Protestas callejeras

protestas callejerasProtestas callejeras inútiles tienen lugar después de que hace unos meses elegimos en España un gobierno que tiene el respaldo ciudadano de una mayoría absoluta. Esta por ver si fue una buena elección o si esa mayoría se equivocó, pero entretanto es el gobierno que tiene que dirigir el país y administrar el bien común. El sistema electoral da un margen de cuatro años para que los ciudadanos voten otra vez y decidan mantener el gobierno o cambiarlo.

Ejerciendo la tarea de administrar el bien común, el gobierno está tomando medidas restrictivas para taponar la hemorragia de una deuda creciente generada por gastar bastante más de lo que se recauda. No se cuan buenas son las medidas, pero es evidente que hay que cerrar la herida porque las «transfusiones» son cada vez más caras y existe la amenaza de que se acaben. No es agradable para nadie que haya recortes pero si alguien tiene que decidir evidentemente es el gobierno y en él habrá que confiar. Entretanto, es lamentable que haya tanto «cabecilla» incitando a la gente en los medios de comunicación para que salga a la calle a manifestarse protestando por todo sin tener ni suficiente información ni criterio contrastado de como administrar las cuentas del país. Predican contra las reformas y a favor de seguir gastando más de lo que se tiene, como si el dinero lloviera del cielo.

Pero no solo hay mucho indocumentado opinando de economía sino también gente mal intencionada que vive de subvenciones del Estado y pretende que quien administra el bien común haga lo que a ellos les interesa. Es evidente que no pueden gobernar desde la calle y que lo que están defendiendo son sus privilegios. Van además mucho más allá de protestar las medidas del gobierno pues no puede interpretarse de otra forma la proliferación de banderas nostálgicas de la segunda república que parecen pedir volver a la España de la alpargata.

Sea Monarquía o sea República, el ordenamiento del Estado hay que hacerlo en el Parlamento con amplia mayoría y no en la calle con algaradas populistas ni plebiscitos callejeros. No obstante, hay un fondo de razón en hacer protestas callejeras porque los ciudadanos carecemos de representante político y no podemos protestar ni proponer nada a través de él. Si quienes protestan en la calle se centraran en proponer un sistema electoral que garantizara que cada ciudadano tiene su representante y puede a través de él participar (sistema con circunscripciones uninominales), entonces la presión callejera podría entenderse como un clamor popular que hay que someter a análisis. El simple pataleo por medidas de administración económica es un espectáculo inútil que solo consigue hacer mucho daño al país.

Octavo aniversario de los atentados terroristas del 11-M

Dudas sobre el 11-MHoy se cumple el octavo aniversario de los atentados terroristas del 11-M que acabaron con la vida de 192 personas y dieron un vuelco electoral, lo que con o sin fundamento da margen para la especulación y la sospecha, sobre todo por el empeño en establecer la versión oficial en vez de dejar que la verdad se abriera camino por sí sola. Recuerdo que entonces un amigo me señalaba que estamos artos de ver en las películas el enfoque ortodoxo de considerar como principal sospechoso del crimen a quien resulta beneficiado.

Para un ciudadano que sea objetivo, hay dudas sobre los atentados que todavía no se han aclarado. El escenario de la tragedia se liquidó en dos días con la destrucción de los trenes, pero ahora, ocho años después aparece uno de ellos. La urgencia con la que se limpio el escenario recuerda al ”fregado¨ de los marqueses de Urquijo tras su asesinato. Parece que también se ocultaron pruebas de los explosivos, a tenor de los testimonios en la causa, con el resultado de excluir un determinado componente que hubiera ampliado la lista de posibles autores.

Los ejecutores materiales, supuestos extremistas islámicos, evitaron suicidarse en el intento, a diferencia de como suelen hacerlo en el 99% de sus atentados, lo que hubiera sido mucho más sencillo, pero sin embargo decidieron suicidarse conjuntamente en fecha posterior. De los sujetos que fueron imputados una parte considerable resulta que eran confidentes de la policía y los que están en la cárcel son personas de escasa entidad que desconocen quien inspiró la actuación.

