La tensión emocional excesiva acelera el deterioro orgánico

tension emocionalLa excesiva tensión emocional acelera el deterioro orgánico y puede ser causa de enfermedades difíciles de prever, porque hace daño poco a poco. Los problemas mentales somatizan en problemas orgánicos como si el cuerpo fuera el pararrayos en el que descargan.

Es de lo más normal que las personas llevemos una vida sedentaria con escasa tensión física pero con exceso de tensión emocional. Todos sabemos que para mantener el organismo en condiciones hay que hacer ejercicio y que el exceso de tensión física no es un problema porque el cansancio obliga a descansar y relajar los músculos. Sin embargo, también es normal que vivamos con un exceso de estrés, pero en este caso la tensión emocional excesiva es difícil de controlar porque no avisa.

Al contrario que el ejercicio físico, que tendemos a no hacerlo en la medida necesaria, la tendencia del ejercicio mental es de acumular tensión en la conciencia y vivir con estrés. El agobio de las cosas de las que hay que ocuparse y las relaciones sociales y sentimentales cargan la tensión emocional y hay que saber descargarla al ambiente antes de que la absorba el cuerpo y produzca daños irreparables.

El pensamiento estimula la imaginación creadora

pensamientoEl pensamiento es una convulsión constante en la que se forman y conectan las ideas, un latido continuo que da vida a nuestra visión de la realidad para decidir y reflexionar sobre los actos y experiencias. No es útil pensar en lo que ya ha sucedido, porque el cerebro ya lo hace de forma automática sin tener que dedicar atención consciente. Mas bien hay que pensar en los proyectos de futuro, en los que las de ilusiones y el deseo pueden hacer fermentar en la conciencia la imaginación creadora.

El pensamiento se acelera cuando estamos en tensión y se remansa en la quietud y el silencio. Podemos abarcar zonas amplias de conocimiento, como el agua que baña una llanura, o podemos centrarnos en cosas concretas. Las cuestiones de amplio alcance elevan y relajan el pensamiento mientras que las cosas concretas generan tensión.

Dar demasiadas vueltas a las cosas hace perder tiempo y frena el ritmo del pensamiento por detrás de los acontecimientos, mientras que hacer las cosas sin pensar obliga a poner atención en lo inmediato y produce estrés. Para ajustar el ritmo más conveniente de pensamiento hay que adoptar en cada circunstancia la actitud mental más adecuada.

El juego limpio es una ley universal

juego linpioEl juego limpio es la ley de la gravedad de la conducta, pero igual que la luz curva su trayectoria con la masa, el juego limpio lo distorsionan las personas.

En un mundo ideal en el que todos fueran con la verdad por delante, sólo se acabarían imponiendo cosas razonables. Quien no juega limpio no inspira confianza ni a sus más directos compañeros o amigos. Quien actúa con nobleza suele quedar satisfecho de lo que hace y la gente lo agradece aunque tenga otros puntos de vista y no apruebe sus actuaciones. Otra cosa es que consiga resultados prácticos.

Suele ser compatible defender intereses y hacerlo con ética, aunque hay ocasiones y ambientes en los que sólo se consiguen resultados con malicia. Hasta en la guerra hay normas internacionales que previenen contra el uso de armas inaceptables.

La ética inspira confianza y facilita las relaciones con las personas aunque piensen de otra forma o tengan intereses diferentes. La conducta humana incluye reacciones emocionales que a menudo se separan de la ética, pero siempre hay margen para analizar los hechos en frío y reflexionar para consumo interno.

La primera impresión es determinante

primera impresiónLa primera impresión es determinante. Nos puede caer simpática una persona sólo por su aspecto, sin haberla visto de cerca ni haber hablado con ella, pero también puede transmitirnos malas vibraciones.

Las primeras impresiones surgen del sentimiento más que de la razón. Son valoraciones espontáneas sin fundamento, pero predisponen a favor o en contra y después cuesta mucho cambiarlas.

No es fácil saber si la primera impresión es un acierto del instinto y hay que tenerla en cuenta o si hay que ponerla en cuarentena. Solo después de algún tiempo podemos tener motivos más concretos para saberlo.

