Las elecciones generales del 20 N

Las próximas elecciones generales del 20 N constituyen la única intervención en la política que tendremos los ciudadanos hasta dentro de otros cuatro años. Elegiremos la lista de un partido político con nombres en su mayoría desconocidos y durante cuatro años la soberanía estará en manos de los partidos políticos y más concretamente del partido que consiga el poder. Mientras tanto los ciudadanos no tendremos cada uno un representante político a quien dirigirnos ni podremos participar con nuestras opiniones y propuestas en las decisiones, ni tendremos información clara sobre las cuestiones que nos afectan y se deciden a nuestras espaldas.

Los políticos elegidos tienen muy poca motivación para ser transparentes y proporcionar información completa y veraz sobre las decisiones que toman, porque los ciudadanos no tienen ningún canal de comunicación con ellos y da lo mismo lo que opinen, incluso para la siguiente votación dentro de cuatro años, porque lo que en realidad se elige es un partido político. Los políticos electos solo tienen que contentar a su partido.

Esta concentración de la soberanía en los partidos políticos genera rigidez, burocracia, despilfarro y corrupción. Con la excusa de que el pueblo no estaba preparado, los políticos de la transición pusieron en marcha un sistema de poder similar al de la dictadura, aunque el poder tenga ahora básicamente dos cabezas que se turnan. Esto le va muy bien a la sobredimensionada clase política que vive holgadamente disfrutando del mismo tipo de privilegios que la aristocracia de antaño, abusando de los ciudadanos sin que puedan siquiera hacerles llegar formalmente sus opiniones y propuestas.

En la actualidad ya no hay excusas, porque la actitud de la población es ahora razonablemente democrática y los ciudadanos están preparados para opinar y tienen el derecho natural de opinar e influir sobre sus intereses. Solo necesitan que exista el vehículo adecuado y que haya información completa y transparente.

El vehículo para participar en las decisiones es la representación política, reformando el sistema electoral para que cada ciudadano pueda votar a la persona concreta que quiere que le represente, es decir instaurar la circunscripción electoral uninominal. Cada ciudadano podría así hacer llegar sus inquietudes y sus opiniones a su representante y éste, por la cuenta que le tiene, tratará de desenvolverse de acuerdo con la voluntad mayoritaria de sus representados, lo que de entrada rompe la disciplina de voto actualmente existente.

La disponibilidad de la información y la transparencia se consigue siendo obligatoria la publicación detallada de actas, resoluciones, presupuestos, inversiones, subvenciones, gastos, préstamos…etc. en internet para que los ciudadanos y asociaciones de ciudadanos puedan consultarlas sin tener que depender de las noticias, siempre con algún sesgo, que de vez en cuando aparecen en los medios.

Si de produjeran estas condiciones la votación del 20 N podría ser el principio de una nueva y prometedora era, pero como estamos muy lejos de que se produzcan, muchos ciudadanos iremos como de costumbre a “votar en contra” cogiendo la papeleta que pueda neutralizar la menos deseable de los dos grandes partidos.

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