Pactos políticos

imagesHay tres reformas que son necesarias en nuestro país y que no puede acometer ningún gobierno porque requieren pactos políticos:

1).- Modificar la Constitución para que los tres poderes del Estado sean realmente independientes y para que haya un sistema electoral en el que cada ciudadano tenga un diputado concreto que le represente y pueda a través de él participar en el desarrollo político si así lo desea.

2).- Reducir la estructura del Estado, el gasto y los impuestos, sin dejar de atender prioritariamente las necesidades sociales básicas.

3).- Dar prioridad a la educación y no contaminarla con doctrina ideológica para que haya un desarrollo libre del conocimiento y de la conciencia popular.

Un sistema electoral que garantice a cada ciudadano la «representación» y «participación» y la separación de los tres poderes del Estado son necesarios para que el sistema político sea una democracia y no una oligarquía.

La reducción de la estructura del Estado para suprimir gastos innecesarios e insostenibles pasa por la revisión del sistema de autonomías que cada vez se complica más y consume más recursos. Paradógicamente, los partidos mas entusiastas con la «igualdad» están tan contentos con que que las diecisiete autonomías vayan siendo cada vez más diferentes y crezcan los agravios comparativos para los ciudadanos.

El problema es que estos cambios requieren amplias mayorías y los políticos no están dispuestos a hacer pactos de este tipo. No tienen la categoría suficiente para entender estas necesidades ni para «ver» hacia el futuro y además anteponen sus propios intereses.

El líder del partido socialista ha sido explicito indicando que puede pactar con cualquier partido con la excepción del partido popular y los defensores del terrorismo, lo que supone destruir de antemano cualquier posibilidad de hacer estas reformas. Esta declaración dificulta también que haya mayorías de gobierno en muchas comunidades y ayuntamientos y también a nivel nacional. Dicho líder parece que apuesta por un «frente popular» que estaría lejos de hacer estas reformas. Esperemos que sus propios compañeros de partido le «muevan la silla» y haya mejores oportunidades en la próxima legislatura.

Frente popular

Según las encuestas, en las próximas elecciones generales ningún partido conseguirá la mayoría absoluta y es muy posible que pueda formarse una coalición de izquierdas o frente popular. El partido socialista ya viene preparando el terreno con la reciente declaración de su «número dos» de que pase lo que pase lo único decidido de antemano es que su partido no pactará con el Partido Popular lo que a sensu contrario indica que pactaría con cualesquiera de los demás partidos según conveniencia.

La eventualidad de un frente popular fue posiblemente debatida en la famosa reunión «clandestina» del anterior presidente del gobierno con el nuevo líder de la extrema izquierda y no es casualidad que, a partir de entonces, el anterior presidente dejara de pasar desapercibido y comenzara a dejarse ver con más frecuencia y a hacer «visitas de Estado» por Sudamérica. Puede que en la famosa reunión secreta fuera objeto de comentario que un posible futuro frente popular plantearía que el pueblo decida sobre la forma de estado y para la ocasión el Sr. Zapatero pudiera ser presidenciable. Esperemos que se trate de ciencia ficción porque la historia se repite y ya sabemos como acabó todo.

Votar con criterio

Es importante votar con criterio, porque en nuestro país la única participación política de un ciudadano es votar cada cuatro años. Una vez echada la papeleta en la urna, el ciudadano ya no tiene posibilidad de opinar porque no tiene con quien comunicarse ni quien le represente ya que los diputados solo representan a quien les puso en la lista.

Votar con criterio es dejar de lado los impulsos emocionales y tratar de encontrar una razón que prevalezca sobre las demás para elegir la papeleta de uno u otro partido, aunque como decían en Italia haya que «taparse la nariz», lo que, dadas las noticias de abusos cometidos por miembros de la clase política, quizás haya que hacer en cualquier caso sea cual sea la opción elegida.

