Cerebrales

cerebralesCerebrales son quienes se guían por la razón y el sentido común más que por las emociones. Interpretan la realidad con más independencia que los “animales” porque aceptan que las cosas cambian y utilizan más información para analizar lo que sucede y tener capacidad de reacción y adaptación.

Son críticos incluso consigo mismos y están revisando siempre las situaciones valorando su desarrollo y destapando manipulaciones e intereses ocultos. Son ambiciosos y cuidan su formación. Necesitan tener desafíos para estar motivados y encontrar que sus actuaciones tienen sentido.

Consideran que las instituciones y la acción colectiva son fundamentales para el desarrollo de la sociedad, pero también que hay que regenerarlas continuamente para aligerarlas y para que estén al servicio de los individuos y no estén contaminadas de ideas o intereses de los que las dirigen.

No obstante, la estación cerebral no deja de ser una etapa de la evolución que hay que superar. Quienes quedan atrapados en esta estación valoran en exceso la fuerza de la razón y la cultura de la eficiencia y se hacen demasiado radicales. Deshumanizan el progreso con un materialismo que aliena a las personas y degrada su identidad. No son sensibles a que los seres humanos buscan un sentido más profundo a todo lo que hacen en la vida.

Animales

animalesLos «animales» tienen tendencia a integrarse en grupos sociales y a asumir las ideas de sus líderes. Están seducidos por el impacto emocional que tienen los ideales de colectivización e igualdad de los individuos. Aceptan sin controversia la cultura del grupo y no tienen demasiadas oportunidades de expresar libremente sus ideas. Son partidarios de neutralizar el dominio excesivo de las personas y de eliminar los abusos y privilegios. Creen en el esfuerzo colectivo para resolver los problemas de la sociedad y consideran que la iniciativa individual tiene supeditarse a los intereses del grupo.

En un ambiente dominado por animales los individuos tienen poca influencia, salvo los que pertenecen a las minorías de control. Los que tienen poder cuidan de los valores e intereses colectivos según ellos los interpretan y no aceptan que otras personas puedan discrepar, sobre todo si se trata de independientes. Los líderes deciden sobre los intereses colectivos, para lo que son autoritarios, incluso tanto como los vegetales.

En una sociedad “animal” las instituciones se desarrollan de abajo hacia arriba con lo que tienden a crecer más de lo necesario y a ser burocráticas. Derivan en organizaciones pesadas, en las que las decisiones pasan por largos procesos que condicionan las soluciones. No hay en ellas cultura de razonar y debatir las situaciones y se apoyan mucho en la programación y en la inercia de los sistemas y procedimientos de producción.

Muchas personas se quedan estancadas en el ideal de que todos seamos iguales y estemos supeditados al interés común. Otras van balanceando más la razón sobre las emociones y advirtiendo que conviene que haya un cierto equilibrio entre los intereses de los grupos y los de los individuos, con lo que van acercándose a la estación cerebral.

Vegetales

vegetalesLos vegetales viven muy presionados por el ambiente que les rodea y tienen que dedicar gran parte de su energía a sortear los problemas que les amenazan. Luchan por la supervivencia y están más preocupados por lo que pueda ocurrirles en cada momento que por lo que pueda depararles el futuro.

Necesitan sentirse seguros en su ambiente y tener cada vez más poder. En los ambientes dominados por vegetales, los que mandan hacen uso de su fuerza e imponen siempre que pueden su voluntad sin importarles que esta situación haga difícil que prosperen ideas nuevas. La sociedad que está bajo la influencia de los vegetales se desarrolla lentamente.

La preocupación por lo cercano e inmediato les hace depender demasiado de sus percepciones. Se dejan llevar por las apariencias más que por la realidad y su juicio sobre las cosas que suceden está influido por la presión del ambiente. Reaccionan con precipitación dando importancia a cuestiones accesorias, pero son lentos en decidir sobre las cuestiones de largo alcance porque no tienen perspectiva de futuro.

Tienden a ser autoritarios y buscan el poder y la riqueza para defender su posición y para premiar a sus colaboradores a cambio de apoyo y entrega incondicional. Son hábiles en movilizar a las personas y aprovechar su capacidad pero no les dejan suficiente margen para que progresen y dejen escuela. Consiguen su mejor rendimiento cuando comienzan nuevas aventuras porque es cuando hace más falta luchar por subsistir y más necesario es el empuje individual.

