El sindicato de los parados

sindicato de paradosUno de los ejes de las medidas para activar la economía y generar puestos de trabajo es la reforma laboral, reforma de la que se lleva dos hablando y negociando sin que lo decretado hasta ahora dé satisfacción.

Siendo una pieza clave para la economía y la competitividad del país, y tratándose de una materia controvertida que afecta a numerosos intereses, tendría que ser objeto de pacto entre los dos partidos mayoritarios, que se supone conocen los intereses generales de la ciudadanía y los de los diferentes sectores y grupos afectados.

Los sindicatos y las organizaciones empresariales tendrán que ser consultadas porque es un rito cultural, pero no cabe esperar nada de ello porque ante todo defienden sus subvenciones. De éstos no está claro si defienden realmente a los pequeños empresarios. Aquellos, subvencionados al 90%, a quien desde luego no representan es a los parados. Es una situación residual de tiempos pasados que todavía sobrevive y que contrasta con la de países altamente competitivos, como por ejemplo Alemania, donde los sindicatos están financiados en su totalidad por los afiliados.

Si alguien tiene que estar representado en las decisiones de la reforma laboral son los parados, que es un colectivo próximo a los cinco millones. Habría que constituir el sindicato de los parados, único que merecería algún tipo de subvención.

Las elecciones generales y el túnel del tiempo

tunel del tiempoEl planteamiento político del socialismo en este país está atrapado en el túnel del tiempo. Está todavía contaminado por doctrinas fracasadas de los estados socialistas y no tiene la flexibilidad suficiente para ofrecer estabilidad y competitividad en un entorno de libertad como es el de la Unión Europea. Los dirigentes socialistas son conscientes de esto pero están atrapados por su clientela y no se atreven a cambiar el rumbo de forma sensible.

Subyace en la doctrina socialista la idea de un estado paternalista que interviene excesivamente en la economía y en los usos y costumbres de los ciudadanos, con un sector público sobredimensionado y en continuo crecimiento, y con reglas proteccionistas que estimulan el aburguesamiento social y desincentivan las iniciativas emprendedoras. El país acumula ineficiencias, pierde competitividad y su economía se deteriora.

Si el país no formara parte de la Unión Europea y fuera un espacio de dictadura o un estado socialista, el planteamiento paternalista podría funcionar, aunque a costa de devaluar la moneda cada cierto tiempo y empobrecer a la ciudadanía. El sector público, lleno de “clientes” adictos a la causa, evitaría el descontento social con la propaganda de las virtudes de la protección social y el progresismo.

Lo malo es que hoy en día existe internet y la gente comienza a estar más informada. Pero es que, además, estamos integrados en un entorno que exige tener viabilidad económica, porque nuestra moneda es el euro y no cabe el recurso empobrecedor de la devaluación. La doctrina de gastar más de lo que se tiene y de incrementar irresponsablemente año a año los presupuestos del estado, conduce a unos niveles de déficit y endeudamiento que son insostenibles. Todavía los presupuestos contenían substanciales incrementos cuando ya caminábamos “cuesta abajo y sin frenos”.

Las elecciones generales de hoy 20-N dan una oportunidad al país de ser gobernado con rigor económico, abordando seriamente la reducción del déficit y del endeudamiento para  impulsar la economía, manteniendo al mismo tiempo como prioridad la protección social. El punto de partida esta tan deteriorado que hará falta que los dos grandes partidos se pongan de acuerdo en las cuestiones básicas para no depender de minorías oportunistas. Es una oportunidad también para que el partido socialista salga de una vez por todas del túnel del tiempo que le ancla al pasado.

Sindicatos independientes del dinero público

dinero publicoLos tiempos de crisis nos hacen pensar en muchas cosas y nos obligan a revisar cuestiones que aunque fueran controvertidas estaban asumidas como normales. Una de ellas es la representación sindical de los trabajadores y la conveniencia de articularla con sindicatos independientes del dinero público. Hoy la representación está concentrada en dos sindicatos mayoritarios que en realidad operan como si fueran uno solo. Ambos sindicatos viven de subvenciones públicas y defienden más o menos lo mismo, incluso suelen expresar sus mensajes de forma conjunta. Para gran parte de los ciudadanos parecen la misma cosa.

Hay mucha gente que opina que los sindicatos no representan fielmente los intereses del conjunto de la población activa y que se ocupan más en defender los derechos de los que están trabajando, aunque dicha defensa contribuya a dificultar la contratación de los más jóvenes y contribuya también al cierre de negocios en situación de precariedad. Desde luego la posición de los sindicatos es opuesta a flexibilizar determinados aspectos de la contratación laboral que muchos economistas juzgan necesario para relanzar la economía.

Los sindicatos reciben dinero público con el que financian alrededor del 90% de sus presupuestos, cubriendo las cuotas de sus afiliados tan solo un 10%. Esta situación contrasta con la de Alemania, país en el que los sindicatos están sufragados por los afiliados y son independientes del dinero público. En Alemania los sindicatos tienen que defender de forma rigurosa el interés colectivo de sus miembros porque es la razón de ser de las contribuciones que éstos hacen y la forma de que continúen haciéndolas.

Aquí en nuestro país los sindicatos tienen la vida asegurada con dinero público y no tienen que profundizar demasiado en como representan a un colectivo que en realidad es un simple “accionista minoritario”. Tienen que escenificar enfrentamientos con el gobierno pero no pueden llegar muy lejos y desde luego defienden muy bien los intereses corporativos propios. Para ello cuentan con un “ejercito” de 57.000  liberados cuya principal misión es salir a la calle cuando les convoquen.

Especialmente negativo es el impacto de que hagan acuerdos de sector con las organizaciones patronales (con representatividad también discutible) para decidir sobre materias que un empresario debería de poder libremente pactar con sus trabajadores según las posibilidades reales de la marcha del negocio. La verdadera reforma laboral debe de empezar por que los sindicatos sean independientes y se financien con las aportaciones de sus afiliados. Una vez conseguido esto ya se preocuparán los sindicatos de contribuir de forma efectiva a defender a la colectividad que representan.

Las Ideologías

Las ideologías están orquestadas por centros de poder para servir a sus intereses. Están destinadas a colonizar la inteligencia emocional de la gente para que no piensen en los problemas de la vida diaria con criterio propio. Utilizan como vehículo de sus mensajes la formación desde edades tempranas, la comunicación mediática y la demagogia política.

Sin embargo, la realidad de la vida diaria de las personas está muy alejada de las cuestiones ideológicas y los problemas que los ciudadanos tienen a diario no se resuelven con idearios políticos, salvo que se trate de un político que vive de ellos. Máxime si la única intervención política que puede tener un ciudadano es votar cada cuatro años.

Las cosas que realmente afectan de forma determinante la vida de las personas son las cuestiones económicas y sociales. La ideología que debe de seguir de forma prioritaria un gobernante es ser austero, honrado, administrar prudentemente el bien común, desarrollar proyectos que cuenten con muy amplia mayoría, practicar la justicia social y no perpetuarse en el poder.

Salirse de estos parámetros es entrar en el juego de los intereses de los partidos, y en los negocios que se cuecen en sus alrededores, que no benefician al ciudadano sino a los que viven de medrar en la política.