Votar con criterio ideológico no es en mi opinión prioritario ya que todos los partidos políticos no extremistas defienden suficientemente la libertad, la justicia social, la igualdad…etc, y muchas veces, cuando un partido hace bandera por alguna causa ideológica concreta, después es incapaz de implementarla cuando está en el poder, porque una cosa es prometer algo y otra cumplir la promesa. Además, las cuestiones ideológicas de largo alcance deberían contar con amplias mayorías, es decir ser consensuadas por los partidos mayoritarios.

Votar con criterio económico tiene su razón de ser porque la principal tarea de los gobernantes es administrar el bien común y procurar el buen uso del dinero público sin deficits presupuestario ni deuda que alcancen niveles problemáticos que amenacen el bienestar social futuro. Sin embargo, este criterio es mas bien excluyente, no para elegir un partido sino para descartarlo. Y la prueba de fuego no reside en el programa electoral sino en su quehacer histórico cuando estuvo en el poder.

Votar con criterio de valoración de las experiencias pasadas tiene el sentido de que «por los hechos los conoceréis» y no cabe duda de que es una buena forma de elegir. No obstante «cada uno habla de la feria según le va en ella» y para basar el voto en este criterio hay tener en cuenta datos objetivos y dejar a un lado que las circunstancias personales hayan sido buenas o malas. En la medida en la que se imponga la subjetividad se pasa a votar con criterio emocional. Igual que es votar con criterio emocional votar a partidos que no hayan tenido experiencia de gobierno.

Votar con criterio analizando el programa electoral de cada partido es poco útil, aunque puede servir para descartar a los partidos que propongan metas utópicas o manifiestamente subversivas del stau quo de un país como el nuestro que tiene los estándares de la Unión Europea. Los programas electorales de los principales partidos siempre plantean objetivos que en su conjunto son más o menos razonables, lo que ocurre es que una vez conquistado el poder consideran que el programa es revisable según las circunstancias y no se ciñen a él.

Votar con criterio emocional es votar sin reflexión en base a la conexión emocional con una opción política, sea por adhesión emocional a un líder carismático o por la influencia del entorno social frecuentado. En nuestro país, a falta de poder votar a una persona que te represente, hay una tendencia perversa al voto emocional, y los partidos tratan de hecho de excitar la vena emocional de los ciudadanos en sus actos electorales. Los mas frikis cultivan exclusivamente la vía emocional y la centran en descalificar e insultar a sus adversarios.

En los principales países democráticos en los que hay circunscripciones unipersonales (Francia, EEUU, Alemania, Reino Unido, Japón, Nueva Zelanda, Canadá,..), votar con criterio es votar a la persona que te ofrece mas confianza de que va a defender el bien común, con independencia de a que partido pertenece si es el caso, y quien resulte elegido es un representante con quien se puede participar tanto como se desee. En nuestro país, no elegimos representantes y por tanto la «confianza» hay que depositarla en un partido por cuatro años, por lo que los impulsos emocionales implican alto riesgo.

A quien votar

En los países occidentales realmente democráticos es muy fácil decidir a quien votar. Solo hay que decidir quien es la persona que te inspira más confianza para que te represente de entre los candidatos que optan a ser elegidos. Quien resulte elegido puede militar en un partido o en otro, y también puede ser independiente, pero, a nivel global, el partido dominante agrupa un conjunto de diputados que han pasado uno a uno por el filtro de tener la confianza de la mayoría de sus representados. Además la relación entre representantes y representados no se acaba al depositar la papeleta en la urna sino que puede ser tan frecuente como cada ciudadano desee.

Esta forma de representación está basada en circunscripciones unipersonales, es decir, en circunscripciones electorales en las que se elige un solo diputado, con lo que cada diputado electo tiene la confianza de sus electores. Este sistema esta vigente en Francia, Alemania, Reino Unido, EEUU, Japón, Canadá, Nueva Zelanda….., pero no lo está en nuestro país donde el diputado electo solo ha pasado el filtro de tener la confianza de quien le puso en una lista de candidatos que se elige en bloque, porque en nuestro país no se vota a un representante sino a un partido político. Y la consecuencia es que ningún ciudadano tiene representante y ningún diputado tiene ciudadanos que representar. Todo se «cuece» en los partidos políticos a espaldas de los ciudadanos.