Son indicios que hacen a muchos ciudadanos dudar de la versión oficial. Convendría dar luz a toda la información disponible y a los testimonios de las personas relacionadas con el suceso para disipar todas las dudas.

Suprimir el Senado

el SenadoParece que hay bastante consenso político en que hay que reformar el Senado y dado lo inusual de que haya consenso en algo, no cabe duda de que en él no se hace nada de lo que no se pueda prescindir, es decir que no sirve para nada y se podría suprimir el Senado sin mayor problema.

Sin embargo, no parece que los políticos de uno u otro bando quieran suprimir el Senado, seguramente porque proporciona destinos para afiliados distinguidos y amplia las perspectivas de futuro para los “funcionarios” de la política. Dicen entonces que habría que reconvertirlo en Cámara territorial no se sabe para qué, quizás para construir la torre de babel de las lenguas regionales, de lo que el pasado año ya tuvimos la primera muestra con la traducción simultánea del catalán.

Que sólo tengamos noticia del Senado cuando surgen anécdotas como la del idioma es indicio de que sirve para muy poco. En la práctica, ninguna ley aprobada por el Congreso de los Diputados puede cambiarse substancialmente en el Senado. Aun en el caso hipotético de que no hubiera disciplina de voto y el Senado fuera independiente y representara de forma cierta, genuina y verdadera a los ciudadanos, seguiría siendo inútil. Podemos prescindir de él porque no sirve para nada.

Master en demagogia y agitación social

Hace unos meses comentábamos que, dadas las circunstancias, muchos estudiantes universitarios se matricularían, si pudieran, en un master en corrupción política, aunque señalábamos que había mucha competencia. La corrupción tiene la dificultad de que para hacer “beneficios” hay que manejar presupuestos, y para manejar presupuestos hay que tener poder.

Pero hay otro eslabón perverso de la cadena de la degradación social que se está poniendo de moda y que ofrece oportunidades de notoriedad, poder y últimamente riqueza que es de lo que se trata. Me estoy refiriendo a la demagogia y la agitación social, actividades que están en alza para conseguir apoyo electoral.

El maestro en demagogia y agitación social se especializa en adular al pueblo y llegar a los sentimientos de los ciudadanos para rebelarse en la calle contra el orden civil. Se arroga el derecho de interpretar los intereses de las masas y se expresan tratando de confiscar la representación del pueblo, aun cuando el pueblo haya elegido mayoritariamente una opción diferente a la que predican.

Basta que el agitador salga en televisión diciendo que su lucha es de “sangre y fuego”, que van a “incendiar las calles”, que se declare admirador del régimen cubano y que se desaten actos tumultuosos, para que sea invitado al Parlamento y sea aplaudido por los representantes de los denominados “partidos de izquierdas” más en lucha por recuperar sus privilegios perdidos que por defender ideas. Puede ser el comienzo de una larga y productiva carrera política.

Treinta y un aniversario del 23-F

23 FHoy se cumple el treinta y un aniversario del 23-F y la información de lo que pasó sigue siendo materia reservada. Si lo que nos han contado del “veintitrés efe” es todo lo que hay, no se entiende porque no se hacen públicos todos los documentos relativos al caso ni porque los protagonistas del evento que todavía viven no cuentan llanamente su experiencia.

Para el ciudadano normal la historia del  “veintitrés efe” gira sobre dos hechos contrastados: la entrada del Coronel Tejero en el Congreso y la llegada de un General proponiendo una lista de ministros para hacer un gobierno de coalición que el Congreso tendría que ratificar. Todo lo demás que pudimos ver, leer o escuchar en los medios de comunicación constituye el decorado del entorno pero no aporta nada sobre lo que se pueda deducir que es lo que en realidad ocurrió. La entrada de Tejero en el Congreso, acompañado de dos autobuses de guardias civiles, fue lo que puso en marcha el proceso, pero el contenido de fondo estaba más bien en el gobierno que se pretendía constituir como salida de la crisis, gobierno cuyos componentes figuraban en la lista que el General Armada llevó al Congreso.

