetivo de reducir gasto público, el entendimiento de las cuentas del Estado y la participación ciudadana contribuiría a extremar el control que a tenor de las noticias que vemos a diario no parece que sea suficiente para prevenir malversaciones y excesos relevantes.

La valla de Melilla

La valla de Melilla pretende evitar la inmigración masiva de ciudadanos subsaharianos que se produciría si dicha valla no existiera. En pleno siglo XXI hay un lamentable contraste entre países desarrollados y países dominados por la miseria y es también lamentable que que haya personas tan desfavorecidas que tengan que huir de su país arriesgando la vida. Las grandes potencias y la ONU podrían estar mas comprometidas con el desarrollo de estos países y ejercer una especie de protectorado que les proteja de la miseria y de gobiernos despóticos hasta que alcancen niveles básicos de desarrollo.

Pero hoy por hoy hay una valla en Melilla para evitar la inmigración incontrolada y unos funcionarios encargados de custodiarla y de asegurar su eficacia. Puede debatirse si la valla debe permanecer o si debe de eliminarse porque diferentes personas pueden tener diferentes opiniones, todas legítimas, pero mientras exista no debería ser materia de debate político la forma en que los funcionarios encargados de su control ejecutan los protocolos de actuación. En situaciones de tensión como las que se producen cuando intentan pasar la valla cientos de personas se pueden producir excesos.

Lo que sobra es poner estas actuaciones puntuales en Melilla en la primera línea de debate político como sucedió recientemente. El Gobierno se centraba en justificar la actuación de la Guardia Civil mientras al principal partido de la oposición le preocupaba que los inmigrantes hubieran recibido disparos de pelotas de goma, aunque cuando gobernaba y repartía «papeles para todos» hacia una excepción con los subsaharianos y en vez de darles papeles les ponía «concertinas». Nadie se refirió al problema de fondo de la pobre gente que tiene que saltar una valla casi inexpugnable para salir de la miseria.

De la guerra de Marruecos

De la guerra de MarruecosEl próximo miércoles día 7 de mayo tendrá lugar en el salón de actos del Instituto de Historia y Cultura Militar la presentación del libro «De la guerra de Marruecos y el combate que no debió ser» que ha escrito el historiador Guillermo Serrano y Sáenz de Tejada y ha editado el Ministerio de Defensa

La segunda guerra de Marruecos se conoce como el conflicto que llevó a España a defender su Protectorado en Marruecos entre 1921 y 1927 de una violenta insurrección liderada por Mohamed ben Abd el Krim el Jattaby. Es la última guerra de larga duración que España ha tenido que librar fuera de sus fronteras y a pesar del desgaste salió victoriosa a partir del momento que el líder rifeño se entregara a las autoridades francesas en mayo de 1926.

El estallido de las hostilidades, a raíz de la sublevación de Abd el Krim, fue una sorpresa para el estamento político español que tuvo que reaccionar apresuradamente para contener el levantamiento. El coste en términos de vidas humanas españolas y del importe económico de la guerra hizo que se tambaleara la propia estructura del Estado que acabó desembocando en el estallido de la Guerra Civil en 1936. La falta de consenso en torno a la gestión de la guerra de Marruecos aceleró la inestabilidad política del régimen de Alfonso XIII que tuvo que someterse primero a un levantamiento militar en 1923 para finalmente terminar por colapsar en 1931.

Votar en contra

votar en contraLos políticos no suelen explicarnos de forma convincente porque hay que votarlos sino que mas bien nos argumentan para votar en contra de sus opositores. Con el sistema electoral vigente no votamos a las personas que queremos que nos representen sino que tenemos que elegir un partido y su lista ya precocinada de representantes. El ciudadano no va a tener un diputado con nombre y apellidos que le represente y no va a poder participar ni plantear absolutamente nada durante la legislatura, limitándose a elegir un partido cada cuatro años. Es como si votáramos a una marca comercial, y los políticos nos venden en efecto su marca como si fuera una fragancia, sin molestarse en detallar como proponen resolver los problemas de la sociedad ni tan siquiera identificarlos razonadamente sin demagogia.

Lo que resulta sorprendente es que no nos «vendan» la marca de forma positiva explicando las virtudes que tiene y porqué es una marca confiable, sino que lo que hacen es atacar a las marcas contrarias, principalmente a la que les parece que compite mas con ellos. Hacen la campaña invitando a votar en contra, y este marketing negativo lo exhiben continuamente durante la legislatura. El principal partido de la oposición no dice con precisión que acciones emprendería en el lugar de las que critica del Gobierno, sino que se limita a descalificar una por una las iniciativas del gobierno con mensajes demagógicos que pretenden llegar al subconsciente de los ciudadanos. Lo mismo hace el partido que gobierna descalificando a sus adversarios. Sería inconcebible que la Coca Cola hiciera su campaña de marketing descalificando a la Pepsi Cola señalando terribles consecuencias en caso de consumirla, o que en lugar de resaltar la calidad del Chanel nº 5 la firma Coco Chanel propagandeara lo nefastas que son las fragancias de Guerlain.

Como esto es lo que hay, el ciudadano suele ir a las urnas a votar en contra, es decir a votar a quien mejor se opone al partido que más rechazo le produce. A mí me gustaría poder votar a una persona concreta y que quien resultara elegido en mi hipotética circunscripción uninominal fuera mi representante y pudiera a través de él participar tanto como desee, pero como lo que tengo que echar en la urna es una papeleta de un partido, aunque no me guste ninguno tengo que votar en contra y escoger al que mejor se opone al que más rechazo me produce. Mientras no cambie el sistema electoral y se adopten circunscripciones uninominales, lo más eficiente sería admitir la posibilidad de votar en contra para que quien lo desee pueda expresar de forma directa que partido le produce más rechazo. Sería congruente con la forma en que hacen propaganda los partidos y quedaría mucho más patente cual es la voluntad ciudadana. Un voto en contra simplemente descontaría en lugar de sumar.