Por esto en nuestro país es muy importante decidir bien a quien votar, es decir, a que partido votar, porque a partir de ahí ya no hay participación posible para influir en las decisiones de los diputados ya que no se puede hablar con ellos, ni por consiguiente influir en ellos, que además, en cualquier caso, se pliegan a la disciplina de voto que les impone su partido. Digamos que en la legislatura los ciudadanos ya no cuentan para nada y las decisiones las impone a su gusto el partido dominante, sin que los partidos de la oposición tampoco puedan influir en ellas con criterios contrastados con ciudadanos a los que representen porque éstos no existen.

Por esto, es muy importante elegir bien a quien votar. Si votas a uno de los dos grandes partidos que están consolidados y han tenido prolongados periodos de gobierno, estarás apostando por tener estabilidad en las cuestiones mas esenciales y por estar en la órbita de la Unión Europea, aunque uno y otro pongan mas o menos acento en algunas de las cuestiones y aunque hayan cometido errores en el pasado. Garantizar una cierta continuidad es en estos momentos importante para consolidar el crecimiento económico. Votar opciones minoritarias que no han tenido experiencia de gobierno tiene mayor riesgo aunque algunas de ellas estén bastante consolidadas y dejen saber claramente su orientación. De las opciones separatistas, se sabe lo que proponen pero esconden sus verdaderos propósitos personales, que en el caso de la mayor de estas opciones están destapando varios procesos judicial actualmente en marcha.

La opción de votar a un partido nuevo que no ha tenido experiencia de gobierno, y por lo tanto no ha mostrado en la práctica como gobierna, supone un acto de fe y de sintonía con todo lo que dicen, porque no tienen todavía estructura ni equipo suficientes para ofrecer un programa coherente que este a la altura de los valores de la Europa occidental. De lo que puede deducirse de como se manifiestan los líderes de este nuevo partido, parece que anteponen la ideología a la economía y que sus ideas están en la órbita de la extrema izquierda, lo que puede tener sus partidarios, pero es un cambio radical de inciertas consecuencias en relación con las tres pasadas décadas. El hecho de ser recién llegados y aspirar a engrosar todavía más el excesivamente amplio elenco de políticos, supone que en el caso de gobernar habría que abrir hueco a costa de los ciudadanos a toda una nueva generación de partidarios, amigos y familiares en cargos de la administración y empresas públicas como sucedió con los partidos que han gobernado.

Decidir a quien votar guiados por el legitimo rechazo a los abusos cometidos por miembros de la clase política y elegir a un nuevo partido por el hecho de que es nuevo y no tenga historia, supone ignorar que en caso de haber estado en la política hubieran tenido también sus casos de corrupción, como por cierto algunos medios de comunicación empiezan a airear. No en vano los casos de corrupción se han dado en todas las formaciones que han gobernado en algún territorio y han ejercido su poder. La irritación de los ciudadanos, que eficazmente ha sabido canalizar el nuevo partido, está sirviendo para que se adopten nuevas medidas para combatir la corrupción, pero nada realmente efectivo se conseguirá si no empezamos por la base raiz de la democracia que es el sistema electoral con circunscripciones unipersonales que está vigente en las principales democracias occidentales. Yo por mi parte estoy dispuesto a decidir a quien votar si un partido propone como piedra angular de su programa la adopción de dicho sistema electoral.

Final de carretera

Final de carreteraLa división del territorio español en 17 autonomías llega al absurdo de que te encuentres un cartel de «final de carretera» cuando te aproximas desde una Autonomía a otra.