Durante el sueño estamos aprendiendo

durante el sueñoDurante el sueño descansamos pero principalmente extraemos el significado abstracto de nuestros recuerdos.  Muchas veces los sueños son absurdos, sin posibilidad de ser escenas reales, a lo que muchos han tratado de dar un contenido simbólico que nos quiere expresar o anunciar cosas.

La interpretación de los sueños ha sido materia de estudio y todavía entretiene a mucha gente. Cuando despertamos, solemos recordar los sueños sólo algunos instantes, porque enseguida pasamos a olvidarlos y a quedarnos con una leve referencia que ni tan siquiera podemos contar. Sólo algunos sueños muy concretos, o muy repetitivos, dejan en nosotros un recuerdo que conservamos y podemos describir.

No hay una edad determinada para soñar más o menos, y en realidad todos soñamos todas las noches, función sin la que nadie puede seguir viviendo por mucho tiempo. Cuando tenemos menos edad soñamos más, o al menos así nos lo parece, e incluso recordamos más lo que soñamos.   Hay sueños clásicos que todos tenemos de forma más o menos parecida aunque puedan variar las circunstancias, como caer al vacío, o encontrarnos desnudos en público, o volar. El sueño de volar es tan fascinante que nos cuesta desecharla como posibilidad real al despertar.   Durante el sueño estamos en realidad aprendiendo y prefeccionando el modelo del mundo que tenemos en el cerebro.

El sueño ocupa un tercio de nuestra vida

sueñoEl sueño ocupa un tercio de nuestra vida que es demasiado para que solo sirva para descansar.

Durante el sueño nuestro organismo puede descansar y reponerse porque no tiene que atender a las demandas de la voluntad y del pensamiento consciente. Sin embargo, durante el sueño nos concentramos intensamente en la actividad del mundo interior que reside en nuestra memoria.

Soñamos rápidas y variadas experiencias ficticias que parecen enteramente reales. Unas veces son sueños placenteros, otras pesadillas, pero casi siempre son episodios en los que no nos involucramos demasiado ni nos provocan reacciones emocionales. En ocasiones recordamos sueños espeluznantes que soportamos sin sufrimiento, mientras que otras veces recordamos pesadillas que no se justifican por el episodio soñado.

Son escenas que visualizamos en la retina como si las captaran nuestros sentidos. En la etapa más activa del sueño abrimos los ojos y los movemos como si estuviéramos despiertos, movimiento que en este caso es muy rápido sucediéndose las escenas como sí rebobináramos los recuerdos de la memoria y los pasáramos a gran velocidad por la retina.

En realidad lo más importante que se produce en el sueño es el proceso de las experiencias vividas para que germine el conocimiento en el cerebro. Merece la pena que sigamos elaborando sobre esto.

El sentimiento

sentimientoLa emoción es una sensibilidad interior que cuando se manifiesta domina la consciencia y da un contenido de drama a los recuerdos. El sentimiento se alimenta de las emociones que fluyen en los episodios de la vida. Son como golpes de cincel que van tallando ángulos y rasgos de la personalidad y consumen la materia. Inevitablemente van marcando y desgastando.

Las emociones bañan el mundo interior como las olas del mar. Pueden colmar a la vez de paz y de inquietud, o de ansiedad y sosiego, o de angustia y placer. Son más o menos intensas según lo sean las experiencias, y pueden provocar agitación pero también un fondo de calma. Las más emotivas llegan a conmocionar y a dar una dimensión especial a la existencia.

Unas veces la fibra humana está llena de emociones con la vivencia del momento, otras veces las emociones emanan del  mundo interior cuando se reviven los recuerdos. En cuanto más profundo es el sentimiento más difícil resulta expresarlo con palabras, pero también es más fácil de comunicarlo en silencio.

Hay personas tan sensibles que les afecta todo lo que ocurre a su alrededor y sufren por ello un desgaste excesivo, pero desarrollan más su capacidad emocional y con ello se enriquecen. Otras viven más ajenas al murmullo humano y se desgastan menos, pero también tienen menos virtudes, defectos y debilidades, y una existencia más elemental que no tiene motivo para prolongarse demasiado.