Grecia y su sistema electoral

grecia eleccionesGrecia tiene un sistema electoral en el que se eligen 238 escaños en 56 circunscripciones (48 de ellas plurinominales) con distribución proporcional, con distribución de restos también proporcional. Otros 12 escaños se distribuyen proporcionalmente a escala nacional y otros 50 escaños se otorgan al partido que obtenga mayor número de votos. El voto es obligatorio para los ciudadanos mayores de edad hasta los 70 años.

Grecia adoptó la proporcionalidad entre votos y escaños sabiendo que con ello habría un excesivo fraccionamiento de partidos y para evitar el vacío de poder legisló la concesión de 40 escaños adicionales al partido mas votado, cifra que posteriormente elevaron a 50. A pesar de estos 50 escaños adicionales «gratuitos» que desautorizan la pretendida proporcionalidad, el partido más votado (Nueva Democracia) no alcanzó en las últimas elecciones nada mas que 108 escaños. Incluso en coalición con el segundo partido más votado (Izquierda democrática), o con el tercero (Pasok), no ha podido alcanzar la mayoría para gobernar.

En Grecia, igual que en España, los políticos se han preocupado más de que la soberanía resida en los partidos políticos y se repartan entre ellos el poder, que en asegurar que haya gobiernos mayoritarios que administren el bien común con la permanente vigilancia ciudadana. En un país occidental la justicia social y la buena administración la quiere todo el mundo y el margen para las ideologías es muy reducido y en todo caso de segunda prioridad.

En los países de mayor progreso social y económico, cada ciudadano puede votar a la persona que desea que le represente y le sirva de enlace para participar si lo desea en las decisiones políticas. Es el principio que asegura que hay gobiernos fuertes, que hay un control efectivo, que los intereses minoritarios están debidamente representados y que hay cauces de comunicación entre los ciudadanos y los políticos sin que haga falta hacer el ridículo en la calle para nada.

 

Indignación y sistema electoral

IndignacionIndignación es lo que lleva a la calle a los ciudadanos como única forma de protesta que prevé nuestro sistema político. La participación política del ciudadano se reduce a delegar en un partido político votando cada cuatro años y a manifestarse de cuando en cuando para desahogarse. No existe forma de canalizar sistemáticamente ideas y propuestas para su debida consideración porque los ciudadanos no tienen representante a quien dirigirse.

La partitocracia suplanta la soberanía popular y facilita que el partido o la coalición en el poder gobierne a su criterio sin censura. Lo que no entiendo de los protagonistas de la indignación es que quieran influir en las decisiones políticas y sin embargo propongan un sistema electoral proporcional que refuerza todavía más la partitocracia. Véase lo que sucede en Grecia donde la proporcionalidad ha conducido a la fragmentación de partidos, a la potenciación de partidos extremistas y a serias dificultades para formar gobierno, sin que los ciudadanos puedan hacer otra cosa que manifestarse.

La forma de canalizar positivamente la indignación es con un sistema electoral en el que los ciudadanos tengan su representante y puedan a través de él participar en las decisiones políticas, que es el de circunscripciones uninominales en las que se elige a un solo diputado. El diputado electo representa a todos los electores le hayan o no le hayan votado, lo que no conoce. A través de él se pueden canalizar críticas y propuestas día a día y el diputado  vota en el Congreso según el sentimiento mayoritario en su circunscripción y si no lo hace así pone en peligro su reelección. Es el sistema que rige en Alemania, Francia, Reino Unido, EEUU y otras democracias de éxito.

Este sistema tiene además la ventaja de que permite gobiernos fuertes que no tienen que comparar votos de partidos minoritarios, sin que por ello las minorías dejen de estar representadas. Los intereses minoritarios están mejor defendidos día a día a través de los auténticos representantes que por votar a un partido minoritario cada cuatro años.  Es también preferible un gobierno fuerte día a día criticado que un gobierno precario con patente de corso por cuatro años.