La imagen corresponde a un trayecto que hago con cierta frecuencia desde el pueblo aragonés de Undués de Lerda al pueblo navarro de Sangüesa, en el que después de varios kilómetros de circulación por una carretera provincial correctamente asfaltada, te encuentras con que se termina la carretera porque entras en territorio navarro. Para continuar desde dicho lugar a Sangüesa  hay que seguir un camino de tierra lleno de enormes baches de unos tres kilómetros hasta llegar a la carretera navarra que une Javier y Sangüesa a cuatro kilómetros de esta. También se puede elegir otro camino de tierra difícilmente practicable que conduce a Javier.

La división del territorio español en 17 autonomías no solo plantea problemas de unidad de mercado, derroche presupuestario, solape de competencias, oportunismos separatistas, …etc, sino que llega a absurdos como el relatado que complican la vida de los ciudadanos que también se producen en otras materias como la asistencia sanitaria o la educación. La descentralización puede aplicarse de forma efectiva sin afectar a la unidad y sin multiplicar los costes, y desde luego sin llegar al absurdo.

Reforma de la Constitución

Constitución españolaEs lamentable que los políticos hablen de la reforma de la Constitución sin decir claramente que es lo que quieren incluir y para qué y ninguno se refiera a las tres carencias básicas del texto constitucional, realmente urgentes de corregir, por las que nuestro sistema político es en la práctica escasamente democrático:

Una de ellas es la independencia del poder judicial, lo que por obvio no requiere mas comentario. Otra es la representación política de los ciudadanos, hoy en día inexistente ya que el ciudadano no tiene un representante concreto a quien pueda dirigirse como sucede en los principales países desarrollados. La soberanía está delegada a los partidos políticos y los diputados representan únicamente a quien les puso en la lista. La tercera carencia es la participación, que es consecuencia de la falta de representación. Para corregir estas dos últimas carencias sería preciso cambiar la ley electoral para adoptar el sistema de circunscripciones uninominales como en el Reino Unido, Japón, EEUU, Alemania, Francia, Canadá,…etc.

Sin embargo leemos todos los días propuestas inconcretas para la reforma de la Constitución. El líder del PSOE dice que «hay que avanzar en el federalismo» sin advertir que nuestro país es hoy en día más federalista que Alemania, con 17 autonomías que tienen descentralizadas las competencias que incluyen la mayoría de la actividad económica. Dice incluso que «el título VIII es letra muerta y que hay que dar salida a las necesidades de las Comunidades Autónomas», posiblemente refiriéndose a la «salida» total, porque su planteamiento está claramente basado en desmembrar todavía más el Estado para contentar a los separatistas catalanes, cosa además imposible. Otro líder político de nueva aparición habla de «abrir el candado», refiriéndose a todo lo acordado por consenso en la transición, seguramente para echar acto seguido otro candado de mayor alcance como el que mantuvo encerrados durante décadas a los países del este europeo.

PP y PSOE

PP y PSOEAnte un futuro tan incierto, pongo mi granito de arena con la siguiente propuesta a PP y PSOE. Creo que la suscribirían una mayoría de ciudadanos.

Modificar la Constitución para que los tres poderes del Estado sean realmente independientes y para que haya un sistema electoral en el que cada ciudadano tenga un diputado concreto que le represente y pueda a través de él participar en el desarrollo político si así lo desea.

Reducir la estructura del Estado, el gasto y los impuestos, sin dejar de atender con prioridad las necesidades sociales básicas.

Dar prioridad a la educación y no contaminarla con doctrina ideológica.

Consenso para decidir las cuestiones fundamentales y preceptos de contenido ideológico.

Reprimir la delincuencia y proporcionar paz y seguridad a los ciudadanos.

Reprimir la corrupción, el nepotismo, los privilegios y la administración irresponsable.

Respetar las tradiciones, la historia y la cultura y mantener buena relación con otros estados.

No hacer demagogia, tener un perfil mediático limitado y no estar demasiado tiempo en cargos políticos.