El sentimiento siempre produce algún agobio, tanto si se trata de emociones placenteras como si es de amargura y dolor, porque deja notar el drama de la vida. Las emociones intensas y las vivencias apasionadas son las que producen los contrastes más patéticos y las que aportan mayores enseñanzas, pero también son las que más hacen sufrir y más exigen recomponer el ánimo.

Quien asume mucha responsabilidad tendrá muchas experiencias, pero también muchas frustraciones porque tendrá que superar muchos problemas. Afrontar problemas es enriquecedor porque obliga a la máxima atención y a tomar iniciativas que siempre alimentan el espíritu de emociones. Y para superar el desgaste de las emociones, hay que movilizar las intenciones en las mismas proporciones que el sentimiento. Entonces se alcanza el fondo de equilibrio necesario para ser un manantial de amor y de progreso.

El Yo autónomo, poder ejecutivo

el yoEl Yo Autónomo es el poder ejecutivo de la mente. Es uno de los tres poderes de la mente junto con la inteligencia emocional y la inteligencia racional. Decide los actos conscientes movilizando la voluntad, sabiendo que lo que se hace suele ser irreversible y además compromete, en ciertos casos hasta el punto de que puede cambiar el curso de la vida.

El Yo sólo interviene en cada uno de los instantes vividos, en el momento preciso en que la historia ya no puede cambiarse y el futuro todavía no existe. Hay personas que les cuesta decidir lo que quieren hacer, mientras que otras lo hacen con facilidad, incluso con precipitación, pero casi todas las personas tienen siempre dudas, porque no resulta fácil valorar de antemano las consecuencias que pueden tener los actos.

Teniendo claro lo que se quiere conseguir se puede actuar con resolución, pero no estando seguro domina la tendencia de dejarse llevar por los acontecimientos sin tomar iniciativa. En ocasiones hay que afrontar conflictos de intereses, porque hacer lo que se considera oportuno puede ir en contra de creencias o costumbres establecidas, o ir contra las propias ideas o hábitos, para lo que hay que preservar la libertad y autonomía.

Cuando hay que reaccionar ante algún hecho concreto sin tiempo para analizar lo que ocurre, la voluntad se deja guiar por emociones y sensaciones. Es muy frecuente reaccionar ante los hechos sin apenas reflexión, por reflejos automáticos, movilizando más el ánimo que la razón, especialmente si todo sucede con rapidez, con la consecuencia de cometer errores que serían evitables teniendo tiempo para pensar antes de actuar.

Las emociones que acompañan a las experiencias vividas canalizan matices de información que amplían conocimiento. Si las emociones son excesivas, las experiencias son demasiado apasionadas, y las sensaciones nuevas se desbordan y producen una convulsión en las ideas. La voluntad está entonces dominada por la inteligencia emocional.

El Yo autónomo valora hasta donde luchar por los propósitos para que los sentimientos estén equilibrados y no se desborden. Para dominar el ritmo e intensidad de las actividades y tener actuaciones responsables hay que conseguir un equilibrio razonable entre las sensaciones, emociones, ambiciones y deseos.

La inteligencia racional, poder judicial

poder judicialPor medio de la inteligencia racional somos conscientes de la realidad que vivimos y analizamos las cosas que suceden a nuestro alrededor. No aporta valoraciones inmediatas que sean de utilidad para reaccionar en el momento, sino conclusiones y criterios elaborados en frío que hay que ir contrastando en el pensamiento.

Quien tiene una actividad excesiva, no dedica la atención necesaria a las nuevas situaciones y recarga la memoria. Si este desajuste es continuado, el exceso de información pasa al subconsciente sin contrastar con el pensamiento. El subconsciente incorpora entonces imperfecciones que llevan a cometer errores que no son advertidos, lo que genera confusión y estrés. Por el contrario, la inactividad produce un vacío en la mente que relaja pero también desanima, porque la tensión es estimulante aunque en exceso tenga efectos destructivos.

Una forma de regulación consiste en desconectar los sentidos para captar menos información y concentrarse más en aclarar las ideas. Es lo que en realidad hacen las personas que parecen despistadas o ausentes. Si a pesar de seleccionar mucho la información no acaban de estar las ideas claras, habrá que reducir la actividad y dedicar más tiempo al descanso y al sueño para digerir el exceso de información y restablecer el equilibrio. Todos los días se aprende algo nuevo y las nuevas ideas siempre hacen dudar algo de lo que ya se sabe.

