El tiempo y la vida

El progreso de una persona o una sociedad, sólo se entiende comparando con tiempos anteriores y con relación a otras personas u organizaciones. Si de repente se para el tiempo y la vida pasa a ser una foto fija, ya no cabe hablar de progreso nunca más, ni tiene sentido compararnos porque todos formaríamos parte de una foto fija como si fuéramos las piezas de un puzle.

Vivir viene a ser como pasar a través del tiempo y vencer las pruebas y resistencias que nos pone la presión del ambiente continuamente en el camino. Pueden no requerir demasiado esfuerzo, pero también puede ser enorme y consumir mucha energía y causar mucho desgaste. Hay personas y sociedades que tienen la suerte de vivir casi sin desgastarse, sin tener que afrontar problemas importantes y sin la incertidumbre de qué pueda depararles el futuro, pero todos luchamos contra el reloj consumiendo las fuerzas y desgastando la naturaleza.

La lucha continua contra el reloj desarrolla la personalidad, y proporciona libertad, independencia y autonomía. Sin embargo, la presión del ambiente puede ser tan elevada que absorba toda la energía y no se pueda progresar. Es lo que sucede en un país en el que la presión del estado agobia a los ciudadanos con impuestos excesivos, trabas burocráticas innecesarias, exceso de regulación e intervencionismo, excesivo peso muerto de estructuras públicas sobredimensionadas, subvenciones cuestionables, privilegios de la clase política, financiación de sindicatos y patronales, y corrupción elevada y creciente.

La comparación con tiempos pasados y con otros escenarios que nos rodean es imprescindible. No se puede hablar de progreso sin comparar con otras sociedades porque lo que de forma aislada se puede vender como avances pueden ser en realidad retrocesos, contraste bastante patente en la realidad española de los últimos años. Para avanzar en el tiempo y tener progreso social y económico hay que eliminar los pesos muertos que nos anclan al pasado. Los dos primeros pasos consisten en eliminar la concentración de poder que otorga el sistema político vigente y en que haya representación política de los ciudadanos. Desactivando estos dos frenos se podrá simplificar todo lo demás.

Energía nuclear de fusión

energia nuclearEl accidente nuclear de Fukushima ha dado nuevo impulso a los detractores de la energía nuclear, pero la suerte ya está echada y en Japón no pueden prescindir de las 55 centrales nucleares que tienen. Tampoco Francia puede prescindir de sus 58 reactores nucleares, que por cierto tenemos bastante cerca. El incremento del consumo de energía en el mundo es inevitable y la energía nuclear es imprescindible, aunque ciertamente hay que impulsar su evolución hacia proyectos más seguros.

La radioactividad dejaría de ser una amenaza si en las próximas décadas se consiguieran poner en marcha centrales que produzcan electricidad con energía nuclear de fusión. La energía nuclear de fusión, no produce emisiones, no contamina el aire, se nutre de un combustible ilimitado y es intrínsecamente segura. Como primer paso hacia la utilización industrial de la energía nuclear de fusión está en marcha el proyecto ITER, que costará 10.000 millones de euros durante 30 años, proyecto financiado por China, EU, EEUU, India, Japón, Corea y Rusia, es decir los 37 países más importantes.

La reacción nuclear de fusión es el proceso de generación de energía que tiene lugar en el sol y en todas las estrellas, es decir el proceso estándar del universo. No parece viable que en la tierra inventemos otro método de producir energía que cubra las enormemente crecientes necesidades y sea eternamente sostenible. La reacción de fusión es cuatro millones de veces más energética que quemar fuel o carbón. Una central de carbón de 1000 MW quema 2,7 millones de toneladas de carbón al año, mientras que una central nuclear de fusión consumiría (si existiese) 250 Kg de Deuterio y Tritio.

El Deuterio es abundante, inofensivo e inagotable y hoy en día se utiliza rutinariamente en aplicaciones industriales y científicas. El Tritio, se crea por la interacción de los neutrones que escapan del plasma con el Litio que reviste las paredes del tokamak. El Litio es tan abundante que suponiendo que toda la Tierra se abasteciera de energía nuclear de fusión las reservas de Litio hoy conocidas durarían 1000 años.

Naturalmente, la energía nuclear de fusión no estará exenta de problemas pero, una vez que  se consiga desarrollar de forma segura, será necesaria para acompañar al crecimiento explosivo de la actividad humana. Descartar la energía nuclear o colorearla de tintes ideológicos es una postura emocional que puede devolvernos a las cavernas en unas cuantas décadas.

Transparencia del gasto público

AGUA Y AIRELa transparencia del gasto público ayuda a que los dirigentes del poder ejecutivo den prioridad a la honesta, austera y eficiente administración del bien común. En un país como el nuestro, en el que las libertades individuales y la justicia social son objetivos que se supone asumen los ciudadanos y todos los partidos políticos, el primer mandamiento que deben cumplir los dirigentes del poder ejecutivo es administrar el bien común de forma intachable.