Diputado con dedicación exclusiva

Diputados durmiendoEl problema para el diputado con dedicación exclusiva que propone el Sr. Sanchez es que cuando esta en su circunscripción no representa a nadie y no tiene nada que hacer. Su única función es la de acudir al Parlamento y votar según le indica su jefe de filas.

Si en vez de ser elegido por el jefe de su partido para entrar en la lista hubiera sido elegido por los ciudadanos de su circunscripción (circunscripción uninominal como en casi todos los países occidentales) cada ciudadano sabría quien le representa y cada diputado sabría quienes son sus representados y entonces habría autentica representación y los diputados tendrían que tener dedicación exclusiva con independencia de que lo exijan o no las normas.

Si tuviéramos el sistema electoral que está vigente en los principales países occidentales, el ciudadano votaría a un candidato concreto que puede ser presentado por un partido o puede, en algunos casos, ser independiente. El partido ya no puede presentar un candidato anónimo pero fiel al partido porque corre el riesgo de que no lo elijan. Tiene más bien que presentar un candidato que tenga aceptación entre los electores. El candidato elegido es el representante de todos los electores de su circunscripción, tanto si le han votado como si no, y sus representados pueden establecer contacto con ellos tanto como deseen a lo largo de la legislatura y serán reelegidos la próxima vez en la medida en que hagan bien su trabajo de representar a los ciudadanos de su circunscripción.

Este sistema de circunscripciones uninominales, también denominado sistema mayoritario, tiene además la ventaja de que produce en la practica amplias mayorías y no unos resultados precarios de los que se aprovechan grupos marginales “vendiendo” caros sus escaños para completar una mayoría que no ha salido de las urnas. Además, aunque haya una mayoría holgada, los intereses minoritarios pueden ser defendidos día a día participando a través de los representantes políticos que tendrán en cada caso que defender las posiciones que plantean sus representados por encima de la disciplina de partido.

Lo que parece increíble es que el Sr. Sanchez aborde el tema del diputado con dedicación exclusiva, que no tiene nada que hacer porque solo le representa a él, y no se ocupe de que el sistema electoral sea objeto de debate público cuando es una base fundamental para que haya una autentica democracia.

No hay representación política

En democracia se supone que hay representación política, que  el poder reside en el pueblo y que las leyes emanan de la voluntad colectiva de los ciudadanos, voluntad que por razones prácticas tiene necesariamente que expresarse de forma indirecta a través de representantes, salvo convocatorias plebiscitarias ocasionales para decisiones muy concretas. La forma de articular la representación de los intereses de cada ciudadano es crucial para que en la práctica el sistema sea realmente democrático o favorezca que se instale una oligarquía en el poder.

En España, el ciudadano tiene que votar en las elecciones generales por una de las listas de candidatos que ofrecen los partidos políticos, listas que han sido confeccionadas por los propios partidos. Este sistema supone que los ciudadanos delegan su soberanía en los partidos políticos, lo que atenta contra el derecho de ser independiente de cualquier partido político y de no sentirse representado por ninguno de ellos. De hecho, es habitual considerar que todos los partidos políticos tienen algunas propuestas acertadas y otras que no lo son. Con la delegación de la soberanía popular en los partidos políticos os ciudadanos no tienen otra participación que depositar la papeleta del voto cada cuatro años. Durante la legislatura solo pueden expresar sus puntos de vista manifestándose en la calle, lo que es inoperante hacer de forma individual y por eso suele estar también controlado por grupos políticos.

En el Reino Unido, por ejemplo, cada ciudadano sabe quién es su representante político, que es el que resultó más votado en su circunscripción electoral, la cual es una circunscripción uninominal que elige a un solo diputado. Una vez elegido, el diputado sabe que en su circunscripción tiene electores de diferentes ideas políticas a los que tiene que representar y mantiene frecuentes contactos con los que estén interesados. Es allí frecuente que un ciudadano tenga el teléfono de su representante y que le contacte, y también es frecuente que el diputado establezca contacto con sus electores. Lo mismo ocurre en otros países auténticamente democráticos como Francia, Alemania, EEUU, Nueva Zelanda, Canadá, Japón….etc.