Es frecuente adaptar la valoración de las cosas observadas para no contradecir las ideas, con lo que se puede conseguir que los actos sean coherentes con los criterios y valores, pero esto no es garantía de hacer cosas razonables. La tendencia a justificarse incorpora criterios que hacen más rígidas las posiciones ante las situaciones, lo que dificulta la relación con otras personas en las que siempre hay que ceder rompiendo en algo los esquemas.

Uno de los signos más claros de madurez de las personas es la capacidad de conciliar situaciones de conflicto, la habilidad de encontrar un punto de encuentro tolerable entre lo que uno piensa y lo que piensan los demás. A medida que madura una persona deja de ser radical y se hace más tolerante, aunque su personalidad esté cada vez más definida y sus puntos de vista puedan ser muy diferentes de los de los demás. Es el camino para tener equilibrio y armonía, para conquistar la paz interior y estar contento con uno mismo, con plena capacidad de acción y deseo de superación.

La inteligencia emocional, poder legislativo

inteligencia emocionalLa inteligencia emocional es el poder que legisla nuestro fuero interno con el conocimiento que vamos extrayendo de la experiencia por un lento proceso interno de maduración al margen de la atención y del pensamiento. Orquesta nuestras actividades con impulsos incondicionales que obedecemos sin contrastar con nuestras razones o intenciones.

En nuestro interior, de forma inconsciente, fabricamos nuestro conocimiento de la realidad interpretando y relacionando la información que entra por nuestros sentidos. Es una tarea continua que en su mayor parte realizamos durante el sueño cuando desconectamos del mundo real y entramos en el mundo simulado de nuestra realidad interior.

En el subconsciente vamos fabricando un modelo a partir de la realidad que vivimos y observamos, y en él incluimos a las personas con las que tratamos y las cosas que nos rodean, con sus características y relaciones. Nuestra versión de la realidad y la capacidad de hacer cosas maduran poco a poco en nuestro interior sin que seamos conscientes de ello, en un proceso ritual de fermentación de la información como el que sigue el vino en la bodega.

En la memoria subconsciente fermentan las experiencias y recuerdos después de filtrar y censurar las impurezas para que nuestro territorio interno sea una zona estéril libre de contaminación y de defectos. Es un proceso similar al que se hace con la uva en el lagar, que primero se despalilla y prensa para fermento, después se almacena en barricas de roble y se deja reposar en la bodega, en ambiente protegido, para su maduración y envejecimiento.

De forma parecida, durante la simulación del sueño, en nuestro subconsciente desgranamos experiencias y asimilamos enseñanzas para validar las reacciones primarias que podemos poner en marcha de forma instintiva y espontánea. Las actividades recurrentes pasan a ser rutinarias, reflejos automáticos ejecutados sin pensar.

También asimilamos, para bien o para mal, las ideas que llegan a nuestro subconsciente  como sugestiones que no pasan por el filtro de nuestros sentidos bordeando nuestra censura. Las  aceptamos sin verificar como si fueran elaboraciones propias.

Problemas virtuales

Muchos de los problemas que tenemos los humanos son fabricaciones de la mente, fruto de preocupaciones que normalmente se disiparán en el futuro tras un desenlace más o menos aceptable pero que en el momento presente pueden agobiarnos. Son problemas virtuales que se materializan en nuestra mente como si fueran circunstancias del momento.

Preocuparse significa en realidad tomar una cosa anticipadamente, pero normalmente entendemos el término como prevenir el ánimo con prejuicios. Entendemos que preocuparse es poner cuidado y desasosiego ante alguna contingencia azarosa o adversa ofuscando el entendimiento.

Las preocupaciones agitan el pensamiento con un exceso de presunciones que en su mayoría tienen poco fundamento y ocupan demasiado la conciencia. Son problemas virtuales que acaparan la atención e impiden ocuparse debidamente de las cuestiones del momento presente.

Pensar en el futuro y valorar los posibles acontecimientos es una de las características que más nos diferencia del resto de los animales, pero puede también ser una obsesión que bloquea la conciencia atendiendo problemas virtuales que difícilmente van a materializarse.