Opiniones innecesarias

opiniones innecesariasDar opiniones innecesarias sobre personas es algo que compromete, porque da demasiadas referencias de quien eres, de cómo piensas y de que se puede esperar de ti.

Las ideas que nos formamos de las personas, y la información que transmitimos de ellas con palabras, gestos y actitudes, son pistas gratuitas que damos sobre nosotros mismos.

Son pistas que califican o descalifican por mucho tiempo y pueden ser un lastre cuando hay que proyectar buena imagen. Pueden hacer perder oportunidades que están al alcance.

Dar opiniones es una tendencia natural en las relaciones humanas, pero no conviene comprometerlas sin necesidad.

Es paradigmática la contestación que dio Churchill cuando le preguntaron qué opinaba de los franceses: «No puedo opinar porque no los conozco a todos».

 

La primera impresión

DSC00616La primera impresión es a veces determinante. Nos puede caer simpática una persona sólo por su aspecto, sin haberla visto de cerca ni haber hablado con ella, pero también puede transmitirnos sin motivo malas vibraciones.

Las primeras impresiones surgen de emociones y sentimientos más que de la razón. Son valoraciones espontáneas que aunque no tienen fundamento predisponen a favor o en contra.

Después, podemos tener motivos concretos para confiar o desconfiar, pero las primeras impresiones, sean o no acertadas, duran bastante tiempo y cuesta cambiarlas.

Además, la percepción puramente emocional que podamos tener de una persona o de una situación determinada, no la guardamos sólo para nosotros sino que a veces la transmitimos, casi siempre sin necesidad, incluso añadiendo opiniones.

Pasado cierto tiempo podemos ya tener motivos más concretos para confiar o desconfiar de una persona.

Lo mismo sucede con la primera impresión que tienen de ti las personas con las que te relacionas.

Mírate al espejo de vez en cuando y medita sobre lo que tu imagen especular piensa de ti.

El PSOE tiene tres puntos débiles

partido socialistaCreo que el PSOE tiene tres puntos débiles que pueden influir negativamente en sus posibles votantes. El primero de ellos es el tono agresivo de las intervenciones del líder gritando «cabreado» en sus apariciones en la campaña electoral. Esos gritos provocan rechazo porque son una llamada de alarma directa al subconsciente.

El segundo punto débil es la insistencia en derogar leyes que se aprobaron con gobiernos del PP. Cualquier persona que piense un poco comprenderá que las leyes pueden mejorarse pero no hasta el punto de eliminarlas por completo, máxime si fueron aprobadas por la representación de la mayoría de los ciudadanos. Derogar leyes es como concepto un «tejer y destejer» que intranquiliza a cualquiera que piense en ello, sobre todo teniendo en cuenta que el PSOE ha gobernado 21 de los últimos 33 años.

El tercer punto débil es la continua, agresiva e innecesaria descalificación de los miembros del PP y de sus decisiones, lo que resalta su líder mucho mas extensamente que la descripción de su plan de gobierno. Es un punto débil por dos motivos. Primero porque habiendo gobernado el PSOE en 21 de los últimos 33 años, se le debe suponer con la experiencia suficiente para que su plan de gobierno convenza a los posibles votantes sin necesidad de basarlos en la descalificación e incluso los insultos a sus adversarios políticos.

El segundo motivo por el que la descalificación y los insultos constituyen una debilidad para el PSOE, es que hacen extremadamente difícil que a partir del 20 de diciembre próximo pueda haber una alianza entre el PP y el PSOE al estilo del gobierno de coalición en Alemania. Una alianza entre los dos partidos que tienen experiencia de gobierno, y tienen ya «situados» a los de sus entornos, sería muy eficiente para consolidar el desarrollo español en los próximos años. Sería también una solución contundente para resolver la incertidumbre política actual y evitar un gobierno precario que esté continuamente amenazado y pueda ser efímero como ha sucedido en Portugal.

El discurso del cambio

Diputados_por_circunscripciónAhora que se acercan las elecciones se intensifica el discurso del cambio. Todos los partidos políticos  proclaman que hay que hay que hacer un «cambio» y lo explican con proposiciones electoralistas, que son más bien orientaciones ideológicas que programas concretos de gobierno.

Los programas electorales son prolijos en extensión y en fraseología del cambio, pero, salvo excepciones, no detallan con concreción las medidas a aplicar ni en su caso como se financian. Después, el partido que gobierne hará los cambios que quiera y pueda con independencia de las propuestas electorales. Los ciudadanos nada podrán ya decir en los próximos cuatro años.

El PSOE propone un «cambio» que no ha conseguido hacer en los 21 años en que ha gobernado desde 1982, cuando precisamente llegó al poder en 1982 con el lema del «cambio». El PP ha gobernado desde entonces 12 años que podían haber sido suficientes para implementar la mayoría de lo que ahora propone.

Y es que el discurso del cambio es un espejismo para atraer a la ciudadanía. Los cambios más importantes que hicieron PSOE y PP en sus mandatos se produjeron por decisiones ajenas a las propuestas electorales. Decisiones importantes tales como la descentralización de la Sanidad y Educación, el abandono de la energía nuclear, la involucración en la guerra de Irak,  llegar a un déficit del 10%, «aceptar lo que venga de Cataluña»……etc., o no habían sido previamente propuestas o no fue explicada suficientemente su incidencia.

Y es que el discurso del cambio simplemente quiere decir «quítate tu que me pongo yo».