En España el ciudadano no sabe a quién puede dirigirse si quiere hacer una propuesta personal o comunicar su punto de vista sobre las cuestiones de interés social y desde luego nadie trata de contactar con él para darle la oportunidad de participar. Ninguno de los diputados electos siente la necesidad de pulsar las opiniones de sus electores porque no son éstos los que le eligen, ya que debe su elección a la persona de su partido que le incluyó en la lista en una posición de prioridad. La representación política es legítima en cuanto que es acorde con la ley, pero no lo es en realidad en cuanto que no es una representación cierta, genuina y verdadera. Pasa lo mismo en las elecciones locales de Ayuntamientos y Comunidades, instituciones en las que todavía tendría más sentido encauzar la participación ciudadana. Si alguien detecta un problema concretos en su barrio  no puede planteárselo a su representante municipal porque no existe, y si se dirijo al Alcalde recibe una contestación evasiva “automática” de alguien de su organización, lo que he podido comprobar personalmente.

Monarquía o República

Monarquia o republicaIzquierda Unida presentó ayer en el Parlamento una moción para convocar un referéndum sobre Monarquía o República, moción que lógicamente fue desestimada. Seguramente volverán a plantearlo y seguirán exhibiendo banderas republicanas en sus manifestaciones, sea para lo que sea que las convoquen. Es materia de consumo para tontos universales que pierden el tiempo y consumen sus energías en una cuestión que es irrelevante para el desarrollo del país y para el bienestar de los ciudadanos.

En la Unión Europea hay repúblicas y hay monarquías y a los ciudadanos no les afecta en su vida diaria, en sus derechos y obligaciones, o en su economía, que la institución suprema del Estado sea de una u otra condición, porque las decisiones que realmente les afectan son las del poder ejecutivo, es decir las del Gobierno, con independencia de que haya monarquía o república. En el caso de Francia el Presidente tiene algunas competencias ejecutivas, lo que no es el caso de España, donde el Rey tiene funciones meramente representativas y no interviene en las decisiones del Gobierno.

La alta representación del Estado se ejerce en España normalmente con estabilidad, con eficacia y con costes razonables. La alternativa de que fuera un órgano elegido cada cierto tiempo y bajo la disciplina de un partido político no tiene sentido hoy por hoy si se trata de funciones representativas. Lo que se supone quieren los representantes de Izquierda Unida es que el Presidente de la República asuma poderes ejecutivos, lo que lleva a una elección en la que todos sus votos a nivel nacional pueden tener peso suficiente para lograr cuotas de poder y colocaciones, subvenciones y prebendas. Ya tenemos suficiente con la «casta política» que nos gobierna como para crear otra más.

Lo que realmente importa es que los tres poderes del Estado sean independientes, que no lo son, y que los ciudadanos estén representados y puedan participar, lo que hoy no es el caso ya que nuestro sistema electoral obliga a que los ciudadanos deleguen su soberanía en los partidos políticos. El sistema electoral español «canta» demasiado como para que no se enteren los políticos ni los ciudadanos. Basta con ver que en EEUU, Francia, Alemania, Reino Unido, Japón, Canadá, Nueva Zelanda,…etc, cada ciudadano elige a su representante político en circunscripciones uninominales y puede tratar los asuntos políticos con su representante tan frecuentemente como desee.

Cuando se haga la principal transformación de que haya circunscripciones uninominales, se separen los tres poderes del Estado, se suprima el Senado, se eliminen subvenciones a patronales, sindicatos y partidos políticos, ….etc., entonces podrán plantearse cosas más sutiles como la forma en que queremos que esté representado el Estado.