Nadie vota promesas electorales

promesasNadie vota promesas electorales. Los medios de comunicación y los partidos de la oposición están continuamente machacando sobre si las decisiones de gobierno están o no están de acuerdo con los programas y promesas electorales como si la tarea de gobierno fuera ajustarse a un plan rígido preconcebido de cuatro años de duración. Es decir un programa de gobierno estático de «piñón fijo» que no tuviera en cuenta los nuevos hechos que acontecen.

Para empezar, en España el ciudadano no puede votar a quien desea que sea su representante político sino que tiene que votar a un partido, es decir a una lista de personas que representan a un partido. Solo cabe esperar que el partido elegido gobierne defendiendo lo mejor posible el bien común, porque a partir de la votación el ciudadano ya no tiene la más mínima participación. Este sistema electoral invita más bien a votar en contra, es decir a votar al partido que puede vencer al que consideramos mas nefasto.

Continuando, me gustaría saber el porcentaje de españoles que lee el programa electoral del partido al que vota, porcentaje que me extrañaría fuera superior al 1%. Pero a lo que si están atentos los ciudadanos es a los mensajes de los políticos, tanto del gobierno como de la oposición, sobre los problemas que afectan al bien común, sobre las medidas que se aplican y sobre los resultados que se consiguen. Quienes tengan criterio propio y puedan liberarse de la contaminación mediática, valorarán las decisiones de gobierno según les parezcan adecuadas y no en función de si figuraban o no en el programa electoral.

Todos los gobiernos, de uno u otro partido, han tomado decisiones más o menos acertadas sin ajustarse al programa. La tarea de gobierno no es como la de una orquesta que interpreta una obra fija inmortalizada sino mas bien como la de un barco que tiene que seguir un rumbo maniobrando según el estado del mar. Lo que si tenemos que estar los ciudadanos es bien informados.

Protestas callejeras

protestas callejerasProtestas callejeras inútiles tienen lugar después de que hace unos meses elegimos en España un gobierno que tiene el respaldo ciudadano de una mayoría absoluta. Esta por ver si fue una buena elección o si esa mayoría se equivocó, pero entretanto es el gobierno que tiene que dirigir el país y administrar el bien común. El sistema electoral da un margen de cuatro años para que los ciudadanos voten otra vez y decidan mantener el gobierno o cambiarlo.

Ejerciendo la tarea de administrar el bien común, el gobierno está tomando medidas restrictivas para taponar la hemorragia de una deuda creciente generada por gastar bastante más de lo que se recauda. No se cuan buenas son las medidas, pero es evidente que hay que cerrar la herida porque las «transfusiones» son cada vez más caras y existe la amenaza de que se acaben. No es agradable para nadie que haya recortes pero si alguien tiene que decidir evidentemente es el gobierno y en él habrá que confiar. Entretanto, es lamentable que haya tanto «cabecilla» incitando a la gente en los medios de comunicación para que salga a la calle a manifestarse protestando por todo sin tener ni suficiente información ni criterio contrastado de como administrar las cuentas del país. Predican contra las reformas y a favor de seguir gastando más de lo que se tiene, como si el dinero lloviera del cielo.

Pero no solo hay mucho indocumentado opinando de economía sino también gente mal intencionada que vive de subvenciones del Estado y pretende que quien administra el bien común haga lo que a ellos les interesa. Es evidente que no pueden gobernar desde la calle y que lo que están defendiendo son sus privilegios. Van además mucho más allá de protestar las medidas del gobierno pues no puede interpretarse de otra forma la proliferación de banderas nostálgicas de la segunda república que parecen pedir volver a la España de la alpargata.

Sea Monarquía o sea República, el ordenamiento del Estado hay que hacerlo en el Parlamento con amplia mayoría y no en la calle con algaradas populistas ni plebiscitos callejeros. No obstante, hay un fondo de razón en hacer protestas callejeras porque los ciudadanos carecemos de representante político y no podemos protestar ni proponer nada a través de él. Si quienes protestan en la calle se centraran en proponer un sistema electoral que garantizara que cada ciudadano tiene su representante y puede a través de él participar (sistema con circunscripciones uninominales), entonces la presión callejera podría entenderse como un clamor popular que hay que someter a análisis. El simple pataleo por medidas de administración económica es un espectáculo inútil que solo consigue hacer mucho daño al país.