No es creíble que sobre la marcha, el Parlamento pudiera decidir constituir un nuevo gobierno, conseguir la aceptación de sus componentes y cambiar el orden constitucional. Tampoco es creíble que el general Armada fuera tan iluso como para creer que su lista sería aprobada, salvo que hubiera ya circulado por centros de decisión críticos y de una u otra forma hubiera entendido que podía funcionar. No es previsible de antemano que los integrantes de la lista, todos de calidad contrastada y representando a todos los partidos, hubieran aceptado la propuesta, salvo que la lista hubiera sido positivamente contrastada por centros de poder pertinentes y sintonizaran con el fin perseguido y la idea subyacente.

Tampoco es creíble pretender que los diputados dieran su aprobación sin el visto bueno de sus partidos. O era una ingenuidad o una parte del camino estaba ya andado. Curiosamente, fue el Coronel Tejero quién abortó el proceso al rechazar la lista de ministros que le presentaban, razón de más para suponer que si la lista se hubiera presentado al Pleno muchos otros también la habrían rechazado de no contar con los apoyos oportunos.

La inteligencia emocional, poder legislativo

inteligencia emocionalLa inteligencia emocional es el poder que legisla nuestro fuero interno con el conocimiento que vamos extrayendo de la experiencia por un lento proceso interno de maduración al margen de la atención y del pensamiento. Orquesta nuestras actividades con impulsos incondicionales que obedecemos sin contrastar con nuestras razones o intenciones.

En nuestro interior, de forma inconsciente, fabricamos nuestro conocimiento de la realidad interpretando y relacionando la información que entra por nuestros sentidos. Es una tarea continua que en su mayor parte realizamos durante el sueño cuando desconectamos del mundo real y entramos en el mundo simulado de nuestra realidad interior.

En el subconsciente vamos fabricando un modelo a partir de la realidad que vivimos y observamos, y en él incluimos a las personas con las que tratamos y las cosas que nos rodean, con sus características y relaciones. Nuestra versión de la realidad y la capacidad de hacer cosas maduran poco a poco en nuestro interior sin que seamos conscientes de ello, en un proceso ritual de fermentación de la información como el que sigue el vino en la bodega.

En la memoria subconsciente fermentan las experiencias y recuerdos después de filtrar y censurar las impurezas para que nuestro territorio interno sea una zona estéril libre de contaminación y de defectos. Es un proceso similar al que se hace con la uva en el lagar, que primero se despalilla y prensa para fermento, después se almacena en barricas de roble y se deja reposar en la bodega, en ambiente protegido, para su maduración y envejecimiento.

De forma parecida, durante la simulación del sueño, en nuestro subconsciente desgranamos experiencias y asimilamos enseñanzas para validar las reacciones primarias que podemos poner en marcha de forma instintiva y espontánea. Las actividades recurrentes pasan a ser rutinarias, reflejos automáticos ejecutados sin pensar.

También asimilamos, para bien o para mal, las ideas que llegan a nuestro subconsciente  como sugestiones que no pasan por el filtro de nuestros sentidos bordeando nuestra censura. Las  aceptamos sin verificar como si fueran elaboraciones propias.

Problemas virtuales

Muchos de los problemas que tenemos los humanos son fabricaciones de la mente, fruto de preocupaciones que normalmente se disiparán en el futuro tras un desenlace más o menos aceptable pero que en el momento presente pueden agobiarnos. Son problemas virtuales que se materializan en nuestra mente como si fueran circunstancias del momento.

Preocuparse significa en realidad tomar una cosa anticipadamente, pero normalmente entendemos el término como prevenir el ánimo con prejuicios. Entendemos que preocuparse es poner cuidado y desasosiego ante alguna contingencia azarosa o adversa ofuscando el entendimiento.

Las preocupaciones agitan el pensamiento con un exceso de presunciones que en su mayoría tienen poco fundamento y ocupan demasiado la conciencia. Son problemas virtuales que acaparan la atención e impiden ocuparse debidamente de las cuestiones del momento presente.

Pensar en el futuro y valorar los posibles acontecimientos es una de las características que más nos diferencia del resto de los animales, pero puede también ser una obsesión que bloquea la conciencia atendiendo problemas virtuales que difícilmente van a materializarse.