Los presupuestos generales del Estado siempre son sospechosos de incluir gastos e inversiones innecesarios. La administración del dinero público deja mucho que desear a tenor de los datos que de cuando en cuando se dan a conocer en los medios y sobre todo por las muestras evidentes que observamos los ciudadanos: obras innecesarias, subvenciones absurdas o interesadas, proliferación de coches oficiales, proliferación de asesores, incremento desproporcionado de funcionarios, corrupción, solape de competencias en las diversas administraciones, ….etc.

Frente al despilfarro del gasto público poco podemos hacer los ciudadanos porque nuestra intervención se limita a votar cada cuatro años para que siga el poder en manos del partido gobernante o para que sea el partido de la oposición el que gobierne. Sea uno u otro, el poder ejecutivo resultante seguirá haciendo los presupuestos al margen de los ciudadanos, gastando dinero público con demasiada alegría, sin la prudencia con la que un padre de familia tiene que administrar su dinero.

Hace tan sólo unos años el ministro de Economía llevaba al Parlamento todo un cargamento de carpetas en las que se reflejaban los presupuestos que se sometían a aprobación, pero ahora solo acude con un disco de ordenador. Es decir que toda la información está informatizada y puede ser accedida por los diputados, aunque dudo mucho de que éstos la consulten o hagan con ella otra cosa que votar lo que su jefe de filas ordene.

Hoy la técnica permite dar un paso más y estructurar los presupuestos de forma que puedan consultarse a través de internet, igual que se supone los consultan en una red privada los gestores responsables de su gasto. Abrir la posibilidad de consultar los presupuestos a todos los ciudadanos es algo lógico y natural porque se trata de su dinero. No hay en principio zonas presupuestarias que requieran secreto u obscuridad, pero si en algunas hubiera duda bastaría con limitar sus desgloses, porque las cuentas públicas en su inmensa mayoría tienen que resistir la prueba de transparencia.

De momento, aun cuando se publicaran en la red los presupuestos generales del Estado y los de las autonomías y ayuntamientos, pocas iniciativas ciudadanas podrían llevarse a cabo porque carecemos de representación política, pero estaríamos ante un ejercicio de transparencia en el que tendríamos datos reales y no simplemente rumores y con ello el gasto innecesario empezaría poco a poco a caer por su propio peso.

Conciencia popular

CONCIENCIAEl progreso y el desarrollo de los pueblos no es consecuencia de la antigüedad, ni de los recursos disponibles, ni de la capacidad intelectual de sus ciudadanos. Es más bien producto de la conciencia popular, una conciencia colectiva de fraternidad y de progreso basada en la ética y la responsabilidad.

India y Egipto son países milenarios y sin embargo siguen siendo pobres, e incluso Grecia, también milenario e integrado en la Unión Europea tiene graves problemas de sostenibilidad económica. En contraste, países jóvenes como Australia, Nueva Zelanda o Canadá, con centuria y media de existencia, disfrutan de un alto nivel de desarrollo y de riqueza. Y EEUU, la mayor potencia mundial, tiene poco más de dos centurias de existencia como estado.

Los recursos naturales tampoco son decisivos. Japón carece de ellos y es hoy una potencia mundial, líder después de EEUU, que Importa todo tipo de materias primas y exporta todo tipo de productos manufacturados. Suiza es otro ejemplo de país rico y desarrollado que ha conseguido ser refugio de grandes capitales por la confianza y seguridad que emana de los principios de orden, trabajo y responsabilidad que guían la actividad de sus ciudadanos.

Y no puede decirse que los dirigentes y especialistas de estos países ricos y desarrollados estén mejor dotados intelectualmente y por eso sus países progresen más rápidamente, porque está demostrado hasta la saciedad que casi todos los seres humanos somos capaces de hacer casi todo y que los factores determinantes son la educación, la experiencia y la responsabilidad, factores que nada tienen que ver con razas ni colores. De hecho, los países desarrollados están llenos de inmigrantes en posiciones de alto nivel y responsabilidad.

Lo que realmente marca la diferencia es la conciencia del pueblo, algo que no se improvisa y que requiere de buena orientación ética y política y de consistencia y continuidad en el desarrollo espiritual. La conducta de la mayoría de los ciudadanos de países desarrollados está basada en valores espirituales de ética, responsabilidad, integridad, entrega al trabajo, superación, respeto a los demás y respeto a la ley.

La dirección política de los países desarrollados impulsa estos valores desde la ejemplaridad, cuidando al máximo la educación de la juventud y velando por el perfeccionamiento de la conciencia popular para que sea ésta el motor que impulse a los diversos grupos sociales que vertebran el estado y puedan convivir todos ellos trabajando en la misma dirección de desarrollo y progreso.